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CRISIS EN EL PSOE. El PSOE y el PSC no cierran su brecha

Javier Fernández por parte de la gestora y Miquel Iceta, secretario del PSC, escenificaron ayer la brecha que separa al PSOE y al PSC. La respuesta en dos meses.

Ivan Vela @Ivan_Borvba

Lunes 14 de noviembre de 2016

Foto: EFE

En la reunión mantenida ayer por el presidente de la gestora, Javier Fernández, y el secretario del Partido Socialista de Catalunya, Miquel Iceta, se alcanzó ayer el único acuerdo posible entre ambas formaciones; que no hay acuerdo.

El encuentro, que se alargó 90 minutos, certificó las diferencias entre el PSOE y el PSC, definidas por las discrepancias tanto en una línea organizativa como en una línea política centrada esta última en la cuestión catalana.

Frente a esta brecha de profundo calado ambos decidieron la necesidad de crear una comisión que cuente con “tres o cuatro miembros de cada formación”, para que en un período no mayor de dos meses puedan dar una resolución que defina el nuevo marco de relación entre el PSOE y el PSC.

La negativa de los diputados del PSC a abstenerse en la segunda sesión de investidura de Mariano Rajoy, siguiendo el mandamiento de su Consell Nacional, causó la brecha organizativa. Presionado por la cuestión catalana –que configura la brecha política que más adelante citaremos- el PSC optó por el voto contrario, en un intento de no “autoliquidarse” en Catalunya.

Si bien el rol del PSC en Catalunya, tanto a nivel institucional como en su músculo electoral, se está viendo cada vez más debilitado, no cabe duda que en la coyuntura actual haber apoyado mediante la abstención a Rajoy les hubiera abocado a una pérdida de influencia y a un papel residual en la política catalana mucho más acelerado.

Frente a esta decisión, Miquel Iceta defiende que “la relación entre el PSOE y el PSC es la que es y es así desde 1978. Es una relación en la que se establece la presencia del PSC en los órganos del PSOE y no al revés. Esa es la relación y ha funcionado razonablemente bien".

La visión en “la otra orilla” es diametralmente opuesta. Para Fernández el PSC es la marca del PSOE en Catalunya, y por ello las decisiones deben ser compartidas. Mucho más, subrayan el propio Javier Fernández y todo el sector de Susana Díaz, cuando los miembros del PSC cuentan con voz y voto en los órganos ejecutivos del PSOE. Es por esto que desde el PSOE abogan por un marco político “más equilibrado y simétrico”.

La otra brecha, que por su contenido parece dificultar aún más un acercamiento de las posiciones, es la cuestión catalana. El PSC se encuentra en debate político constante sobre el derecho democrático del pueblo catalán a decidir, y se enfrenta a este debate con las armas de un partido centralista y defensor de la “unidad nacional” como lo es el PSOE.

A todo intento del PSC de encajar en la dinámica política catalana, se encuentra con que sus compañeros del resto del Estado se mantienen firme al lado del Partido Popular en todos los ataques sobre el derecho a decidir. No hay mucho camino que recorrer así.

Esto llevó al PSC a definir nuevas líneas, por ahora discursivas, a la hora de referirse a la cuestión catalana. Dentro de ese nuevo marco discursivo se encuentra la definición de Catalunya como nación. Si bien sigue sin estar especificada la acepción a que se refiere esta definición, en el PSOE han saltado todas las alarmas.

El “acuerdo de Granada”, aquel que firmaron los representantes del PSOE por el cual se conjuraban por una reforma constitucional que avance hacia un Estado español federal, es el fin del camino para la gestora y para la mayoría de barones del PSOE. Es lo máximo que el centralismo más rancio les permite.

Pero para el PSC este acurdo es, en palabras de Iceta, “un estupendo inicio”. Una metáfora clarificadora de la relación actual. Para unos se ha llegado al final del camino mientras que para otros se ha llegado al inicio.

Por ahora los dos meses de comisión ceden aire a la gestora y al sector más españolista del PSOE. El ala de Díaz puede seguir su reconfiguración del partido sin airear a la prensa un debate que sin duda sumergiría al PSOE en otro proceso de desgaste tras el “golpe de mano” sobre Sánchez y lo que desencadenó.