La precarización que viven casi 300 empleados bancarios de Bancor contrasta con las ganancias millonarias que hicieron los bancos en los últimos años.
Martes 1ro de octubre de 2019 01:53
La condición de precariedad que afecta la vida de casi 300 empleados bancarios de Bancor, que describimos en otra nota de esta edición, contrasta con las ganancias millonarias que hicieron los bancos en los últimos años, pero más aún bajo el gobierno de Mauricio Macri y uno de sus socios fundamentales, el “Gringo” Juan Schiaretti.
Leé también: Crónicas bancarias: tras la especulación, precarización
En el país atendido por sus propios dueños, la timba financiera, la devaluación del peso y la fuga de capitales les dejaron a los banqueros millones de dólares mensuales de ganancias. Como señalaba en abril el economista Gastón Remy, “el negocio de los bancos (incluido el Banco de Córdoba) con el BCRA no solo es con la colocación del 100 % de los depósitos en Leliqs; sino que han logrado recibir tasas anuales del 68,16 %. Pero la ventaja no es solo por las tasas que vuelan por las nubes, sino en especial, la diferencia entre la tasa que los bancos perciben por las Leliqs y la que pagan por los plazos fijos (42,25 %), una diferencia que llega al 25,9 %. Un número redondo que explica en gran medida sus ganancias siderales, solo un 37,6 % de su patrimonio acumulado en los últimos doce meses previos a enero 2019”.
En el caso del Banco de la Provincia de Córdoba, los resultados de los ejercicios contables de los últimos cuatro períodos significaron la obtención de ganancias netas por más de $ 8.000 millones según sus propios informes públicos. Así, si la descripción de Remy era para los primeros meses del año, las ganancias que acumularon en los últimos meses confirman el diagnóstico, porque el Banco de la Provincia de Córdoba no escapa al esquema especulativo nacional.
Su último balance, del 30 de junio de 2019, exhibe que el banco tiene su activo destinado en un 37 % a préstamos ($ 48.000 millones) a la vez que utiliza una suma similar, un 35 %, a la timba financiera ($ 45.000 millones) con la tenencia de títulos de deuda del Estado Nacional, Letras de Liquidez del Banco Central (Leliq) y Bonos del Estado Provincial.
Al indagar dentro de la cartera de préstamos queda en claro que, lejos de ser un motor para la actividad productiva, el banco esquilma los ingresos del pueblo trabajador: el 76 % de la cartera está explicada por préstamos personales, tarjetas de crédito, hipotecarios o para capital de trabajo de las empresas u otro tipo de créditos con tasas de interés por las nubes. A eso se suma que los préstamos hipotecarios, en una provincia donde el déficit habitacional alcanza a 400 mil familias, comprenden solo el 12 % del total. La operatoria del Banco de Córdoba sigue las coordenadas económicas del Gobierno nacional: la política monetaria que con la emisión de Leliqs del Banco Central actúa como una aspiradora que chupa pesos de los bolsillos de todo el mundo, contrae el crédito y el consumo, destruyendo la actividad económica.
Es decir, los recursos del banco no están destinados a las necesidades populares y encima ponen en riesgo los recursos de los cordobeses jugándolos en la timba financiera. Como bien indica Pablo Anino aquí, “el sistema bancario, en Argentina y el mundo, es una asociación ilícita dedicada al robo del producto del trabajo ajeno a gran escala. Los bancos juegan en el casino con el dinero de otros: invierten o prestan lo que reciben por depósitos en cuentas sueldos, de ahorro, de inversión o en plazos fijos”.
El aumento de la desocupación -que en el Gran Córdoba llega a 13,1%-, de la pobreza y la miseria generalizada como acaba de anunciar el INDEC no es una catástrofe natural, sino producto de la política económica. Como venía planteando la izquierda, el mega endeudamiento del macrismo tornó la deuda en impagable. De hecho, el Gobierno nacional decretó el default selectivo de la deuda de corto plazo.
La reestructuración en curso constituye una nueva oportunidad de negocios para los fondos especulativos internacionales, pero el Banco de Córdoba que está empapelado de títulos de deuda (cuya desvalorización por el default selectivo) afecta potencialmente su patrimonio. Esto fue advertido por el último “Informe de revisión de los auditores independientes” realizado por Deloitte. Allí se señala que el banco no analizó (lo cual fue autorizado por el Banco Central) el “Deterioro de valor” por la tenencia de “Instrumentos financieros” aunque “el Directorio estima que tales efectos podrían ser significativos”. Inclusive, el último balance todavía no captó de manera plena los efectos del golpe de mercado post-PASO. Esto no se vuelve un impedimento, atendiendo a los años continuados y consecutivos de ganancias millonarias, para que todos los trabajadores y trabajadores del Banco de Córdoba sean reconocidos de manera urgente con sus plenos derechos a través del pase a planta.
El directorio del banco pone así en riesgo el patrimonio de pequeños ahorristas, trabajadores y la población cordobesa en general. La historia conocida del desfalco al ex Banco Social y su administración fraudulenta, así como los recuerdos latentes del 2001 y el colapso del sistema bancario, deberían funcionar como advertencia. Aunque la situación no es exactamente igual a este último descalabro, son los mismos voraces banqueros los que hacen negocios a costa de la clase trabajadora y los sectores populares.
Si te interesa: Los bancos, demasiado importantes para seguir en manos privadas
Por eso, el Frente de Izquierda propone la nacionalización del sistema financiero creando una banca estatal única que concentre el ahorro y las riquezas nacionales que hoy ususfructúan los bancos privados y los estatales que, como el Banco de Córdoba, funcionan como una mesa de dinero provincial. Para que bajo control de los propios trabajadores bancarios y técnicos de las universidades, se garanticen medidas urgentes y mínimas. En primer lugar, el pase a planta de todos los y las trabajadoras precarizadas del sistema bancario, y la defensa de todos los derechos adquiridos. En segundo lugar, resguardar los depósitos de los pequeños y medianos ahorristas, así como canalizar los recursos hacia un crédito que responder a las necesidades sociales más urgentes; es decir para inversión en infraestructura, pero también para las actividades de comerciantes, talleristas, etc. Solo así se podrá invertir la respuesta de aquella pregunta brechtiana sobre si fundar un banco no es mayor robo que asaltarlo.