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Red Internacional
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NEGOCIOS ESTRATÉGICOS. El Gran Canal de Nicaragua y las millonarias inversiones de China en Latinoamérica

La empresa con sede en Hong Kong que tiene la concesión para construir un canal interoceánico de 50.000 millones de dólares en Nicaragua dijo el martes que se prepara para lanzar una oferta pública inicial de acciones.

Miércoles 24 de diciembre de 2014

Fotografía: Reuters

EL presidente y director general de HK Nicaragua Canal DevelopmentInvestment Co Ltd (HKND Group), Wang Jing dijo que la compañía estaba preparando el prospecto de colocación que revelaría a los inversores que están detrás de la vía interoceánica, la cual busca competir con el Canal de Panamá.

En el proyecto del Gran Canal de Nicaragua, cuyo inicio de obras se llevó a cabo formalmente el lunes, el Gobierno chino no tiene participación alguna, dijo. "Desde el principio hasta ahora este proyecto no tiene ningún acto o elemento del Gobierno de China", dijo el empresario.

El Canal tendrá una extensión de 278 kilómetros, atravesará el país desde el Pacífico hasta el Caribe y su anchura oscilará entre 230 y 520 metros, con una profundidad de 30 metros. Más de un año después de ser anunciado oficialmente, el proyecto del canal enfrenta un amplio escepticismo con dudas sobre su financiamiento, su afectación ambiental al Lago Nicaragua y la cantidad de tierras que tendrán que ser expropiadas para su construcción, que se calcula que afectará a unos 20.000 campesinos que viven del trabajo agrario. De hecho el comienzo de las obras fue rechazado por movimientos campesinos que realizaron protestas con cortes de ruta, y el pasado 10/12 se realizó una importante manifestación con miles de participantes en la capital Managua.

Por su parte, el presidente Ortega encabezó la inauguración oficial de las obras. “Ustedes son bienvenidos a Nicaragua”, dijo al empresario chino Wang Jing, propietario de la concesión, quien lo acompañó en la ceremonia desarrollada en Managua.

China importante inversor en Latinoamérica

El inicio de las obras para el Canal de Nicaragua por parte de la empresa china, tal vez la más icónica infraestructura que se emprende en la América Latina del siglo XXI, simboliza como nunca el rápido posicionamiento de China como potencia comercial e inversora en el subcontinente.

Estados Unidos y España, que comparten con Latinoamérica una larga historia de altibajos, ven con inquietud este desembarco chino, que en solo 10 años ha conseguido acercar sus cifras de inversión y comercio en el subcontinente a las españolas y estadounidenses, aunque aún sigue por detrás de ambos.

Durante décadas, la relación entre China y Latinoamérica se limitó a la retórica de la amistad entre Pekín y los no alineados, o también al apoyo, con palabras más que con hechos, a movimientos revolucionarios en la región.

Esto cambió a partir del viaje del presidente chino Hu Jintao a Brasil, Argentina, Chile y Cuba en el año 2004, fecha que para muchos observadores marca un hito en las relaciones entre dos mundos lejanos pero con intereses poderosamente complementarios.

Hu prometió entonces que China invertiría en América Latina 100.000 millones de dólares en la década venidera e intentaría también llegar a esa cifra en cuanto a intercambio comercial, un objetivo superado con creces en la actualidad (261.600 millones de dólares en 2013).

La inversión china en la región pasó de 1.000 millones de dólares en 2003 a 87.800 millones en 2012, y solo la construcción del canal de Nicaragua ya supone otros 40.000 millones.

Grandes proyectos en áreas clave

El país asiático está detrás de grandes proyectos en el sector ferroviario, el minero, el petrolero o el hidroeléctrico de la región, algunos de ellos dirigidos a cambiar los tejidos económicos nacionales, tales como el citado Canal de Nicaragua o la mayor central hidroeléctrica ecuatoriana, Coca Codo Sinclair.

Es quizá en el sector ferroviario donde la presencia china es más llamativa: Argentina, por ejemplo, restaura con ayuda del país asiático su durante décadas olvidada red de transporte ferroviario de mercancías, vital para conectar sus zonas agrícolas con los puertos exportadores (entre ellos la soja que China le importa a manos llenas).

En Colombia firmas chinas desarrollan la red ferroviaria atlántica, y en Venezuela participan en la edificación de la red que conectará Caracas con las regiones occidentales de producción petrolífera.

A todo esto ha de sumarse el acuerdo preliminar entre China, Brasil y Perú para construir un tren que conecte el Atlántico con el Pacífico a través de 3.500 kilómetros, otro faraónico plan para hacer sombra al Canal de Panamá que EE.UU. edificó hace un siglo.

El despliegue de los trenes chinos en Latinoamérica ha encontrado un primer bache recientemente en México, donde China lograba el contrato para construir el primer tren de alta velocidad latinoamericano (entre la capital y Querétaro) pero veía cancelado el acuerdo pocos días después, por irregularidades en el concurso.

Menos mediáticos, pero más abundantes y ya más consolidados, son los proyectos de China en los sectores petrolero, minero e hidroeléctrico de Latinoamérica, región donde el país asiático, por ejemplo, financia la cuarta parte de las minas de Perú (junto con Chile, la gran proveedora de cobre para la superpotencia asiática).

En Bolivia, empresas chinas extraen litio, materia prima básica para las baterías que alimentan móviles, ordenadores tablets y automóviles eléctricos.

Además, China, que mostró con su gigantesca presa de las Tres Gargantas su potencial en el sector hidroeléctrico, participa en más de una veintena de presas de todo el continente, desde Centroamérica a Perú, Argentina y Ecuador.

Política y negocios

El desembarco chino en Latinoamérica tiene, según el profesor SimonShen, experto en relaciones internacionales de la Universidad China de Hong Kong, cierto componente político, aunque entremezclado con intereses puramente empresariales.

"China alienta a sus firmas a salir al exterior, para diversificar su inversión y resolver los problemas energéticos chinos, pero las compañías también están movidas por los beneficios", destacó a Efe.

La presencia china a veces enfrenta tensiones, como se vio con el accidente este mes en las obras de Coca Codo Sinclair, donde murieron 13 trabajadores, o en Perú, donde ha habido enfrentamientos entre comunidades indígenas y firmas mineras chinas.

Colectivos afectados por esta creciente presencia hablan a veces de "neocolonialismo" de China en Latinoamérica, de forma similar a como se etiqueta en ocasiones la fuerte apuesta del país asiático en África.

Otros matizan que los tiempos han cambiado y los gobiernos del continente tienen la madurez necesaria para buscar el beneficio mutuo.

Para el profesor Shen, "estamos en una era diferente, y es difícil repetir exactamente el colonialismo ya que África y Latinoamérica tienen más poder negociador". No obstante, el experto admite que las firmas chinas "suelen tener menos responsabilidad social corporativa que las occidentales, lo que las hace más propensas a despertar sentimientos negativos entre las comunidades locales".

Fuente: Reuters