El candidato laborista Keir Starmer ya recibió el encargo del rey Carlos para formar Gobierno, convirtiendose en el nuevo primer ministro. El Partido Laborista se impuso cómodamente obteniendo la mayoría en el Parlamento. Los conservadores hicieron una de la peores elecciones de su historia.
Viernes 5 de julio de 2024 08:02
Este 4 de julio tuvieron lugar las elecciones en el Reino Unido que incluye los territorios de Escocia, Gales, Inglaterra y el norte de Irlanda, que determinan la composición del Parlamento de Westminster y quién será el próximo primer ministro.
El laborismo consiguió una aplastante victoria al ganar 412 escaños, 214 más que en las elecciones de 2019, con lo que puso fin a catorce años de gobiernos conservadores, que obtuvieron 121 escaños, 251 menos que en 2019 y haciendo una de las peores elecciones de su historia.
Por detrás se ubican los Liberales Demócratas con 71 escaños (63 más que en las últimas elecciones) y el Partido Nacional Escoces (SNP) con 9 escaños.
En la mañana de este viernes el rey Carlos III ya encomendó al lider laborista, Keir Starmer, formar gobierno como nuevo primer ministro del Reino Unido. Fue tras mantener una audiencia en el palacio de Buckingham, residencia oficial de la corona en Londres.
Con 412 escaños, Stramer y los laboristas tienen mayoría asegurada en la Cámara de los Comunes, el principal órgano legislativo del Reino Unido, junto con la Cámara de los Lores, que no es electa.
La cámara de los comunes está formada por 650 miembros, cada uno de los cuales es elegido por una circunscripción geográfica de población aproximadamente igual, que fue lo que ocurrió en las elecciones de este jueves.
En cada circunscripción, gana el candidato con mayor número de votos. No es necesario obtener el 50% de los votos, y los votos de otros candidatos se pierden de hecho. Esto se conoce como votación mayoritaria.
La Cámara de los Comunes también elige al primer ministro. Por convención, el monarca invita al líder del partido más votado a formar gobierno, que es lo que ocurrió este viernes por la mañana. El futuro primer ministro debe tener el apoyo de la mayoría de los diputados, lo que se descarta por la muy buena eleccion de los laboristas.
Técnicamente, para tener mayoría en la Cámara de los Comunes se requieren 326 diputados (la mitad de todos los escaños más uno), muy por debajo de las bancas obtenidas por el laborismo que queda con una cómoda y amplia mayoría para gobernar.
Líderes impopulares y 14 años de gobiernos conservadores
Si bien el laborismo arrasó en estas elecciones, se trató de una contienda en la que los principales partidos y sus líderes eran más impopulares que en cualquier otra contienda anterior.
El triunfo del laborismo no es de extrañar, por supuesto, luego de 14 catastróficos años bajo gobiernos conservadores, responsables del brexit, recesión técnica e inflación, triplicación de los aranceles universitarios, desmantelamiento del Sistema Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés), los escándalos alrededor de los partygates durante el confinamiento y los casos de corrupción en la compra de equipos de protección individual (EPI) en medio de la pandemia.
Además, como resultado del feroz ataque a las condiciones de trabajo y el nivel de vida de la clase trabajadora, había un deseo de sacar a los tories (conservadores) del gobierno. Este 4 de julio millones de personas acudieron a las urnas sintiendo la pérdida salarial, cansadas de listas de espera en un nivel récord para ser atendidas y con escuelas y universidades al borde del colapso.
Recordemos también que Rishi Sunak, el hasta hoy primer ministro conservador, no fue electo, sino instalado después de que una rebelión pusiera fin abruptamente al gabinete de Liz Truss. El contendiente laborista, Keir Starmer, ha liderado al partido durante la purga del ala izquierda, materializada en la expulsión de Jeremy Corbyn, tras anunciar que se presentaría como candidato independiente en Islington Norte en las elecciones generales luego de que Keir Starmer le prohibiera presentarse por el Partido Laborista por afirmar que la magnitud del antisemitismo en el partido era "dramáticamente exagerada".
Durante la campaña electoral, los líderes del Partido Conservador y del Laborista rehusaron hablar de los ataques al pueblo palestino, en abierto contraste con lo que se expresaba en las calles cuando cientos de miles de personas manifestaban activamente su oposición al genocidio del pueblo palestino y pedían un cese el fuego. Este movimiento logró su punto más álgido el 11 de noviembre de 2023 cuando tuvo lugar la mayor manifestación a favor de Palestina a la cual, según calcula la Campaña de Solidaridad con Palestina, asistieron 800.000 personas.
