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Ediciones IPS recomienda. El Mayo Francés de 1968: “detrás de cada huelga se esconde la hidra de la revolución”

A continuación presentamos el relato de Daniel Bénard quien durante el Mayo Francés de 1968 fue un joven obrero y militante trotskista. Al ser parte del movimiento, ofrece una crónica de cómo vivió la huelga general más grande de Europa en el siglo XX.

Daniel Lencina

Daniel Lencina @dani.lenci

Jueves 18 de mayo de 2023 21:00

Lo que inicialmente había comenzado como una protesta estudiantil se convirtió luego en una huelga general de características insurreccionales. Cerca de 7 millones de obreros en huelga y 10 millones de personas movilizadas hicieron tambalear al régimen burgués de Francia en mayo de 1968. ¿Empezaba una revolución? Y quien mejor que el pueblo francés para hablar de revoluciones, no solo la de 1789 que terminó con el rey Luis XVI en la guillotina, sino también de la Comuna de París de 1871, la primera vez en la historia que la clase obrera se adueñó del poder, o de la oleada de huelgas de 1936 de las que hablaba León Trotsky en “¿A dónde va Francia?”. El Mayo Francés ¿fue una revolución o un “ensayo general” de la revolución? Para encontrar las respuestas a estas preguntas invitamos a leer el libro “Cuando obreros y estudiantes desafiaron al poder” que contiene reflexiones, como la de Jean Baptiste-Thomas –con quien conversamos en este mismo suplemento-, e investigaciones sobre la intervención del movimiento que ofrecen los autores Xavier Vigna y Jaques Kergoat. Además cuenta con un anexo donde se encuentran los volantes distribuidos por los manifestantes en huelga.

El artículo que hoy ofrecemos para que nuestros lectores puedan descargar es muy interesante porque es el relato en primera persona de Daniel Bénard. Los acontecimientos encontraron al autor trabajando en la fábrica Alsthom Saint-Ouen, en aquel entonces era un joven obrero de 25 años y militante trotskista del grupo Voix Ouvrière (Voz Obrera). Al ser parte del movimiento, ofrece una viva y apasionante crónica donde nos cuenta cómo vivió la huelga general más grande de la historia en el corazón de Europa en todo el siglo XX.

De la “Noche de las barricadas” a la huelga general

El contexto internacional del Mayo Francés estuvo marcado por la guerra de Vietnam, donde no solo en Estados Unidos, sino en el resto del mundo crecía el desprestigio de la invasión imperialista al calor de las movilizaciones. Tan ilegítima fue la ofensiva imperialista que encontró sus ecos en la juventud del viejo continente. Así, los jóvenes universitarios de Francia ponían en pie comités de solidaridad con el pueblo vietnamita. Muchos de esos jóvenes veían en la Revolución cubana y en la figura del Che Guevara el camino de un cambio social a favor de las y los explotados y oprimidos por el mundo capitalista.

El 20 de marzo de 1968 una movilización en París terminó con los vidrios estallados del banco yanqui American Express. Dos días más tarde los estudiantes de la Universidad de Nanterre ocuparon la universidad en protesta por las detenciones de la manifestación del 20. Así nació el movimiento “22 de marzo”, que contaba entre sus filas a militantes anarquistas, trotskistas y maoístas. Uno de sus principales dirigentes fue Daniel Cohn-Bendit, también conocido como “Dani el rojo”, en parte porque era colorado y en parte porque expresaba la radicalidad política de la juventud.

La represión policial a cargo de las CRS (Compañías Republicanas de Seguridad) no se hizo esperar. Y como suele suceder la represión policial no solo no soluciona los conflictos sociales ni políticos, sino que en muchos casos revitaliza la predisposición a la lucha, extendiendo el movimiento y profundizando el cuestionamiento al conjunto de la sociedad. Sobre esto último pensemos que uno de los grafitis más significativos que la juventud escribía en las inmediaciones de la Sorbona, la universidad más importante de París, decía: “Del cuestionamiento de la universidad de clases, al cuestionamiento de la sociedad de clases”.

Video: La historia de la Guerra de Vietnam

El movimiento juvenil no paraba de crecer a nivel de protestas callejeras, organización y ocupación de las universidades a la que también se sumaron los estudiantes secundarios (liceístas). Uno de los puntos de inflexión del movimiento fue lo que sucedió el viernes 10 de mayo, conocido como “la noche de las barricadas” -¡Qué lindo nombre! No me canso de decirlo-. Aquella fue una noche completa de enfrentamiento callejero entre la juventud estudiantil y las fuerzas policiales que respondían al presidente De Gaulle. Los enfrentamientos iban y venían, los adoquines de las calles empedradas eran arrancados para ser estrellados contra la policía. Debajo de los adoquines, asomaba una arenilla y así nació el grafiti: “Debajo de los adoquines está la playa". Ese grafiti podría significar o bien que solo mediante la lucha se puede conquistar un mundo mejor y más justo, o bien que -para los sectores más radicalizados y politizados- podía significar que “la playa”, era la “Playa Girón” del caribe, allí donde fue derrotada el intento imperialista de invadir militarmente a la Revolución cubana en abril de 1961.

