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Historia Obrera. El Movimiento de Liberación Nacional: un proyecto sin perspectiva revolucionaria

Este 4 de agosto se cumplieron 55 años de la fundación del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), por sus filas pasaron algunos de los principales personajes de la izquierda, militantes e intelectuales, más relevantes de la segunda mitad del siglo XX en México.

Miércoles 10 de agosto de 2016

Este 4 de agosto se cumplieron 55 años de la fundación del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), por sus filas pasaron algunos de los principales personajes de la izquierda, militantes e intelectuales, más relevantes de la segunda mitad del siglo XX en México. Hay quienes lo consideran “el esfuerzo más importante en la lucha por la unidad de las corrientes y personalidades interesadas en un desarrollo nacional independiente y democrático”.

Sin embargo, por su estrategia incorrecta tendría graves consecuencias en un puñado de grupos radicales de izquierda que, impactados también por la guerrilla cubana se fueron al monte,desligándose del conjunto de las masas trabajadoras, lo que sería una alternativa impotente para resolver las demandas más elementales.

Los antecedentes

La primera década de la segunda mitad del siglo XX estaría atravesada por importantes eventos tanto a nivel nacional e internacional. Aunque para abordarla hay que recordar que unos tres lustros antes el periodo de nuestra historia conocido como el cardenismo, estaría caracterizado por una administración que sin cambiar la composición de clase del Estado y defendiendo hasta el final los intereses históricos de la burguesía nacional, realizó grandes concesiones al pueblo trabajador y campesino, producto de la presión de las masas que habían esperado ya varios años las promesas pendientes de la revolución que el régimen de los generales de la revolución les escamoteaba, y que estaban en un gran proceso de reorganización. Mismo desarrollo que también se llevaba a cabo en las fuerzas comunistas de entonces.

Al cardenismo también se le recuerda por apoyarse en el movimiento obrero en tanto lo corporativizaba para mantener el control de sus organizaciones, esto se tradujo en algunas medidas progresivas como el Plan Sexenal, la Reforma Agraria y el apoyo directo del gobierno a una parte de las huelgas obreras, cuyo punto culminante fue la expropiación petrolera.

Los duros 50s

A principios de los 50´s el Estado se empecinaba en revertir cualquier vestigio del cardenismo y sus prácticas. Ante los nuevos atisbos de lucha el gobierno priista endurecía su discurso y derechizaba sus métodos. El 1ro de Mayo de 1952 los “comunistas” fueron sacados a balazos de la manifestación anual, y apresados bajo el delito de disolución social, un año antes habían sido reprimidos los mineros de Nueva Rosita, Coahuila. Devueltos de la ciudad de México, las fuerzas armadas sometieron a la población para imponer salvajemente el despido de 2,200 trabajadores inconformes.

También el movimiento estudiantil en 1956 vivió un duro golpe, luego de que el presidente Adolfo Ruiz Cortines respondiera a las justas demandas estudiantiles, el 23 de septiembre, con la intervención del ejército para ocupar y cerrar el internado del IPN a la par del encarcelamiento de la entonces Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET).

En el mismo año el Movimiento Revolucionario Magisterial era duramente reprimido y los “othonistas”, que luchaban por la democratización de su sindicato, el SNTE, fueron perseguidos y encarcelados. Pese al aumento salarial que se concedió, la vida sindical seguiría controlada por los charros, el PRI, y el Estado.

Para el año siguiente el “modelo” de sustitución de importaciones empezaba a mostrar sus primeros estragos y preanunciaba los límites del llamado “milagro mexicano”, debido a que la economía yanqui, de la que nuestro país ya era muy dependíente, pues tenía el 80% de su intercambio comercial con Estados Unidos, realizó grandes cambios que afectaron al campo mexicano con la reducción de las dos terceras partes de importación de azúcar entre otras medidas. Además del empobrecimiento del campo, 15% de los trabajadores estatales fueron echados a la calle. Ya la moneda había sufrido una devaluación en 1954 pasando de 8.65 a 12.50 pesos por dólar, traduciéndose en un empeoramiento de la situación de la clase obrera.

