En Hurlingham, el congreso del PJ votó nuevas autoridades y sumaron referentes del Frente Renovador. Hubo internas y portazos ante la elección de cargos en la junta electoral. Estuvieron Moyano y Bossio. Massa envió una carta de apoyo.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Domingo 18 de marzo de 2018 00:10
Foto: Ámbito
Este sábado se realizó el congreso del PJ bonaerense en el Club Tessei de la localidad de Hurlingham. Se trata del primer congreso ordinario que el partido logra hacer en los últimos cinco años. Allí se eligieron nuevas autoridades, se sumaron de forma oficial figuras que habían participado de las listas del Frente Renovador y, con la vista puesta en las elecciones de 2019, se proclamó la necesidad de unir a todos los peronistas para enfrentar a Macri. Sin embargo, de la declaración de la unidad a la unidad real todavía hay un largo trecho.
Con la participación de 755 congresales, la titularidad del Congreso recayó en el ex intendente de La Matanza y actual diputado nacional por Unidad Ciudadana, Fernando Espinoza. El intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, entregó la presidencia del partido a su par de Hurlingham y anfitrión del evento, Juan Zabaleta, que había competido en las listas de Florencio Randazzo. En tanto, el diputado nacional del Frente Renovador Felipe Solá fue mocionado como primer congresal nacional en una lista que contiene, además, a su par Diego Bossio (del bloque que votó el saqueo a los jubilados junto con Pichetto y los gobernadores).
Así, y a pesar de la no participación de Cristina Fernández, Randazzo y Massa (quién envió una carta de apoyo), referentes de las tres listas peronistas que compitieron en las pasadas elecciones encontraron “un lugar bajo el sol” del PJ provincial. La presencia de Bossio, además, tiende un puente hacia todos aquellos que, hasta hace unos meses, eran tratados de “traidores” por haber apoyado la reforma previsional del macrismo. A esto se sumó la participación a pleno del clan Moyano: Pablo y Facundo se mostraron en la primera fila y a ellos se anexó Hugo antes de que terminaran las deliberaciones.
La unidad peronista perdona a todos los traidores (es que, si no los perdonara, quizá ya no habría peronismo), pero cuando se trata de cargos la amplitud se vuelve menos generosa. Ocurrió precisamente eso cuando se intentó establecer la paridad de género en todos los cargos partidarios y abordar la elección de las autoridades de la junta electoral y del tribunal de cuentas.
La discusión generó escozores varios y atrasó 4 horas el inicio del congreso. Por la polémica en torno a la conformación de la junta, dieron el portazo los intendentes de Lomas de Zamora (Martin Insaurralde) y de Avellaneda (Gustavo Ferraresi), en tanto otros no se fueron pero expresaron su descontento. La friolera de 13 miembros de junta que se pensaban elegir no alcanzaba para satisfacer a los angurrientos intendentes, en el marco de un peronismo sin claras figuras ordenadoras. El escollo se superó dejando esta parte del temario para tratar en el futuro. Solo se eligió al nuevo presidente, el mencionado Zabaleta, y su vice, el jefe comunal de Malvinas Argentinas, Leo Nardini.
Como dato de color, hubo algo de delirio místico. Menéndez comparó a los congresales peronistas con los apóstoles y celebró que fueran más de 12. También le regaló un rosario bendecido a Espinoza, como gesto para mostrar que se superaron las diferencias.
De San Luis a Hurlingham: ¡Ay 2019!
El congreso bonaerense llegó a menos de 24 horas de la convocatoria que protagonizaron Alberto Rodríguez Saa y Agustín Rossi en la Pedrera, San Luis. Moyano apareció, junto a Menéndez, como la figura que articula la convocatoria puntana -esencialmente kirchnerista-, con el congreso de Hurlingham, donde el kirchnerismo no participó a pleno (aunque sí lo hizo Daniel Scioli con varios miembros de su tropa).
Si bien no está en los planes de nadie ir divididos a las elecciones de 2019, eso no se traduce automáticamente en un PJ que cierre filas. A la pelea por los cargos que protagonizaron los barones del conurbano, se le suman las evidentes dificultades que encuentran los dirigentes kirchneristas para conducir al PJ a una base a la que durante años le hablaron de traidores y derechas. Otra gran incógnita es la carencia de candidatos con el peso suficiente como para ordenar detrás de sí a las diferentes fracciones ávidas de poder que constituyen la columna vertebral del movimiento.
Lo que queda claro es que a estos soldados de Perón y Evita no los desvelan los despidos ni los tarifazos, sino las elecciones. La consigna que lanzaron Rodríguez Saa y Rossi en San Luis lo demuestra: #Hay2019. ¿Y qué pasó con 2018? No sabe, no contesta. El devoto Menéndez podría tranquilamente citar a la Biblia y pedir a los trabajadores que pongan la otra mejilla (y más despidos y techos salariales) hasta las elecciones.
Pero a diferencia de la religión, que pide soportar las penurias de la vida terrenal para llegar finalmente al paraíso, los peronistas piden soportar el ajuste para llegar a un gobierno de los Bossio, los Pichetto y los Urtubey, que apoyaron el saqueo a los jubilados, junto con los Massa y los Moyano que ya acompañaron los dos primeros años de Macri. El kirchnerismo, que cuando gobernó lo hizo manteniendo intacta la precarización laboral, el impuesto al salario y reprimiendo alegremente con Sergio Berni, se ubica como una debilitada ala progresista de este rejunte prehistórico mientras Cristina se corre de la escena para garantizar que avance la unidad con los antes denominados traidores.
Si las opciones solo fueran Macri o este peronismo de ultratumba, habría que cambiar la consigna por una onomatopeya dolorosa: ¡Ay 2019!
Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)