Este masivo movimiento también ha tenido su efecto en las elecciones nacionales, ya que varios diputados laboristas renunciaron cuando Keir Starmer declaró que Israel tenía derecho a defenderse y se negó a llamar a un cese el fuego. Quienes no se alinearon con esta narrativa se presentan como independientes en varios distritos electoral, entre ellos Jeremy Corbyn, que logró el triunfo presentándose por fuera de los partidos tradicionales, y derrotando a la maquinaria electoral partidaria del laborismo
De esta manera, Jeremy Corbyn ha ganado en Islington North, el distrito que representa desde 1983, pero por primera vez ha sido elegido como diputado independiente, y ya anunció que pretende cuestionar a Starmer si lleva adelante políitcas antisociales o ataca la salud y la educación, y también cuestionó por insuficiente el manifisto de Gobierno presentado por los laboristas.
La carrera de Starmer
Por otra parte, Starmer comenzó la campaña electoral insistiendo en sus credenciales de partido del establishment: “Hace cinco años que dejamos de ser un partido de protesta”, declaró con severidad mientras sus ayudantes sacaban a un joven activista de la presentación de su manifiesto.
Un manifiesto, debemos aclarar, abstracto y general en el cual no hay grandes compromisos transformadores ni un plan concreto para combatir la pobreza en un país donde los índices oficiales estiman que 4,3 millones de niños (el 30 % de todos los niños en el Reino Unido) vivían en hogares con ingresos relativamente bajos después del aumento de los costos de la vivienda en 2022/23.
Entre el 1 de abril de 2023 y el 31 de marzo de 2024, los bancos de alimentos de la red británica de Trussell Trust distribuyeron más de 3,1 millones de paquetes de emergencia a personas en situación de dificultad, lo que supone un aumento del 94 % en los últimos cinco años. Más de 1,1 millones de estos paquetes se distribuyeron para niños. Este es el país que heredará Starmer pero su moderado manifiesto electoral no introduce mejoras a la altura de la situación.
Un nuevo fenómeno en la campaña electoral ha sido el auge de Reform UK, del cual Nigel Farage es director y accionista mayoritario y que, insiste, “se democratizará con el tiempo”. Farage, no se iba a presentar como candidato en su circunscripción, pero el resultado de las elecciones del parlamento europeo donde se vio un crecimiento de formaciones populistas de derecha parece haberlo envalentonado.
Reform UK, del xenófobo, racista y misógino Nigel Farage, y que apela a votantes de mayor edad que añoran con el lugar que el Reino Unido tenía en el mundo –un país que ya no existe– llegaron a obtener un 14 % de los votos, en algunas zonas a la par o ligeramente por delante del Partido Conservador, aunque ese ascenso se venía estancando en las dos últimas semanas.
En una movida provocadora, Nigel Farage ha dicho que forma parte de un “fenómeno similar” al del influyente misógino Andrew Tate, al afirmar que hay fuerzas en la sociedad que intentan “impedir que los hombres jóvenes sean hombres jóvenes”. El líder de Reform UK aprovechó el último día de campaña para hablar de lo que describió como sentimientos de “emasculación” entre los hombres jóvenes. Estos comentarios se producen en un contexto de preocupación por el auge de modelos de conducta asociados a una masculinidad tóxica.
A paesar del triunfo obtenido, la mayoría de los millones de votantes laboristas no son partidarios de Starmer. Votaron al laborismo porque quieren acabar con los salarios y prestaciones bajos, con las viviendas malas o ruinosamente caras y con un gobierno impregnado de corrupción.
En un panorama europeo de auge de partidos populistas de derecha, un triunfo laborista podría estar dando un mensaje diferente. Sin embargo, lo que viene del gobierno de Keir Starmer será continuidad, no transformación, nada cambiará. La campaña laborista ha sido poco inspiradora, moderada y cautelosa. Starmer pretende gobernar sin cambios radicales, sin ofrecer ningún cambio fundamental ni molestar a la prensa de derecha ni a los grandes banqueros y empresarios. Se trata de la peor derrota de los conservadores (las peores habían sido las de 1997 cuando consiguieron 165 escaños, y la de 1906 con 156 escaños) y del partido de las grandes empresas, la austeridad, la guerra, los recortes en el NHS, el racismo y el apoyo a Israel. Queda por ver si se podrán recomponer, y cómo.