Todos hemos escuchado los argumentos sobre el plebiscito de abril estos días. Por un lado, que el Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución solo pretende salvar la institucionalidad corrupta y que todo lo que surja de esta “Cocina Constituyente” debe ser rechazado sin malabarismos electorales.
Viernes 14 de febrero de 2020
Y por el otro, que el plebiscito representa una oportunidad para desinstalar la Constitución de los ‘80 y dar nuevas fuerzas al movimiento social popular para continuar la lucha que comenzó el 18 de octubre.
En estas líneas quiero desmenuzar estas dos opciones para ver cómo nos sirven para avanzar.
Comienzo con el argumento “no sirve para nada”.
Claro, el gobierno de Piñera comenzó a analizar cambios en la Constitución bajo la presión del #Despertar.
¿Y por qué? Porque la viabilidad de su sistema depende de una estabilidad, una visión de país, compartida. Compartida, por lo menos, por la oposición política establecida. Pero ellos sabían también (porque no son tontos), que mucha gente detesta a los políticos establecidos, entonces el camino de vuelta a la estabilidad tenía que oler a novedades. Por lo tanto, no había alternativa que ofrecer “cambios” durante algunos días antes y después del 15 de Noviembre, día del Acuerdo por la paz.
Y efectivamente, lograron “salvar la institucionalidad”, pero con algunas modificaciones que pueden manejar. Salvaron la institucionalidad corrupta.
El segundo argumento es el argumento de aprovechamiento y nace del hecho – y es un hecho – que los vecinos quieren participar, y que van a participar. Frente a ese “hecho”, ¿cómo podemos mejorar la organización territorial, aprovechando el escenario del plebiscito?
La opción sería organizar asambleas para discutir la votación y hablar de cómo vamos a seleccionar y votar por nuestros delegados en octubre, porque el camino constituyente es largo y recién comenzando.
Ahora bien, por lo general, a mi parecer, los que comienzan con el “no sirve para nada” son más radicales, más impacientes. Tienen en sus corazones la urgencia del fuego y saben, temen, que si no enfrentan a los malditos políticos (de todos los tipos) ellos van a restablecer su control y volvemos a donde estábamos hace cuatro meses atrás.En otras palabras, todo depende de ellos, por así decirlo.
Son dos tipos de conclusiones que nacen de esta fe.
La primera es que sus acciones, sus actividades, son la acción directa de una minoría. Porque de hecho, son una minoría, muy activa, con fuego en los corazones, pero igual una minoría.
Y la segunda conclusión es que quedan algo separados, independientes, de la mayoría de los cuatros millones y tantos que han salido a marchar desde Octubre 18. ¿Cómo integrar mucho más gente? Es la gran inquietud, o debería serla.
Por otro lado, los “aprovechadores” saben que la mayoría de los cuatro millones quieren avanzar, quieren cambiar la constitución y ven poca alternativa que votar SI en el plebiscito y Convención para elegir a todos. Están seguros que la mayoría piensa así, pero también quieren convencer a esa mayoría que la Asamblea Constituyente es la organización que necesitamos para instalar los cambios grandes que necesitamos. ¿Entonces? … Entonces, vota SI, Convención y marcar AC en el papelillo.
Algunos dicen que hay que anular la opción de Mixto/Convención, pero no creo que van a convencer a muchos con ese argumento. Otros proponen llevar una tercera papeleta a las urnas del plebiscito con la opción de Asamblea Constituyente. No creo que vaya a tomar vuelo esa idea.
Cosa de Organización
Pero quiero volver a ver qué hay detrás de las dos opciones. Es cosa de políticas distintas, cosa de la “acumulación de fuerzas y organización en distintos niveles del movimiento popular”, por así decirlo.
Hago la pregunta… ¿los vecinos quieren participar en abril? Y respondo… Si pero no.
Porque no responde a otra pregunta… si los vecinos de la primera línea quieren boicotear el plebiscito, y los otros vecinos de mi barrio sí quieren participar… ¿Quiénes tienen la razón?
Hago una pregunta, esta vez a los y las héroes de la primera línea, que han visto la política del “Acuerdo de Paz” de primera mano. Si quieren boicotear el plebiscito, ¿creen que los vecinos deberían seguir el mismo camino?, porque, de verdad, la mayoría de los que han luchado quieren votar. Aparte de seguir luchando, ¿qué deberían hacer los vecinos?
Una respuesta es “no sé, pero lo que SI sé es lo que creo yo. No voy a dar mi apoyo a una manada de asesinos”.
Bueno, yo creo que uno de los deberes de los que luchan es convencer a los demás que ellos mismos son capaces de cambiar el país. Ellas y ellos mismos. Y la experiencia de la lucha (y también la historia de otras luchas) te enseña cuál es la mejor forma de ayudar en este proceso de enseñanza y aprendizaje.
¿Cuál es la mejor forma de ayudar a los millones que luchan, de sentirse capaces de cambiar el país, hoy día, bajo las condiciones que enfrentamos?
Es la gran pregunta.
Y la respuesta es …..
Yo creo que la forma de actuar más efectiva (para los más y los menos radicalizados) es declarar públicamente que debemos votar porque es parte del comienzo de crear una base masiva para la elección de los delegados en Octubre.
Claro, todos sabemos (o a esta altura de la lucha, deberíamos saber), que este “proceso” del Acuerdo tiene letras chicas tan poderosas que garantizan (o así espera el gobierno y sus aliados) que los grandes cambios que queremos no van a nacer en las reuniones de los delegados elegidos. Así son las cosas y por ende nos obligan a organizar nuestras bases y nuestros delegados para ganar esos cambios grandes – por la democracia masiva.
… Imagínate que hay una votación entre los delegados de la Convención sobre el derecho de tener una pensión fuera del sistema AFP, y nuestro lado gana 63% de la votación. Las fuerzas de la Primera Línea salen a pelear y el gobierno (y sus aliados) va a gritar a los cuatro vientos que esas fuerzas NO RESPETAN A LA DEMOCRACIA. ¿Cómo respondemos? Mejor dicho… ¿Cómo ganamos después de perder la mayoría de 2/3?
Lejos la mejor forma de ganar la mayoría a nuestro lado en esas condiciones sería mostrar que las Asambleas, masivamente democráticas, son más democráticas que las reglas de 2/3 de la Convención. Pero para ganar esa batalla, las Asambleas DEBEN ser masivas y DEBEN ser realmente democráticas.
Yo opino también que la gran fuerza que no está despierta todavía es la fuerza del trabajador productivo. Tenemos el poder de hacer girar y parar el país pero, no hemos tenido cómo hacer sentir esa fuerza todavía, porque... ¿por qué? … porque la organización base del trabajador es débil.
Enfrentamos dos tareas grandes entonces.
Una es fortalecer la democracia real y – muy importante – el tamaño de las Asambleas locales. ¡Cómo vamos a elegir delegados en Octubre si no discutimos los postulantes y los temas entre cientos y miles de vecinos?
Y otra es la creación de una base sindical fuerte.
Yo creo que sin estos dos cambios importantes, Piñera y su gente van a controlar la Convención Constituyente en una forma u otra.
Así va a ser el futuro y debemos, debemos, debemos construir fuerzas realmente fuertes de base. Nada más nos va a servir.
Y punto.