Cine // Documental. El Garrafa, una película de fulbo: el potrero tomó la pantalla

No soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece

Eduardo Galeano

Cada vez que en el fútbol suena la palabra potrero, el escenario que se figura es una canchita barrial que salpica barro y pasión. Lo que ocurre ahí nada tiene que ver con los partidos que uno está acostumbrado a ver por la televisión. En el potrero la pelota gira por diversión. Los que pueblan esos espacios, en el que apenas se ven unas líneas despintadas de cal, o en el que directamente no hay demarcaciones, juegan al fulbo. Son ajenos a toda la pedagogía TyC Sports y no importa que botines esté promocionando Cristiano Ronaldo ni como salta a cabecear. En el potrero lo que importa es el juego por el juego mismo. Y de ahí salió José Luis “Garrafa” Sánchez. Un jugador que terminó quedando en la memoria de todos por su libertad y consecuencia dentro y fuera de una cancha.

Garrafa, apodo que nació porque su padre se dedicaba a vender garrafas, fue un jugador que le hizo trampa al sistema. Sus condiciones con la pelota -esa zurda volvió loco a varios– podrían haberlo hecho alcanzar más prestigio, pero él prefirió quedarse en los lugares donde se sentía bien. Se dedicó a jugar al fútbol para divertirse y para sacarle una sonrisa a la gente que lo iba a ver. Nada de especulaciones. Si había que tirar un caño en un partido decisivo o gambetear varias veces al mismo jugador, como si estuviese jugando en la canchita de su barrio, lo hacía sin titubear. La prueba de esto se puede rastrear en YouTube, buscando sus jugadas, o en el documental El Garrafa. Una película de fulbo (2012) de Sergio Mercurio.

Sánchez nació en La Tablada y en esa localidad de La Matanza dio sus primeros pasos como jugador. En los primeros picados con gente más grande empezó a tallar su personalidad y a aprenderse las mañas del juego. Algo que no se consigue en las inferiores de ningún club. Varios años después se mudó con su familia a Laferrere y siguió jugando picados barriales, hasta que un amigo le propuso ir a probar suerte a Deportivo Laferrere. En esa institución lo ficharon y rápidamente saltó a jugar en la primera de “El verde”. Luego siguió su carrera en El Porvenir bajo el mando de Ricardo Calabria y junto a Rubén “Yagui” Forestello hicieron de las suyas y lograron el ascenso al Nacional B. Con el club de Gerli jugó un partido amistoso contra la selección Argentina y según se cuenta en el documental El Garrafa… bailó al Cholo Simeone y Marcelo Gallardo, todavía jugador, preguntó sorprendido por “ese pelado”.

Tuvo un paso breve por el Club Bella Vista de Uruguay, con el cual obtuvo la clasificación a la Copa Libertadores, pero no llegó a jugarla porque su padre enfermó y se volvió a la Argentina para acompañarlo hasta su muerte. Luego de aquel golpe emocional, estuvo varios meses sin jugar hasta que le salió la oportunidad de incorporarse en Banfield. Con la camiseta del Taladro dio todo de sí y terminó de forjar su nombre en el fútbol argentino. Jugó partidos importantes, en el año 2001 obtuvo el ansiado ascenso a la máxima categoría y en los partidos que jugó en primera se lució contra River y Boca, hizo goles categóricos, la siguió pisando como en el potrero del barrio y siguió emocionando con sus gambetas y caños.

Su estadía en Banfield duró cinco años. Con el corazón de los hinchas del Taladro en el bolsillo, regresó a Laferrere con la idea de terminar su carrera en el club de sus amores, pero el azar no le jugó una buena pasada y su despedida del fútbol se dio de la peor manera. De la manera más injusta. Una tarde haciendo unas piruetas con su moto, frente a su casa en Laferrere, perdió el control y un golpe en la cabeza contra un cantero le terminó quitando la vida. El accidente, según el parte médico de aquel momento, le ocasionó "fractura de cráneo con pérdida de masa encefálica".

Capital del fútbol

“Después de la explosión que tuvo en Banfield, Garrafa se empezó a hacer conocido y todos lo querían, pero no solo como jugador sino por cómo era. Cuando pasó a Laferrere, el Gordo llegó un día al entrenamiento y le empezó a preguntar a todos los del plantel cuanto calzaban. A la semana cayó con una bolsa llena de zapatillas y botines nuevos para todos sus compañeros. También, los invitaba seguido a todos a la casa y les hacía asados. Eso era él, puro corazón”, recuerda Adrián Gonzalez, amigo y compañero de equipo en Banfield.

El Porvenir, Laferrere y Banfield terminaron unidos por el mismo amor y lo dejaron demostrado cuando decidieron bautizar las tribunas de sus estadios con el nombre de Garrafa. "Yo creo que ídolo es cuando vos jugás e intentás jugar. Metés pases o metés goles. Creo que eso es un ídolo", se lo escucha decir en el documental que dirige Mercurio. Sin jugar en un club grande ni gozar de la chance de vestir la camiseta de la Selección, aunque las tribunas lo hayan clamado al grito de “para Garrafa la selección”, logró meterse en el podio de los grandes jugadores del fútbol de nuestro país y al igual que muchos ídolos (Maradona, Messi), quedó impregnado en la piel de muchos fanáticos. La mejor descripción de lo que significa su nombre no está en libros ni revistas especializadas, figura en una bandera de Banfield que dice “Garrafa Sanchez: Capital del fútbol”.

Tráiler de la película "El Garrafa, una película de fulbo", que narra la vida de José Luis Sánchez, se estrenó hace 8 años, un 14 de abril, en el estadio Florencio Sola.

Podés ver la película aquí

El Garrafa, una película de Fulbo – HD

El Garrafa, una película de Fulbo - HD from El Garrafa on Vimeo.