×
×
Red Internacional
lid bot

QUIEBRE EN LA OPOSICIÓN. El PC: más al centro que a la izquierda

En un intento de conciliar entre el centro y el Frente Amplio (FA), Lautaro Carmona, expresó la voluntad de su partido de torcer la decisión del FA de terminar con el acuerdo administrativo dentro de la oposición. Esto, en respuesta a la política del sector más de centro (DC y Partido Radical) que durante el 2018 actuó con la ambigüedad histórica que lo caracteriza.

Sábado 26 de enero de 2019

En esta misma línea, durante el año pasado, tanto la DC como el PR se mostraron “desalineados” al resto de la oposición en casi el 50% de las votaciones parlamentarias que se consumaron. Y la “gota que rebalsó el vaso” para el FA fueron los votos a favor de los proyectos de la derecha en la Ley Migratoria o ante su débil posicionamiento, por decir lo menos, para avanzar en la acusación constitucional de Andrés Chadwick por la ola de mentiras y ocultamientos en el asesinato de Camilo Catrillanca.

De esta forma el acuerdo administrativo de la oposición se tambalea, ya que el FA ratificó el quiebre con esta política de consensos (impulsada por ellos mismos) que implicaría que en marzo la presidencia de la Cámara Baja, que tendría a la DC a la cabeza con el diputado Gabriel Silver, no esté completamente asegurada en los votos que requiere. Misma situación repercutiría también en las presidencias de las mesas y comisiones al interior del parlamento.

Como si la amnesia del Partido Comunista con respecto al papel histórico de la DC fuera irreversible, su secretario general, Lautaro Carmona, declaró para Radio Nuevo Mundo que “todos deberíamos contribuir para que lográramos hacer recapacitar al Frente Amplio en la posición que hoy día tiene, de una crítica dura a la conducta de votaciones que ha tenido un sector de la DC y un sector radical”.

El dirigente central del PC continúa la lectura que hace su organización, diciendo: “un acuerdo administrativo es un ente de máxima significación política en el Estado de Chile… porque la mesa juega un papel político en la cámara de diputados; las presidencias, juegan un papel político en las comisiones…tienen que tener algún nivel – por último por pudor- de cierta simulación de que hay coincidencias en cuestiones más o menos sustantivas”.

Luego continúa aludiendo a la “sabiduría de los movimientos sociales” como el foco de donde surge el contenido programático que debiera tener la oposición para enfrentar a la derecha y la serie de “contrarreformas” tributarias, de pensiones o laboral. Ocultando el rol que ellos juegan en la dirección que tomarán estas sabidurías colectivas, a las cuales terminan paralizando con su reformismo, vía cocina parlamentaria.

Sin embargo, con estas declaraciones el PC deja claro cuál es su rol conciliador, de puente para una DC que juega a dos bandos, una DC que apoya el intento golpista en Venezuela (en sustancial contradicción a las declaraciones del propio PC) y que apoyó el golpe del ’73. Y con demagogia trata el rol de los movimientos sociales, cuando ni ellos ni el FA han dispuesto de sus reales fuerzas en la organización del movimiento estudiantil, de mujeres o de trabajadores, en las calles o centros de trabajo y de estudios; es más, apuestan todas sus fichas e incluso sacrifican su dignidad política a acuerdos dentro del parlamento.

Ni el PC ni el FA, dirigiendo importantes sectores como la CUT, el Colegio de Profesores o distintas facultades universitarias, han cumplido un rol realmente de oposición política y siguen con disputas “por arriba”, devaluando la organización “por abajo”.

Por este motivo surge la necesidad de apostar por la construcción de una organización de mujeres, estudiantes y trabajadores, un partido revolucionario, donde un programa anticapitalista sea el camino a recorrer y a defender con organización en las calles, en los trabajos, en las universidades y colegios; donde el parlamentarismo sólo sea un apéndice de las batallas políticas y donde la izquierda surja realmente y no como el Partido Comunista de Chile, cuyas definiciones deformadas terminan en esfuerzos por acercar al centro, devaluando la organización y capacidad de combate de las masas explotadas y oprimidas para enfrentar a las “derechas” fortalecidas, tanto a nivel nacional como internacional.