Cambios en el tono de la campaña de Haddad. Empresarios y banqueros no deberán preocuparse: el ajuste fiscal y la reforma previsional estarán garantizados.
Jueves 20 de septiembre de 2018 18:00
Después de la jugada final de la oligarquía judicial que impidió la participación de Lula en las elecciones, la transferencia del bastón presidencial petista del expresidente a Haddad trajo algunos cambios en el tono de campaña y el candidato a presidente ya señala en tono amigable a empresarios y banqueros que no deberán preocuparse: el ajuste fiscal y la reforma previsional estarán garantizados.
Esto ocurrirá en alianza con los viejos partidos de la derecha que apoyaron el golpe institucional, incluso con el PSDB. Es lo opuesto por el vértice a lo que necesitan los trabajadores para erradicar la herencia nefasta del golpe institucional.
Ahora con mayores posibilidades de estar en el balotaje al lado del reaccionario candidato del PSL, Jair Bolsonaro, Haddad ya anticipa la moderación del discurso para atraer al mercado financiero, que exige “más señales” para “alejar el temor de una eventual gestión de políticas heterodoxas a partir de 2019”, como expresó en una entrevista al diario Valor Econômico.
Según ese diario, que lanza un cebo al petista, “incluso una victoria de Haddad puede significar un pequeño alivio a los activos después de la elección”. Muestra así que las finanzas aun no cerraron las puertas al ex intentente de San Pablo, que alardea de haber conquistado “investment grade” (grado de inversión) para esa ciudad y de haber desarrollado múltiples sociedades público-privadas (PPP).
Esta anticipación de la moderación discursiva, a la derecha (¿para evitar el fraude electoral de Dilma en 2014?) y las señales a sectores tradicionales del “gran centro” y la derecha, son movimientos no solo para lograr apoyo electoral en el balotaje, sino para asegurar que, si fuere elegido, será nuevamente un gobierno aliado de los más variados sectores burgueses, con intereses opuestos a los de los trabajadores.
Responsabilidad fiscal para pagar la deuda
Orgulloso de haber sido un partido “consecuente” con la “responsabilidad fiscal”, Haddad hace bandera del hecho de que el PT haya sido el partido que más “controló” la deuda pública, es decir, el que más entregó en bandeja los recursos del país a empresario y banqueros imperialistas y nacionales durante sus 13 años de gobierno, por un monto cercano a los 15 billones de reales (3,68 billones de dólares). Este argumento es perfecto para mostrarse idóneo para darle continuidad a la agenda de ataques diseñada por los golpistas, “sin tabús” para discutir la reforma previsional.
Sus asesores ya dejan explícito que, en caso de ganar, seleccionarán los nombres “más respetados” por el mercado para Hacienda y el Banco Central, y tiene una propuesta de tributación a los bancos tan “peligrosa” a las ganancias de los banqueros que el actual presidente del Banco Central, Ilan Goldfajn, confesó que “ve la propuesta con buenos ojos”.
Es una forma de recordar a los electores el camino recorrido por el PT en sus 13 años de gobierno, repitiendo la tragedia de la conciliación con la derecha, con los empresarios y con los banqueros, justamente el camino que abrió paso al golpismo y permitió el fortalecimiento de la extrema derecha y a que sectores de la alta cúpula de las Fuerzas Armadas hoy se sientan cómodos para actuar en el escenario político del país.
Haddad quiso dar seguridad a los mercados. Cuando habló sobre proyecto económico, dijo que la diferencia entre lo que el PSDB y Bolsonaro proponen con lo que propone el PT es que “el plan de ellos lleva a una retomada más lenta que lo que entendemos nosotros”. Aparentemente solo matices separan unos y otros en el plan económico.
“Tenemos un problema fiscal. Tenemos que perseguir una trayectoria de sustentabilidad fiscal, pero tenemos que observar una dimensión política y social”. En otras palabras, habrá recortes en los gastos sociales y ajustes para pagar la ilegítima deuda pública a los banqueros internacionales.
El candidato del PT le encontró utilidad incluso a la reforma previsional de Temer: “Esa reforma de Temer, el primer informe que está en la Cámara, tiene cosas útiles. Los regímenes propios del sistema previsional deberían ser el objeto inicial de la reforma”. Un escándalo.
