En la provincia se está llevando a cabo el juicio por la muerte que sufriera el policía Gabriel Mandagaray en un entrenamiento del grupo especial COER. Con declaraciones de quienes realizaban el curso de ingreso a esta fuerza represiva de elite en el año 2021, los testimonios evidencian la responsabilidad de los miembros de la fuerza especial rionegrina en su muerte. Una vez más, queda expuesta la violencia sistemática de esta fuerza policial.
Sábado 6 de mayo de 2023 15:02

En el juicio están imputados 6 agentes policiales con diferentes cargos: los instructores Marcelo Contreras, Maximiliano Vitali y Alfredo Nahuelcheo Méndez. Además, el jefe del COER, Alejandro Gattoni. También Carlos Grasso y Oscar Szymansky, que son responsables del área de Capacitación de la Policía, por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos en calidad de autores.
Gabriel Mandagaray, quien era hijo de un jefe policial, murió el 15 de abril de 2021 en Bahía Creek, ubicado en el departamento Adolfo Alsina, en la provincia de Río Negro. Este hecho ocurrió durante un curso de ingreso al Cuerpo de Operaciones Especiales y Rescate (COER). Falleció en el agua, por asfixia por sumersión. Pero, según indicaron la pericias forenses, antes de ahogarse sufrió hemorragias por un fuerte golpe en la cabeza, a la vez de estar expuesto a un fuerte stress subproducto de diferentes situaciones sufridas en el conjunto del entrenamiento. Cabe resaltar que el policía muerto fue obligado a una práctica en el mar, habiendo declarado que no sabía nadar.
Emanuel Quiriban, uno de los policías que compatió el curso de ingreso al grupo COER entró al mar con Mandagaray. En las audiencias del juicio contó cómo los hicieron ingresar al agua cargando un tronco y vestidos completamente con el uniforme, incluyendo las armas. En su declaración, Quiriban relata que fue ese mismo tronco que les hicieron cargar el que golpeó la cabeza del cursante fallecido aquella noche, y que esto no hubiera sucedido si los instructores del COER no los hubieran expuesto a la situación de tortura que vivieron hace ya poco más de dos años. “Mandagaray avisó desde el primer día que no sabía nadar. Todo lo que le hicieron vivir esos días de curso a Gabriel, un excesivo desgaste físico, con ausencia de alimentación e hidratación, falta de descanso y cuidados mínimos, sumado al ingreso al agua de alguien que dijo que no sabía nadar."
Posteriormente, en su alegato, la fiscalía describió una serie de hechos que dejan en evidencia la intencionalidad de las torturas que sufrieron quienes realizaban el curso. Entre las mismas se puede destacar el cambio de sitio del curso, llevando a los ingresantes a Bahía Creek, de noche y mojados con bajas temperaturas, tras una jornada con alto desgaste físico, deshidratación y mal alimentados.
En las audiencias siguientes del juicio aparecieron nuevos elementos, más detalles de los maltratos y la violencia ejercida por los funcionarios del COER. También testimonios de profesionales, como el caso de Elias Jaid, quien es médico en el Centro de Salud del Balneario El Cóndor, lugar donde fueron atendidos los agentes que entraron al mar junto a Mandagaray. El mismo contó que los pacientes ingresaron con signos de hipotermia, temblando y sin poder hablar.
Vale recordar que el grupo COER tiene pocos años de existencia: el 21 de septiembre del año 2012, por decreto del entonces gobernador Alberto Weretelnek (decreto 1273), se disolvía la Brigada de Operaciones y Rescates Antitumultos (B.O.R.A.), para dar origen al COER. Desde su creación hasta el día de hoy esta fuerza ha sido, entre otras cosas, una de las herramientas de la constante persecusión y hostigamiento hacia el pueblo mapuche, a la vez de represión a las familias sin techo en todos los nuevos asentamientos que se produjeron en plena pandemia. Es el grupo de elite represiva que tiene la Policía de Río Negro.
El lunes 8 de mayo se darán los alegatos de clausura de cada una de las partes, una vez terminada esa jornada el tribunal discutirá el veredicto durante unos tres días. Más allá de las sentencias que se den a conocer, tras los testimonios de los propios policías queda claramente al descubierto una vez más la violencia inherente de las llamadas "fuerzas de seguridad”.