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Red Internacional
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FIN DE AÑO LEGISLATIVO. El Senado le regaló un paquete de leyes a Macri

El tratamiento exprés del Presupuesto 2018, la reforma tributaria y la prórroga del impuesto al cheque fueron aprobados por abrumadora mayoría. La complicidad del peronismo y la falsa ilusión de "unir a la oposición".

Juan Manuel Astiazarán

Juan Manuel Astiazarán @juanmastiazaran

Jueves 28 de diciembre de 2017

Pasadas las 11:30 comenzaban a sonar las estrofas del himno que inauguraban la última sesión del año en el Senado. Las cámaras enfocaban al debutante senador por la Provincia de Buenos Aires y presidente de la Comisión de Presupuesto, Esteban Bullrich, que sobreactuaba cerrando los ojos y llevando su mano derecha al corazón.

Mientras algunos ojos se posaban en el exministro de Educación, que sería el encargado de informar y defender el Presupuesto 2018, otros apuntaban a Cristina Fernández de Kirchner en su regreso a la cámara después de 10 años.

La expectativa de su regreso pasaba no sólo por su debut sino por saber que relación establecería tanto con el oficialismo como con Miguel Ángel Pichetto, exjefe de bancada del FpV-PJ hasta hace menos de un mes y actual presidente del interbloque Argentina Federal.

“Oposiciones de diseño” lanzó Cristina Fernández en un momento de su discurso y calificó así al senador rionegrino y a todos los que se entusiasmaron tanto con el camino del diálogo que ya cuesta distinguirlos de la fiebre amarilla.

La nueva escribanía

Tras la primera intervención de la expresidenta pidió la palabra el puntano Rodríguez Saá, quien criticó el “tratamiento express” de las leyes y aseguró que el Senado es una “nueva escribanía” que no cumple ni con el reglamento. “Esta es una nueva escribanía, que ahora es de 24 horas. Antes por lo menos era de varios días”.

La frase de Rodríguez Saá causó la risa de algunos de los presentes pero cerca de las 21:15 se volvió tan real que no deja de sorprender. Con 52 votos a favor, 15 en contra y 1 abstención fue aprobada la reforma tributaria. Con 54 votos a favor, 14 en contra y 4 abstenciones fue aprobado el Presupuesto 2018. Por su parte, la prórroga del impuesto al cheque cosechó sólo 2 rechazos y 65 votos a favor, incluido el de Cristina Fernández.

La aplastante mayoría que consiguió el Gobierno para sancionar el presupuesto de ficción y recortes y la reforma tributaria muestra el acompañamiento con el que cuenta de la mayor parte del peronismo, que acata los designios de la Rosada sin chistar. “Si bajara un marciano y nos escuchara hablar diría: ‘Pobre Gobierno la verdad que no saca nada’, pero sin embargo las cosas después salen todas aprobadas, eso habrá que revisarlo” había asegurado la expresidenta minutos antes de la votación.

La frase desnuda una realidad difícil de disimular: es tan cierto el rol cómplice de la mayoría del peronismo como la utopía de apostar a la “unidad de la oposición” con la que se entusiasmaban desde el kirchnerismo en la campaña electoral y después del 14D.

De extorsiones y justificaciones

Al comienzo de la sesión Cristina Fernández había pedido la palabra para plantear una cuestión de privilegio, en relación al pedido de desafuero en su contra. Allí se refirió a la “utilización del aparato judicial para, articulándose con los medios de comunicación, provocar condenas previas, sin juicio, a dirigentes políticos de la oposición” y aseguró que se trata de un recurso para “atacar la representación política de este país y sobre todo a la oposición”.

Precisamente esta última idea de “ataque a la representación política” se repitió varias veces a lo largo de su discurso, cuestionando la presión del Ejecutivo sobre los legisladores para aprobar las contrarreformas, algo que calificó como un “mecanismo mafioso”.