A pesar de decir que “no se puede hacer todo lo que piden los mercados”, dijo que está “a favor de la sustentabilidad fiscal”, usando de ejemplo los ataques el el gobierno de Lula aplicó contra los trabajadores: “aprobamos dos reformas importantes, en 2003 y en 2012, en diálogo con la sociedad”, “con asociaciones, con concesiones, estoy a favor de eso, soy autor de la ley de las PPP”, en referencia a las sociedades público-privadas que le abrieron camino a la privatización desenfrenada del gobierno de Temer.
Hacia un nuevo pacto con los golpistas
Estas declaraciones dejaron en evidencia la voluntad de Haddad de buscar repactar el régimen con los golpistas. Lograr cumplir la promesa de retomar el ciclo reformista de los gobiernos de Lula que quedó enterrado por la crisis tendrá su precio para el actual candidato a presidente del PT. Aliarse con los golpistas en esta coyuntura de crisis necesariamente presionará a Haddad, más allá de lo que ya está disponiéndose, a tener una política dura de ajustes, incluso más que las que tuvo que encarar Dilma Rousseff.
Pese a las promesas de campaña, no existen las mismas condiciones económicas, ni en Brasil ni en el mundo, para repetir las mismas limitadas concesiones que realizó el lulismo en los años 2000 (mientras le llenaba los bolsillos a los banqueros, dicho sea de paso). Ahí está justamente el carácter “senil” de la revitalización provisoria del reformismo petista: las condiciones materiales para que opere algunas reformas mínimas ya no existen, lo que significa que un eventual gobierno de Haddad será una versión desmejorada del segundo mandato de Dilma.
Repactar con los políticos y capitalistas que aprobaron la reforma laboral, la tercerización irrestricta y la enmienda constitucional que le pone techo a los gastos públicos, una serie de privatizaciones para pagar la deuda y garantizar las ganancias a los patrones en este momento de crisis, no solo volverá imposible una reversión de esos ataques sino que presionará a Haddad a ir más a fondo que Dilma. No se puede apoyar el discurso de que serían el “mal menor”.
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Nada olvidado, nada aprendido: recreando las alianzas que abrieron camino al golpe
La polarización electoral entre Bolsonaro y Haddad, acentuada después del atentado, dejó en un primer momento la impresión de que se quedaría “medio huérfana” una porción del mercado que depositaba expectativas en la candidatura de Alckmin –que ahora no supera, según Ibope, el 7% de las intensiones de voto y con tendencia a caer. Sin embargo, Haddad, que según los agentes de mercado como Renato Ometto, de Mauá Capital, es el más “tucano entre los petistas”, luego actuó para calmar los ánimos y calentar los corazones de los empresarios con rondas de conversación en las que reafirmaron su compromiso con el ajuste fiscal, con la implementación de la reforma previsional y con el pago de la deuda pública.
Haddad reiteró en una entrevista al medio UOL que, si es elegido, repetirá toda la tragedia de conciliación con la derecha que abrió camino al golpe institucional y al crecimiento de la extrema derecha.
El PT también está dispuesto a aliarse, como ya hace en varios estados en estas elecciones, con los golpistas, desde el MDB de Temer y Cunha, hasta el neoliberal PSDB del expresidente Cardoso y el actual gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, pasando por el “gran centro” que apoya la candidatura de Alckmin.
Parece obvio que para combatir a la extrema derecha y al golpismo, lo último que hay que hacer es aliarse con la derecha golpista. Sin embargo, el PT muestra que va a recrear las mismas viejas alianzas que hizo en la década de 2000 y que abrieron el camino al golpe institucional.
Haddad se apoyó en la entrevista del presidente del PSDB, Tasso Jereissati, que hacía un balance de la actuación del PSDB como oposición –en la que dijo que el PSDB no debería haber sido parte del gobierno de Temer, ni cuestionado la legitimidad del gobierno de Dilma- para justificar que “la puerta de diálogo con los ‘tucanos’ está abierta”, es decir, la alianza con el PSDB para el sostenimiento de un eventual gobierno petista.
Al ser consultado si aceptaría el apoyo del PSDB, Haddad dijo que “Existen dos tipos de apoyo. Uno para evitar un mal mayor y el apoyo más programático, pensando en una agenda nacional. No sabría decir en qué condiciones el PSDB estaría dispuesto a apoyar una candidatura del PT contra Bolsonaro. Pero existe espacio para una agenda de Estado, que tiene que ver con el fortalecimiento de una agenda republicana, lo que no se confunde con apoyo a propuestas del gobierno”.