A propósito de lo que pasó durante “la noche de las barricadas” dejaremos que Daniel Bénard nos cuente la siguiente descripción:

“Toda la noche del viernes 10 de mayo, la radio fue el factor más importante para los que estaban en sus puestos de trabajo desde la tarde. Se informaba en directo desde el Barrio Latino en donde se desarrollaba la lucha entre las CRS y los estudiantes. Se ha dicho todo sobre aquel episodio; no hace falta que lo cuente. Por mi parte, recién me enteré al día siguiente a través de mis compañeros y los diarios. Pero el sábado, 11 de mayo, era evidente que todo un sector de trabajadores había escuchado la radio durante parte de la noche. Nunca supe si los trabajadores de la fábrica habían ido a unirse a las barricadas; los acontecimientos se sucedieron tan velozmente de allí en adelante que nadie se tomó el tiempo ni se preocupó por averiguarlo. Sin embargo, es seguro que en varios lugares conocidos de la ciudad hubo jóvenes de los medios obreros que fueron a luchar cuando se enteraron de lo que pasaba. Y sobre todo, la gran masa de trabajadores recibía noticias en directo sobre la lucha. Esta vez era seguro que los estudiantes iban en serio y las CRS no tenían exactamente la situación bajo control, habían tenido heridos. Hasta los trabajadores menos revolucionarios en aquellos años no querían a los policías, y si alguien luchaba contra ellos, no podía estar tan mal”.

En esa cita podemos ubicar en tiempo y espacio lo que días más tarde va ser un hecho en las calles no solo de la capital, sino de las grandes ciudades de toda Francia: la unidad obrera-estudiantil (un año después en nuestro país tendrá su versión local en “el Cordobazo” de lo que nos habla Myriam Bregman en este mismo suplemento).

La traición del Mayo Francés a manos (otra vez) del estalinismo

Si Stalin fue “el gran organizador de derrotas”, el PCF (Partido Comunista Francés), continuador del legado del enterrador de la Revolución Rusa de 1917, a través de la dirección de la CGT (Confederación General del Trabajo), fue quién desactivó el movimiento, hasta convertirlo en una derrota con sabor amargo. Bénard explica cómo el PCF calumniaba al movimiento estudiantil con el fin de desprestigiarlo e impedir que los trabajadores y trabajadoras se unieran fraternalmente en las calles para lograr “lo imposible”.

Los dirigentes de la CGT entregaron semejante huelga general en los llamados “acuerdos de Grenelle” a cambio de algunas concesiones salariales, cuando lo que estaba cuestionado era el régimen político y el orden burgués de Francia. Nuestro autor nos cuenta que la vuelta al trabajo fue todo lo caótica que podía ser en esas condiciones. Eso incluyó la destrucción y quema de comisarías y el enfrentamiento de la juventud trabajadora con las CRS hasta mediados de junio de 1968.

Por otra parte, el PCF entró en el juego electoral convocado por De Gaulle con el argumento de conquistar en “las urnas” lo que no quisieron conquistar “en las calles”, a través de la lucha de clases. Daniel Bénard explica en su relato que la única manera que tuvo el estalinismo de derrotar al movimiento “desde adentro”, más allá de la represión policial, fue que primero tuvieron que ponerse a la cabeza de los reclamos y luego desviarlo para canalizar la bronca al campo electoral.

Como veremos en esta crónica, la ausencia de un partido revolucionario para intervenir durante el Mayo Francés, con peso en la clase obrera, en las barriadas populares, en las universidades y liceos que pueda cambiar la historia se hizo sentir muy sensiblemente. Sin embargo sus conclusiones y su historia forman parte del arsenal del movimiento obrero y estudiantil para intervenir, como lo viene haciendo la clase obrera en Francia enfrentando los planes de Macron de aumentar la edad jubilatoria como vimos en los últimos meses en el país galo.

Un viejo reaccionario prusiano, von Puttkamer, dijo una vez que “detrás de cada huelga se esconde la hidra de la revolución”. No se equivocó. La huelga, una vieja y eficaz arma de la clase obrera, al paralizar la producción y el intercambio de mercancías, cuestiona el poder capitalista. Pero si en lugar de una huelga aislada hablamos de una huelga general política como fue el Mayo Francés; el cuestionamiento se profundiza hacia el conjunto del orden burgués y sus instituciones de dominio que conforman el Estado moderno.

A continuación invitamos a leer la crónica que ofrece Daniel Bénard.

68, Mayo Francés - Relato de Daniel Bénard, Obrero en Alsthom Saint-Ouen by Ediciones IPS on Scribd


Daniel Lencina

Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.

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