Al final de la década, se puso en medio del cuadrilátero el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), ya en la última parte de la década, logrando confluir en un movimiento huelguístico nacional con maestros y electricistas. La respuesta fue brutal: los locales sindicales e instalaciones de ferrocarriles fueron tomados por el ejército, asesinatos de trabajadores y heridos, miles de despedidos y un saldo de 10 mil presos, poco más de 800 ellos fueron consignados.

Las rupturas, sin lecciones

Hasta antes de todos los acontecimientos mencionados el conjunto de la izquierda no se planteaba un rompimiento real tanto con el gobierno como con el partido en el poder. Ni estalinistas ni cardenistas, sindicalistas y caudillos más allá de las críticas moderadas a tal o cual administración planteaban una salida programática superior a la del cardenismo de los 30’s. Cárdenas como figura emblemática del PRI personificaba ahora un nacionalismo democrático-burgués completamente reformista, que en los hechos mostraba una completa subordinación y adaptación el régimen del PRI.

Mostraron su fracaso ante la política de coorporativización del estado, como lo fue la fundación de las centrales obreras y campesinas a las cuales ninguna de las organizaciones mostró resistencia, sino todo lo contrario. En el caso del PCM con su recién creada Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM) la línea de “unidad a toda costa” los llevaría a volver a hacerse parte de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) sometiéndose a la dirección de los “cinco lobitos”. Todo su trabajo en el proletariado mexicano fue absorbido por esta corporación, la mayor burocracia que haya existido en la historia del país.

Los convulsivos 50’s habían sido un balde de agua fría y una bofetada en la nuca para un sector de vanguardia que se había forjado en el periodo anterior y que habían empezado a cuestionar a las direcciones de sus respectivas agrupación. El caso principal sería el del PCM del cual se desprenderán personalidades como Lucio Cabañas pero además de sectores que en su momento vieron con buenos ojos al cardenismo pero que ahora avanzaban entre la brutalidad estatal y comenzaron a divagar y buscar otras alternativas de organización y de programa.

Sin embargo, el estancamiento ideológico no permitía vislumbrar una alternativa acorde a las necesidades de la época y más que avanzar en un programa superior y de la clase obrera como sujeto central de la lucha de clases, las reflexiones giraron en un sentido más de “recuperar” los principios revolucionarios nacionales, ya caducos desde el punto de vista de la Revolución Permanente, reduciendo las tareas a reformar el estado. Pero recién comenzaba la década de los 60’s y con ella aparecerían nuevos intentos de recomposición política desde la óptica de los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre, la “lucha antiimperialista” y la “liberación nacional” serían ejes fundamentales bajo los cuales se aglutinarían los futuros luchadores del campo y la ciudad

La revolución cubana y el espectro político mexicano

Mientras los valientes obreros ferrocarrileros se lanzaban a las calles del país a no pocos kilómetros de las costas mexicanas en la selva de la Sierra Maestra el movimiento 26 de Julio empujaba victoriosamente su campaña contra la dictadura de Batista. El triunfo de la revolución cubana, aunque entendida de manera muy vagamente e incluso errónea en la mayoría de las interpretaciones por las cuales se trtaba de explicar por qué había triunfado, sin duda causó un impacto internacional importante.

En México éste no fue menor, rápidamente la simpatía por la causa cubana a nivel nacional inundó la escena política y permitió a un gran sector de izquierda y sectores democráticos aglutinarse bajo una causa internacionalista que no se veía desde la revolución española. Se estaba despertando por toda la América Latina el sentimiento antiimperialista específicamente anti yanqui, ante los ataques verbales del gobierno estadunidense que preveían la preparación de un ataque a la naciente nación que se les salía de su dominio, y la vanguardia política de las naciones latinoamericanas buscaban medidas políticas para enfrentarlo.

Esta simpatía empalmaba con la animadversión desencadenada en sectores nacionalistas latinoamericanos por la política exterior estadunidenses que machacaba con sus bravatas de la “guerra fría” contra la URSS y había lanzado una campaña “anticomunista” continental, que en realidad buscaba la subordinación política de todo su patio trasero económico mediante la Unidad Panamericana, (que terminaría en la conformación de la Organización de los Estados Americanos, OEA), lo que implicaba permitir el establecimiento de bases militares en todo el subcontinente.