“Estás hablando con una persona que no tiene nada de sectaria, estás hablando con una persona que ayudará a construir un amplio campo de apoyo democrático popular”. ¿Qué tipo de campo “democrático popular” se puede construir junto con golpistas que atacaron a todos los derechos sociales y laborales que pudieron en unos pocos meses? De hecho, no es “nada sectario” cuando se trata de hacer acuerdos con los partidos “fisiológicos” del régimen, que hacen política en función de intercambios de favores.
Pasando a los acuerdos políticos más generales que estarían dispuestos a realizar en un eventual gobierno, Haddad respondió eligiendo hablar sobre sus alianzas con el Partido Socialista Brasileño (PSB), con la “disidencia en otros partidos que quieren acercarse”, al igual que como viene pasando dentro el MDB. “Considero que es muy difícil que el MDB mantenga la unidad después del gobierno de Temer”, dijo, para justificarse. En estas elecciones, el PT está aliado en los estados de Alagoas y Ceará, respectivamente, con el hijo del expresidente del Senado Renan Calheiros, y con el actual Eunício de Oliveira, ambos del MDB.
Al ser consultado sobre el “Gran centro”, dijo: “el ‘Gran centro’ parece haber abrazado otro proyecto, no se si van a hacer una reevaluación después de octubre”. La respuesta quedó en el aire, lo que indica posibilidad.
“¿Entonces Ud. hablará con todos?”, devolvió el periodista. Haddad respondió risueño, “Eso está en mi naturaleza. Sin perder mi firmeza de propósitos, hay que abrir espacio para construir consensos”.
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A pesar de las risas de Haddad, los trabajadores, los negros, las mujeres, saben que enfrentar al golpismo de la extrema derecha es opuesto por el vértice a aliarse con los partidos que lo llevaron adelante, mucho menos sugerir la posibilidad de una “afinidad programática eventual” con el PSDB. La alianza con la derecha, al igual que en la década de 2000, esa es la “firmeza de principios” a la que se refirió Haddad en la entrevista. Nada ha olvidado, nada ha aprendido.
Si el PT está renovando todas las medidas de acuerdo con la derecha y los golpistas, incluso invitando al PSDB, los ‘tucanos’ que fueron la base del gobierno de Temer, a un diálogo permanente, además del MDB en diversos estados, remontando el esquema que llevó a golpe institucional, ¿por qué deberíamos creer que es el PT quien puede derrotar a Bolsonaro?
En síntesis, el PT repite la receta para el desastre de los trabajadores y de los sectores oprimidos. Promete construir consensos hasta con la derecha golpista, proponiéndose para el diálogo franco con el PSDB, en detrimento de la movilización independiente de los trabajadores. Fue en ese camino que asumieron los métodos corruptos de gestionar la máquina del Estado para beneficiar a un sector de la burguesía, a la vez que aprobaban la ley de “Ficha Limpia” (legajo criminal limpio) y fortalecían las posibilidades del poder judicial de arbitrar sobre a quién tiene derecho a votar hoy la población, lo que se volvió en contra del propio Lula.
El voto en el PT no responde al fortalecimiento de la extrema derecha y sus bases electorales. El combate real está fuera del proceso electoral, y el PT cumple un papel de debilitar la fuerza autónoma de los trabajadores para responder a esa amenaza, utilizando las burocracias sindicales de la CUT y la CTB (ligada al PCdoB) para desmoralizar los sindicatos y pasivizar la revuelta de los trabajadores, funcional a la victoria electoral del PT.
El Movimiento Revolucionario de Trabajadores, que impulsa Esquerda Diário en Brasil, denuncia el veto bonapartista del poder judicial que impidió a la población elegir a Lula, al mismo tiempo que no apoya el voto en el PT, ni en cualquiera de sus candidaturas, y critica duramente su estrategia de conciliación de clases que abrió el camino al golpe institucional.
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Justamente porque, más que nunca, es urgente y necesario el fortalecimiento de una izquierda que apuesta a la lucha de clases de los trabajadores, de las mujeres y de la juventud, que luche por un programa de independencia de clase de los trabajadores en cada lugar de trabajo o de estudio. Esa es la fuerza la que puede derrotar a Bolsonaro.