Con casi el 100% de las mesas escrutadas se confirma la victoria del candidato frenteamplista Tabaré Vázquez con el 53,6% de los votos frente al 41,1% de la formula encabezada por Lacalle Pou.
Martes 2 de diciembre de 2014
Con estos resultados Tabaré Vázquez se convierte en el presidente electo más votado en más de 70 años, y el Frente Amplio accede a su tercer gobierno consecutivo con mayorías parlamentarias, algo que no ocurría desde 1955 en los años de hegemonía del Partido Colorado. Además, el candidato frentista entra en el “selecto” club de los presidentes de la república que han gobernado por dos mandatos, junto a los colorados José Batlle y Ordoñez y Julio María Sanguinetti.
El porcentaje de votos emitidos se situó en 88,5%, levemente por debajo del promedio histórico, mientras el voto en blanco y anulado estuvieron cercanos 5,5%, lo cual muestra un salto con respecto a los dos balotajes anteriores, motorizado por sectores de izquierda descontentos, bases del Partido Independiente, y una porción de voto históricamente Colorado que no acompaño a la fórmula blanca.
Los números de esta segunda vuelta son coherentes con los reflejados el 26 de Octubre pasado, donde de no mediar una catástrofe era muy difícil que el Frente Amplio fuera derrotado. Y desde el punto de vista de la situación política y económica (que por ahora no es turbulenta) expresa claramente un voto a la estabilidad y el “rumbo seguro” pregonado por Tabaré y toda la plana mayor frenteamplista. A su vez estos resultados vuelven a mostrar una relación de fuerzas entre las clases donde la derecha ya no puede desplegar su programa neoliberal noventista. En este sentido, la derecha uruguaya, así como en otros países latinoamericanos inscriptos en el ciclo posneoliberal, de alguna manera sigue “vetada” en su discurso y en los hechos para gobernar. Ni la imagen jovial y descontracturada de Lacalle Pou, ni su discurso “Por la positiva”, o su apuesta a mostrarse como un candidato desideologizado y pragmático que “tomaría lo bueno” del Frente Amplio y corregiría lo malo, fueron argumentos suficientes para despegarse no solo del gobierno de su padre Luis Lacalle Herrera, sino también del conjunto de los gobiernos neoliberales de los 90. Los otros límites de la derecha tradicional fueron la bancarrota del Partido Colorado, y la debilidad para disputar el voto en sectores socioeconómicamente pobres históricamente colorados, y la poca llegada de ambas candidaturas al electorado de centro.
El 57% de Vázquez en Montevideo y el alto porcentaje de votos en la zona metropolitana y las ciudades más importantes muestra que aún el Frente Amplio a nivel de masas sigue manteniendo el respaldo electoral de la clase obrera organizada que en nuestro país configura un actor social de peso, siendo capaz de marcar la agenda política. Aunque en algunos sectores esa confianza se vea erosionada por la lucha de clases de los últimos 10 años.
El presidente electo realizó un pequeño acto en el Hotel Four Points donde su ubica su comando de campaña, donde resaltó que será el “presidente de todos los uruguayos” y que buscará un gobierno de acuerdos en temas cruciales con la oposición. Esta línea ya había sido advertida por la mañana cuando Vázquez desde su centro de votación llamó a un “Encuentro Nacional”, un as debajo de su manga para poder lograr mayorías especiales en el Parlamento que habiliten reformas y proyectos pactados con la derecha en múltiples cuestiones. Uno de los temas será el proyecto de Sistema Nacional de Educación, en el cuál el régimen político buscará cerrar filas contra los trabajadores.
La alicaída formula blanca realizó un rápido discurso en el que Lacalle Pou volvió a reafirmar que apostó por una campaña “sin agravios”, y anunció que será el líder de la bancada de su partido y promoverán su agenda desde el parlamento.
Mujica estuvo en el hotel saludando a Vázquez junto con el Consejo de Ministros, volviendo a reafirmar lo crucial de su figura dentro del Frente Amplio junto a la del Vicepresidente Danilo Astori. Es que desde finales de 2012 a través de distintos gestos y reuniones, Mujica, Astori y Vázquez aprontaban la ordenada transición hacia un nuevo gobierno de este último, tanto desde los números macroeconómicos (inflación, precio del dólar, y déficit fiscal), como desde la concreción de leyes y los mega proyectos con el capital extranjero.
Una de las perlas de la jornada estuvo en la llegada de Daniel Scioli al búnker de Tabaré para saludarlo. El presidenciable argentino protagonizó un momento incómodo frente a los periodistas uruguayos, cuando uno de estos le preguntó por la “afinidad ideológica” con Tabaré y lo peculiar de haber estado con Menem en los 90, y hoy estar en el bando “progresista”. Una muestra más de que el próximo gobierno frenteamplista no será de más “progresismo” sino todo lo contrario.