“La diputada de Chubut (Rosa Muñoz) tuvo que votar (la reforma previsional) porque el gobernador de su provincia le mostró la pantalla de un celular, donde un funcionario de su gobierno, señora presidenta, le había enviado al gobernador una foto de la banca vacía de la diputada y le decía ‘tu diputada todavía no se sentó’”. Me recuerda a las imágenes del ‘Padrino’”, aseguró.

En la misma sintonía, justificó la actitud de los gobernadores que pusieron su firma en los proyectos de reforma tributaria y Consenso Fiscal, incluida Alicia Kirchner.

“Todos saben por qué firmaron los 23 gobernadores. Dos días antes de la reunión que los gobernadores debían realizar en el Consejo Federal de Inversiones, donde me consta que la mayoría no estaba de acuerdo, apareció en los diarios una foto de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires y del presidente de la Corte con motivo del juicio por el Fondo del Conurbano. Debo decirle a aquellos que tienen dudas de por qué firmaron los 23 gobernadores, que a aquella reunión llegó el ministro de Interior (Frigerio) y cuando algunos gobernadores le manifestaron que no estaban de acuerdo con lo que se proponía dijo: ‘¿Vieron la foto que salió en el diario? Mejor que arreglen porque sino la Corte le va a dar la razón a la Provincia de Buenos Aires’. No hubo libre albedrío para firmar este consenso”.

Que el macrismo ha hecho del látigo y la chequera un arte sofisticado para disciplinar a los gobernadores es tan cierto como que todos los Gobiernos anteriores han apelado al mismo recurso. La diferencia es que en algunos casos sirve para señalar extorsiones y en otros, para justificar el acompañamiento del ajuste por parte de los propios y que no sean acusados de “traidores”.

Dadores de Gobernabilidad

“Mi bloque no tiene por qué estar pidiendo permiso para interactuar con el bloque de diputados que representan los intereses de los Gobernadores”. Con esa definición Pichetto justificaba las negociaciones que entabló junto a Diego Bossio y Pablo Kosiner, los representantes del interbloque Argentina Federal en Diputados. Tras la aprobación en esa cámara el jueves de la semana pasada los tres legisladores se reunieron para aceitar relaciones y profundizar los acuerdos parlamentarios que vienen llevando adelante junto al oficialismo.

Ayer en la sesión Pichetto rindió homenaje a esa naciente formación que debe obediencia debida (y de vida) a los mandatarios provinciales: “Yo no puedo subestimar a los gobernadores, que vienen defendiendo los intereses de sus provincias y que son responsables de pagar a fin de mes los sueldos del personal. Yo no subestimo a los gobernadores ni tampoco a la representación que ejercen y cuando se sentaron a negociar con el Gobierno lo hicieron pensando en sus provincias. Y quiero recordar que los que estamos acá representamos a las provincias. La Cámara Baja representa al pueblo, nosotros a las provincias”.

Ayer kirchnerista y hoy aliado del macrismo, el “peronismo perdonable” es el encargado de darle aire al Gobierno en lo que fueron sus peores días desde que asumió en diciembre de 2015.

La última sesión del año legislativo deja una nueva conquista parlamentaria para Cambiemos, que pudo finalmente sancionar el paquete de leyes que incluía la contrarreforma previsional, la tributaria y el Presupuesto 2018. Quedará para comienzos del próximo año legislativo el tratamiento de la contrarreforma laboral, donde el Gobierno pretenderá degradar aún más las conquistas y los derechos de millones de trabajadores.

La semana pasada, durante la sesión en Diputados, Nicolás del Caño fue contundente al señalar: "Habrán podido votar una ley, pero en estos días perdieron la batalla por la conciencia de millones". Las masivas movilizaciones de repudio al histórico robo contra los jubilados lo confirman: abrieron una experiencia acelerada con el Gobierno de los ricos y generaron una importante crisis política, sembrando la idea de que se puede derrotar los planes del Gobierno en las calles. Los triunfos parlamentarios de Cambiemos, aún siendo minoría en ambas cámaras, muestran que nada se puede esperar de una casta privilegiada y millonaria, que vive de la rosca parlamentaria y negocia en función de mantener sus propios intereses. Habrá que fortalecer el primer camino.