Un parlamento completamente desacreditado votó en forma secreta al exprimer ministro Ranil Wickremesinghe para reemplazar al presidente renunciado Gotabaya Rajapaksa, que tuvo que huir del país en medio de fuertes protestas. Wickremesinghe apuesta a una mayor represión mientras intenta negociar un acuerdo con el FMI que implicará mayores ataques a las condiciones de vida de los esrilanqueses. Es de esperar que las protestas se profundicen y radicalicen.
Miércoles 20 de julio de 2022 12:45
Manifestantes llevan un muñeco del nuevo presidente Ranil Wickremesinghe mientras gritan consignas en su contra durante una protesta frente a la secretaría del presidente en Colombo, Sri Lanka, el 19 de julio de 2022. EFE/EPA/CHAMILA KARUNARATHNE
El exprimer ministro Ranil Wickremesinghe fue elegido este miércoles presidente de Sri Lanka por el Parlamento, luego de que el anterior mandatario renunciara y huyera del país del sur de Asia en medio de una gran crisis política y económica y una ola de protestas.
Según los resultados oficiales, Wickremesinghe, que es resistido por los manifestantes y ha sido seis veces primer ministro, recibió 134 votos, contra 82 para su principal rival y solo tres para otro aspirante a suceder al huido expresidente Gotabaya Rajapaksa.
"Se acabaron nuestras divisiones", dijo Wickremesinghe en su discurso de aceptación e invitó a sus adversarios a "unirse" a él para "sacar al país de la crisis a la que nos enfrentamos.
Wickremesinghe indicó que esperaba jurar su cargo este mismo miércoles en una ceremonia en la sede del Parlamento, que permanece fuertemente custodiado.
Con la elección de Wickremesinghe, de 73 años, el actual gabinete queda automáticamente disuelto y él elegirá un primer ministro para formar uno nuevo.
Wickremesinghe completará el mandato del expresidente Rajapaksa, que tuvo que huir en medio de masivas protestas, y que terminaba en noviembre de 2024.
La elección de Wickremesinghe por parte de un parlamento y de partidos políticos completamente cuestionados no solo no podrá resolver los problemas urgentes y la crisis que vive el país sino que probablemente inflame aún más los animos de la calle que se viene movilizando hace meses.
Hace dos semanas los manifestantes tomaron no solo la residencia del renunciante Rajapaksa, sino también la del propio Wickremesinghe a la que luego prendieron fuego. La semana pasada, ante la noticia que Wickremesinghe se proponía como presidente interino y como candidato a reemplazar a Rajapaksa, las protestas se dirigeron a su oficina y la ocuparon a pesar de la brutal represión policial.
Es así que el nuevo presidente no solo no cuenta con la simpatía de los manifestantes sino que tampoco tiene un respaldo pleno entre los partidos del Parlamento y un "gobierno de unidad nacional" como el que pretendían mostrar para avanzar en las negociaciones con el FMI que implicarán un fuerte ajuste sobre las ya dificiles condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo de Sri Lanka.
Meses de manifestaciones por una crisis económica sin precedentes culminaron con la renuncia de Rajapaksa, anunciada la semana pasada desde Singapur.
El exmandatario huyó luego de que miles de manifestantes tomaran la sede de la Presidencia, indignados por el colapso económico del país que incluye inflación, devaluación, escasez de productos básicos, falta de combustible y cortes energéticos permanentes.
Su salida fue un golpe para un otrora poderoso clan que dominó la vida política de Sri Lanka durante décadas, luego de que sus hermanos renunciaran meses atrás como primer ministro y ministro de Finanzas.
Por ahora Wickremesinghe cree que puede gobernar prolongando el estado de emergencia establecido por su antecesor, que da amplios poderes a las fuerzas de seguridad, y la semana pasada envió soldados a expulsar a los manifestantes que ocupaban edificios públicos. Incluso varios de los legisladores que lo votaron destacaron como algo positivo su perfil de "mano dura" y represivo. Mientras que el legislador tamil Dharmalingam Sithadthan dijo que "se perfila como el candidato de la ley y el orden".
Es decir que ante la profunda crisis que atraviesa el país y las perspectivas de un mayor ajuste y penuria para el pueblo srilanqués que preanuncia un acuerdo con el FMI, la respuesta del desacreditado mundo de la política es una creciente represión sobre los manifestantes.
Sin embargo, como quedó demostrado durante los últimos meses, y en particular durante las últimas semanas la represión no ha podido frenar las protestas, las huelgas y los enfrentamientos que hace tan solo dos semanas sacaron eyectaron de su puesto al presidente. Nada indica que ahora vaya a ser diferente. Es esperable que la crisis en Sri Lanka no solo se mantenga sino que se profundice y las protestas se radicalicen en los próximos días y semanas.