El domingo la presidenta inauguró por última vez una Apertura de la Asamblea Legislativa. Mientas decenas de miles de jóvenes marcharon hacia la plaza para escucharla, en el recinto éstos fueron los grandes ausentes del discurso. ¿Cuáles son las perspectivas para la juventud del poskirchnerismo?
Martes 3 de marzo de 2015
En la Plaza de los Dos Congresos,el gobierno consiguió apenas igualar en concurrencia a la marcha del 18F. Ni los 400 mil de Télam, ni los 35 mil que declaró la Metropolitana de Macri. Clarín y La Nación evitaron hablar de números buscando saldar, mediante la omisión, el duelo callejero que el Partido Judicial -desarmado por el fallo de Rafecas- intentó plantearle al kircherismo. Ante el empate en las convocatorias, surge un dato cualitativo que incomoda a la oposición: la gran diferencia generacional entre los participantes de una y otra marcha.
La presencia en las calles y el silencio de Cristina
El componente juvenil hegemonizó el # 1M: tanto en las columnas militantes como en los cerca de 20 mil asistentes “sueltos”. Este contingente “sub 30” es parte de una generación a la cual el kirchnerismo supo conquistar con una retórica progresista y una serie de concesiones fundadas en el crecimiento económico posterior a la crisis del 2001, que permitieron una recomposición de las instituciones.
Pero lo que vino a reconfirmar CFK el domingo es que la fuerza simbólica de un gobierno que se pretendió continuador de las luchas de los setenta y refundador de la militancia, está cada vez más degradada. Cristina ya no se refirió, como en otras ocasiones, a los derechos humanos ni a la “juventud maravillosa” (a menos que por ella se entienda a Axel Kicillof…).
Sin avanzar siquiera en la presentación de los créditos para viviendas ni en el aumento del mínimo no imponible que auguraban los analistas, dejó en claro que se terminó el kirchnerismo de los grandes anuncios que enamoran. A la administración que en el pasado supo responder de contragolpe ante los embates, con iniciativas como la AUH, la ley de medios o la “estatización” de YPF, sólo le quedó festejar “logros” como los pagos a los deudores, el escuálido 1% del PBI destinado a la universidad pública, y jubilaciones que crecieron pero aún no cubren ni la mitad de la canasta básica.
¿Y para la juventud? La presidenta bien podría haber retomado las palabras del Indio Solari y decirle: “acá, ‘ya nadie va a escuchar tu remera’".
Las Fuerzas Armadas, una “industria nacional”
Cristina le ofreció un guiño a las fuerzas de seguridad, exponiendo qué puede brindar cualquier continuación oficialista. Si antes se vanagloriaba de “bajar cuadros”, a pocas semanas de un nuevo 24 de marzo, exclamó que las FFAA tienen que estar “incorporadas a las necesidades del pueblo” y deben ser “formadas por argentinos, aquí en Argentina”. Hasta dedicó unas palabras a elogiar la actuación del Ejército en Córdoba frente a las inundaciones. Nada dijo sobre la reciente muerte de Ismael Sosa –todavía impune- en manos de la maldita policía de esa provincia. Y tampoco trajo a colación la creación de la AFI, que no es más que la revitalización de un aparato de inteligencia para espiar y perseguir a la juventud.
El kircherismo de Milani y Granados intentó legitimar –ahora con una retórica “nacionalista”- el accionar de aquéllas fuerzas que orquestaron sangrientas dictaduras; las involucradas en la trata de personas; las que llenan de balas a los pibes en los barrios. Las mismas que -bien lo sabe- custodian los negocios podridos de gobernadores, intendentes, punteros y burócratas, que son la base real de su poder.