El General Lázaro Cárdenas no desaprovechó la oportunidad para convocar a lo que se conocería como el Comité Impulsor de la Paz y desde ahí, convocó a la realización de la Conferencia por la Soberanía Nacional, la Emancipación y la Paz, a la cual asistirían delegados de la URSS, América, África y China. Los trabajos de preparación de documentos y discusiones se realizarían del 5 al 8 de marzo de 1961 en la capital de la República Mexicana, con la presidencia colectiva de Lázaro Cárdenas, Alberto T. Casella (Argentina) y Domingos Vellasco (Brasil).

El programa final giraba en torno a discusiones que no cuestionaban la propiedad privada, ni la inversión trasnacional, sin embargo expresaban un intento “progresista” pero más que nada discursivo y agítativo que se aterrizaba en 3 ideas principales: Sin emancipación económica no habría independencia política, que la lucha contra el imperialismo era condición para el desarrollo de los países latinoamericanos y que la revolución cubana (aún no se declaraba “socialista”) mostraba el camino, aunque en este caso por los propios límites tanto en la ideología como en sus composición se limitaban a la “solidaridad” con el pueblo cubano y para nada la extensión de dicha revolución al plano internacional.

El Movimiento de Liberación Nacional

En el caso de México, para la Conferencia se formó el Comité por la Soberanía Nacional y la Emancipación Económica, en este el Circulo de Estudios Mexicanos peleó por convertir dicho organismo en un instrumento de acción y de aglutinamiento de las fuerzas democráticas del país, de esta forma el 4 de agosto de 1961 se llevó a cabo la Asamblea Nacional que a su vez dio origen al nacimiento del Movimiento de Liberación Nacional (MLN)

Desde un principio el MLN se configuró bajo un programa “amplio” pero completamente desarmado e ineficiente incluso para sus propias aspiraciones; no se proponía la toma del poder, ni la instauración del socialismo como un sistema de producción superior al capitalismo, ni siquiera se proponía la participación en algún proceso electoral, en realidad solo se pretendía defender un proyecto de nación inspirado en el nacionalismo revolucionario del tipo cardenista aunque sin mencionarlo abiertamente debido a que tenía que dialogar con un sector amplio que justo provenía de la decepción de la derechización del estado y el partido, el cual el propio Cárdenas había consolidado en el poder y con el cual jamás rompió relaciones.

Producto de la figura de Cárdenas, cuyo peso desalentaba alguna crítica a él mismo, y al conjunto del propio programa del MLN, se empezaron a aglutinar bajo sus banderas varios activistas y militantes que se habían forjado al calor de las luchas tanto obreras como campesinas y estudiantiles de los años previos, si tuviéramos que explicar más detenidamente tendríamos que decir que una gran parte de responsabilidad la tenemos que adjudicar al Partido Comunista de México que siendo el principal referente “visible” de izquierda en la política nacional y con su programa de Frente Popular dictado en 1935 por el VII Congreso de la Tercera Internacional ya estalinizada, que proponía la alianza con la burguesía progresista, siendo entonces el cardenismo una de sus expresiones más concretas, eliminando así toda aspiración obrera a la independencia de clases y frustrando así la mayoría de las luchas en el país durante el periodo previo.

Así, sectores que buscaban una orientación revolucionaria empezaban a cuestionar la política del PCM, y con la debilidad del trotskismo en dicho periodo que los hacía poco visibles ante la vanguardia, se lanzaban a la deriva en búsqueda de “alternativas” a las experiencias previas pero sin explicar de fondo si los errores correspondían a la teoría y no solo a la práctica de dichas organizaciones. Esto a su vez también se reflejaba en que muchos de sus militantes posteriormente siguieron su búsqueda en los métodos de la lucha armada.

Aunque el MLN no mencionaba la lucha armada como un elemento de su accionar y en realidad priorizaba los métodos legales y pacíficos correspondientes a su propia dirección, por sus filas pasaron Pablo Gómez, quien unos años más tarde se volvería legendario por su intento frustrado de asalto al Cuartel Madera en Chihuahua; Genaro Vázquez próximo fundador de la Asociación Cívica Nacional Revolucionara (ACNR) y fundador de la guerrilla guerrerense; Cesar Yáñez futuro fundador de la Fuerzas de Liberación Nacional organización que más tarde llevaría a la fundación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); solo por mencionar algunos.

