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Red Internacional
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Coronavirus. El Estado Español mantiene bloqueos imperialistas en la crisis del coronavirus

La crisis del coronavirus ha desatado crisis humanitarias dentro de países bajo bloqueos imperialistas como Irán y amenaza otros como Cuba o Venezuela. El Estado español debe levantar los bloqueos y sanciones imperialistas en los que participa y destinar los más de 12.000 millones de euros de presupuesto militar a combatir el COVID-19.

Sábado 21 de marzo de 2020

De entre las acciones imperialistas en la que participa el Estado español, los bloqueos, embargos y sanciones económicas, tienen un profundo impacto en las condiciones de vida de muchos pueblos, que se agrava ahora con la multiplicación de contagios por coronavirus.

El gobierno "progresista" mantiene la participación en bloqueos de forma directa, como es el caso de Venezuela, o de forma indirecta, al formar parte de la OTAN que apoya activamente los bloqueos estadounidenses contra países como Irán.

El pueblo iraní está sufriendo desesperadamente no sólo por uno de los brotes más graves de coronavirus en el mundo, sino también por las paralizantes sanciones en materia de medicamentos y alimentos que han obstaculizado la capacidad del gobierno para responder eficazmente a la pandemia.

Hasta el 20 de marzo, Irán tenía casi 20.000 casos confirmados de coronavirus y 1.433 muertes —el mayor número de muertes fuera de China e Italia. "Según nuestra información, cada 10 minutos muere una persona por el coronavirus y unas 50 personas se infectan con el virus cada hora en Irán", según Kianush Jahanpur, portavoz del Ministerio de Salud.

Aunque la mayoría de los equipos de protección, como las máscaras y los desinfectantes, se producen en Irán, el acaparamiento ha provocado una escasez que es difícil de mitigar. Las sanciones han hecho prácticamente imposible que el país exporte petróleo e importe los medicamentos, el equipo médico y los alimentos que tanto necesita para luchar contra este importante brote, que se añadieron al bloqueo desde 2019.

Las sanciones también están ejerciendo una presión adicional sobre la dañina crisis financiera dentro de Irán. Como indicador de la gravedad de la crisis económica de Irán, el país solicitó la semana pasada un préstamo de emergencia de 5.000 millones de dólares al FMI, la primera vez desde 1979.

Maduro pide la misma cantidad al FMI, organismo conocido por su expolio a los países latinoamericanos e impulsor consciente del desmantelamiento de los sistemas sanitarios en todo el mundo, con consecuencias catastróficas en el control de epidemias. Y es que también en Venezuela, la llegada de los primeros infectados de coronavirus desde el Estado español ha disparado las alarmas de un país en grave crisis de escasez ante el bloqueo y devaluación monetaria.

Esta situación obliga a Venezuela a gastar tres veces más en equipos de pruebas de coronavirus que los países no sancionados, dificultando gravemente la capacidad del gobierno venezolano para responder a la pandemia.

Desde 2018, el Estado español es uno de los grandes impulsores de los nuevos embargos y sanciones a Venezuela por parte de la Unión Europea, que ya venía aplicando años antes Estados Unidos. No en vano el Estado español ha sido uno de los países con mayor presencia en Latinoamérica.

En 2019, las sanciones se intensificaron para incluir un embargo de petróleo (la economía de Venezuela se basa en este recurso) y una prohibición de todas las transacciones con entidades estatales venezolanas, así como a terceros que trataban con el Estado venezolano.

Este es el caso de las sanciones a las empresas que enviaban petróleo venezolano a Cuba, donde también han llegado los primeros contagios de coronavirus. Las autoridades cubanas estimaron que desde abril de 2018 hasta marzo de 2019 el bloqueo estadounidense ha causado pérdidas a Cuba en el orden de los 4.343 millones de dólares estadounidenses, situación que afecta directamente a los recursos de los que dispondría el sistema sanitario a través del desabastecimiento.

El Estado español sigue manteniendo al ejército imperialista en plena crisis del coronavirus

A día de hoy el Ejército español está desplegado en la República Centroafricana, Somalia, Mali, Senegal, el Océano Índico, Turquía, Bosnia, Colombia, Afganistán, Iraq y Líbano. Lo hace bajo diversos mandatos y coaliciones, desde la UE, la ONU o la OTAN, y se dedican a labores de control del territorio, la defensa de los barcos europeos que esquilman caladeros africanos o el entrenamiento de fuerzas militares y policiales locales.

Además de esta contribución directa, se mantienen la base norteamericana de Rota, que puede ser utilizada sin control alguno para las operaciones norteamericanas en la región, así como las de Morón, Torrejón o Zaragoza que están a disposición de la OTAN y sus países miembros. Esto es parte del ADN de un régimen que carga con parte de la culpa de los miles de personas que cada año mueren atravesando el Mediterráneo, que anunció que elevará las vallas de Ceuta y Melilla y mantiene aún abiertos los CIEs.

A medida que el coronavirus aumenta su alcance en todo el mundo, los países que más luchan con esta crisis sanitaria deberían recibir colaboración internacional en lugar de bloqueos económicas de consecuencias letales ante una pandemia como esta.

Es necesario denunciar la participación del Estado español en la guerra económica impuesta a estos países, pedir el fin inmediato de las sanciones para reducir al máximo las muertes y el sufrimiento y retirar las tropas en misiones imperialistas. Al mismo tiempo, se debería utilizar el presupuesto del ejército -el cual alcanza los 12.130.444.000 € al año- para abastecer a la sanidad y la población de los materiales e instalaciones que demandan ante esta crisis sanitaria.

Para la clase trabajadora del Estado español es fundamental luchar contra el imperialismo, empezando por el de su propio país. Porque quienes explotan y humillan a las clases populares en el extranjero, son los mismos que precarizan las condiciones de vida de millones de trabajadores en el Estado español.


Jorge Remacha

Nació en Zaragoza en 1996. Historiador y docente de Educación Secundaria. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.