Durante esta parte del discurso, las cámaras mostraron al flamante jefe del Ejército tanto como al ahora jefe de gabinete Aníbal Fernández, quien fuera el responsable político de las muertes de Darío y Maxi en 2002. Quizás faltó un plano a Daniel Scioli, otro embanderado en la causa “nac & pop” de la “seguridad”, que centra su campaña en los 10.000 policías que graduó a través del “Operativo Sol”, gracias al cual ya pudo detener a cientos de jóvenes en la costa. Difícilmente se haya molestado, siendo uno de los grandes beneficiados por la estrategia de este kircherismo en retirada: reconciliar por todos los medios las banderas -agostadas- del “modelo” y las armas.
¿Y los trabajadores?
La clase obrera casi no existió en la perorata presidencial. Volviendo a la comparación con los 90’, Cristina recalcó la existencia de paritarias y el fin del desempleo de dos dígitos. También señaló que, gracias al kirchnerismo, 17.100 suspensiones en el sector automotriz no derivaron en despidos. Quizás no tuvo tiempo para aclarar que un tercio de los trabajadores sufre alguna forma de precarización. Y tal vez se “olvidó” de decir que sólo las luchas de una nueva generación obrera que hace su experiencia en fábricas como Lear, pudieron poner un freno al avance de las patronales, apoyadas por el gobierno, su gendarmería, y su enquistada burocracia.
Afuera, en los alrededores de la plaza, la UF se hizo presente. El anuncio sobre una futura estatización de los trenes fue festejado por el secretario general del gremio, Sergio Sasia. El mismo, dueño de una empresa subsidiaria del ferrocarril y antiguo miembro de la gestión de Pedraza - culpable del asesinato de Mariano Ferreyra-, fue uno de los “buenos muchachos” que el acató el mandato “Todos con Cristina”.
La burocracia de la lista Verde del SMATA también estuvo en la plaza. Allí, desplegó una bandera de Lear –enviando un claro mensaje a los trabajadores antiburocráticos y la izquierda- en la que podía leerse “En las buenas y, en las malas, mucho más”. Haciendo valer su rol privilegiado como pata sindical del gobierno para aplastar cualquier organización independiente de los trabajadores, este gremio superó en concurrencia a otros aliados K como la UOCRA y UOM. De todas formas, lejos estuvieron de los 20.000 mecánicos a los que Pignanelli amenazó con “poner en la Panamericana” cuando los trabajadores de Gestamp reclamaban por sus puestos de trabajo.
La izquierda y la juventud frente al 24M
“El candidato es el proyecto”, expresaba una de las banderas de La Cámpora, omitiendo la mención de cualquiera de los presidenciables oficialistas. Mientras tanto, la presidenta aprovechó uno de sus últimos cambios en el gabinete para envestir a “Wado” de Pedro, el dirigente camporista más “sciolista”, como Secretario General de la Presidencia, en un movimiento que ya tuvo el visto buenos de varios intendentes.
Frente a la falsa “polarización” que buscan impulsar el gobierno y las “corpos mediáticas”, este 24 de marzo, en un nuevo aniversario del golpe genocida, los compañeros del PTS en el FIT junto con activistas y organizaciones por los derechos humanos, vamos marchar por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Contra la impunidad de ayer y hoy, nos enfrentamos tanto a los jueces y fiscales encubridores que asistieron al 18F, como a los partícipes de la dictadura que estuvieron en el Congreso con el gobierno. Porque sabemos que, frente al país “cómodo” que Cristina pretende legar a unos y otros, no estamos “cómodos” los laburantes en negro. Ni la familia y amigos de Ismael Sosa, que exigen justicia, en nombre de todas las víctimas de gatillo fácil y la brutalidad policial. No están cómodos los despedidos de Lear. Tampoco las mujeres que luchan por el aborto. Ni los estudiantes de la UBA, cuyo vicerrector es un servicio de la ex SIDE.
Desde la Juventud del PTS, denunciamos la persecución y los ataques del gobierno, planteando la necesidad de una alternativa independiente. Porque no militamos para gestionar las miserias del Estado sino para luchar contra este sistema y transformar la vida. Este 24M, el gran desafío es llenar la plaza con los trabajadores y los jóvenes que luchan con la izquierda.