La ley es un avance que quedó muy reducido por la letra chica negociada con la derecha. Se espera su promulgación por el presidente Boric antes del 1 de mayo.
Miércoles 12 de abril de 2023 11:43
La jornada de ayer en el parlamento chileno tuvo hasta llantos. Durante varias horas, desde la pinochetista UDI hasta el Partido Comunista emitieron palabras a favor del proyecto de #40horas semanales de trabajo. Mientras las bancadas oficialistas hicieron hincapié en el “tiempo para la familia” y el “descanso”, la derecha defendió la gradualidad de implementación y flexibilidad que significará para el “rígido código laboral chileno”.
Pero mientras el Congreso se llenaba de abrazos y manos arriba, el proyecto de 40 horas, que representa un avance en términos de reducción de la jornada, trae aparejado también un enorme problema en su letra chica.
Teniendo en consideración que el proyecto se debatió por más de seis años en el parlamento, el destrabe del proyecto pasó en gran parte por la negociación que sostuvo el gobierno y las bancadas oficialistas con la derecha y el gran empresariado, quienes exigieron, como moneda de cambio a la reducción de la jornada, la ampliación de los márgenes de flexibilidad en el código del trabajo y sobre todo en la distribución de las horas semanales de trabajo.
La jornada laboral ya no será computada de forma semanal, como se hace actualmente, sino en un promedio de 40 horas semanales sumadas de forma mensual, es decir en un ciclo de 4 semanas. Quien determinará la cantidad de horas de cada semana será el empleador, quien bajo el supuesto “mutuo acuerdo” podrá imponer una distribución que no necesariamente será favorable para el o la trabajadora. Este número de horas podría llegar hasta 52 horas, aparte del tiempo de almuerzo, en caso de que cuente con aceptación de un sindicato, sin que haya un requisito de fortaleza o representación del mismo.
Además, es incoherente porque, para algunos sectores considerados "excepcionales", las jornadas se mantienen en la práctica en promedios de 42 horas (no se rebajan a 40), promoviéndose que los días de descanso que se otorgan en compensación a los trabajadores sean intercambiados por dinero.
El tiempo de almuerzo (no pagado) se fracciona hasta en 4 horas para trabajadores de hoteles y clubes, lo que implicará que se anticipe el horario de ingreso o postergue el de salida del trabajo, con lo que se incrementa en la práctica las horas a disposición del empleador.
Otro punto relevante es que, de ahora en más, la jornada completa, es decir las 40 horas, podrán distribuirse en jornadas desde 6x1 hasta 4x3 (hoy el mínimo es 5x2), quedando esto sujeto a negociación entre el trabajador y la patronal, donde probablemente primará, una vez más, el interés de esta última parte.
Otro punto bastante cuestionado es el cambio en el pago de las horas extras que hoy están reguladas en el artículo 32 del código del trabajo y que ahora con el proyecto podría verse afectado ya que el pago de estas horas podría ser sustituido por días de descanso compensatorios.
El proyecto señala además que “las partes podrán acordar por escrito que las horas extraordinarias se compensen por días adicionales de feriado", es decir, se podrá tener más días de vacaciones en el cálculo semestral. Sin embargo, en Chile las vacaciones se pagan al valor de la hora regular, por lo que gozarán de más días de vacaciones pero por la misma plata.
Una última cosa que llama la atención y que fue constantemente aludida durante el debate por parte de las bancas oficialistas e incluso por la propia ministra de Trabajo Jeannette Jara, es que muchas empresas ya han implementado la jornada de 40 horas, por lo que sus trabajadores serán perjudicados por el nuevo marco legal, lo cual representará un retroceso a su actual situación laboral.
La reducción de la jornada laboral y el aumento del derecho al descanso y al ocio ha sido una de las banderas históricas de la lucha de la clase obrera y que debe defenderse, pero no puede transformarse en la moneda de cambio para introducir mayor flexibilidad y precariedad laboral.
Los partidos de gobierno quieren que celebremos sin más, pero como saben los trabajadores que han participado en negociaciones colectivas, muchas veces los empresarios te dan algo con una mano, mientras te quitan derechos con la otra. Por lo que hay que ser claros, hay que defender la reducción de la jornada, oponiéndose y llamando a enfrentar los favores que se le dieron a los empleadores en esta reforma. Ese es el camino a construir.