En un primero momento afluirían a las filas del MLN sindicalistas, cardenistas, estalinistas, reformistas, ex priistas y caudillos. Los trotskistas y los recién formados espartaquistas (ex-PCM), serían las únicas corrientes que no se adhirieran a la organización recién creada, aunque es necesario mencionar, dichas corrientes en realidad eran muy marginales. Los principios políticos de la agrupación eran principalmente 4: la lucha contra el imperialismo y sus guerras; la defensa de la soberanía nacional; la búsqueda de la democratización del país; la puesta en práctica de una serie de reformas económicas y sociales que elevaran las condiciones de vida de la población.

La revista quincenal Política fundada un año antes por intelectuales democráticos y de izquierda, quienes se adhirieron al MLN, sería considerado el principal órgano de difusión de esta organización y estuvo a cargo de Manuel Marcué Pardiñas. A través de sus páginas se puede vislumbrar los límites reformistas del proyecto político del MLN: la ejecución de una reforma agraria “integral” que conducía únicamente a la reforma del artículo 27 constitucional y modificaciones al Código Agrario; la necesidad de la independencia y la autonomía de la organizaciones sindicales; la derogación de artículo 145 del Código Penal y la libertad de los presos políticos; un código electoral que permitiera la participación más justa del conjunto de los partidos políticas en el sistema político mexicano y una ley reglamentaria de inversiones extranjeras.

Este conjunto de propuestas legalistas muestra una incomprensión de los fundamentos marxistas en cuanto a la caracterización y contenido del estado desdibujando su papel como herramienta de dominación de clase, producto de una incomprensión de la configuración de relación de las fuerzas de las clases sociales, y reduciéndolo a la buena administración. El MLN se planteaba la reforma del estado para “regresar” a los principios de la constitución de la cual pensaban estaba siendo ignorada o deteriorada por el gobierno en turno y no como una dinámica dialéctica de la lucha de clase y el producto del desarrollo del enfrentamiento entre las mismas.

Las lecciones, las reformas y la desintegración

El MLN no tardaría en mostrar sus rasgos de debilidad política que se traducían en la incapacidad para orientarse ante los eventos posteriores, en un primer tiempo llegaron las elecciones de 1964 en donde el MLN, fue orillado a la política de abstención sin una alternativa práctica debido a que El Tata Cárdenas prefirió votar por el PRI, el PCM aprovechó esto e impulsó el Frente Electoral del Pueblo (FEP) fundado un año antes y cuyo programa era similar al del propio MLN. De esta manera le arrebató muchas de sus figuras y su base social. Lombardo Toledano y su Partido Popular Socialista, por su parte, se escindieron del MLN en cuanto fueron informados por el gobierno de que podrían ganar varias curules si se presentaban solos a elecciones.

Posteriormente el gobierno, ya con Díaz Ordaz a la cabeza, comenzó una serie de reformas que acabaron por desarmar al movimiento: se aprobó el proyecto de Alianza para el Progreso y algunos campesinos recibieron préstamos y créditos, aunado a la entrega de más de 16 millones de hectáreas; el salario mínimo se elevó anualmente y el gasto público aumentó para los sectores de servicios públicos, educación y vivienda popular. Es a partir de entonces que el MLN sufrió una disminución definitiva en sus fuerzas producto de la indefinición en sus estrategias y tácticas de acción.

Finalmente, la lucha interna por el poder culminó en las fracciones de Heberto Castillo y Alonso Aguilar, siendo el primero el triunfador, aunque para entonces todo esfuerzo de unificación fue marginal e ineficiente. Así terminaba un proyecto que coyunturalmente apuntaba hacia una reorganización política necesaria ante la derechización y brutalidad del priato de entonces, pero que no tuvo una orientación política que lo hiciera empalmar con el descontento social y concebir una nueva organización partidaria que desarrollara un programa acorde con las necesidades de la época, que llevaba necesariamente a romper con las ya viejas concepciones del nacionalismo revolucionario burgués y el frente popular stalinista, avanzando por la senda de la revolución obrera socialista.


Jesús Pegueros

Estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM

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