Miércoles 10 de septiembre de 2014
El alquiler de viviendas permanentes es la expresión cabal de la negación del capitalismo a los sectores de trabajadores de bajos ingresos, a los desposeídos, de poder conquistar un espacio propio, apropiable.
Es que en los últimos 30 años de expansión del capital sobre grandes derrotas a la clase obrera no pudo hacerse sin generar fuertes contradicciones nunca vistas en la era moderna, y que para fundamento de esta nota, se expresan en el territorio en general y en las ciudades en particular.
En algunos países centrales, como Estados Unidos o España, estas contradicciones jugaron con la ilusión de la casa propia de millones de personas con el estallido de las burbujas inmobiliarias dejando en la calle a amplios sectores de trabajadores.
Aunque el caso más contradictorio sin dudas es el proceso de urbanización en China. Hace 30 años solo uno de cada 5 chinos vivía en una ciudad y hoy pasó a ser denominada “el taller/fábrica del mundo” con la mayor cantidad de personas
en ciudades del planeta.
En 1990 había una población urbana que llegaba al 26%, en el 2000 del 36% y a fines del 2011 superó el 51%. Este éxodo a las ciudades solo se puede explicar a partir de las políticas de apertura económica, de descolectivización de la agricultura, la fuerte industrialización de capital internacional fruto del bajísimo costo de la mano de obra que ronda 1,19 dólares la hora. Montados sobre estas transformaciones están las mega empresas constructoras e inmobiliarias que especulan al punto de construir ciudades para miles de habitantes con costos de miles de millones de dólares que permanecen vacías por años.
Esta dinámica de concentración urbana se sucedió en la mayoría de los países semicoloniales del mundo, aunque de una forma no tan brutal. En el caso de Argentina que fue siempre un país muy urbano, comparable con Estados Unidos
o Inglaterra (en 1914 ya superaba la población urbana a la rural, en 1975 era del 80% y en la actualidad es mayor el 95%), pero la política neoliberal de desguace del Estado, mayor extranjerización de los resortes de las economías, la desocupación y precarización laboral en la región resultó en una proliferación de asentamientos y villas miseria principalmente en la Región Metropolitana de Buenos Aires que concentra el 37% de la población del país, con migraciones internas de ciudades que se fueron despoblando y externas de países limítrofes.
La política histórica de la burguesía argentina de flexibilización estatal en relación a la voluntad del mercado inmobiliario sobre el suelo produjo por un lado que en 2010 asciendan a 2.494.618 las viviendas vacías, es decir el 18% de las viviendas a nivel nacional, y por otro, en las ya ocupadas hayan aumentado los índices de hacinamiento.
En una nota anterior explicábamos que para poder comprar un terreno se necesitaban 55 sueldos mínimos, lo que lleva a que alquilar sea común entre los jóvenes trabajadores y sectores precarizados mal pagos para tener un techo.
En ciudades como La Plata de un alto porcentaje de trabajadores que dependen de sueldos estatales, los que alquilan rondan cerca del 45% de la población.
Además de provocar la imposibilidad de que los trabajadores puedan acceder a una casa propia, a través del alquiler la especulación inmobiliaria se lleva gran parte del salario ya que entre los requisitos para que una familia tipo pueda entrar a una vivienda de dos dormitorios está disponer de dinero equivalente a 4 meses por adelantado entre depósitos y gastos, o sea más de una vez y media un salario mínimo de $8.420 (cada 2 años), y pagar una mensualidad que ronda entre un 25 a un 40% de ese salario. A pesar del discurso Nac&Pop los resultados de la dékada están a la vista, y los cuenta el propio Indek.
Existen varias organizaciones semi kirchneristas que dan cuenta de esta situación, pero sus planteos son muy limitados a la hora de resolver la problemática del acceso a la vivienda de raíz. Por su parte, Facundo Moyano (hoy más cerca de Sergio Massa) presentó un proyecto legislativo para modificar la Ley N° 23.091 de Locaciones Urbanas para extender los contratos a 3 años, que los días de pago sean después del 10 de cada mes y que el monto total para entrar a una vivienda no supere dos veces y medio el alquiler.
Pero para comenzar a resolver verdaderamente la problemática de la vivienda en Argentina, primero es necesario que se garantice un salario acorde a la canasta familiar y que el valor del alquiler no supere el 20% del salario mínimo, el mes adelantado más gastos equivalentes al 50% del alquiler para entrar. Otra necesidad urgente es la expropiación y estatización de viviendas ociosas para ponerlas en alquiler a un 10% de la canasta familiar.
Para permitir el acceso a la vivienda propia dentro de la ciudad consolidada hay que estatizar los espacios urbanos vacantes y proponer viviendas colectivas de baja densidad con equipamiento.
Hay que defender la idea del acceso definitivo a la vivienda, a la movilidad, a los bienes y servicios que ofrece la ciudad como parte de los derechos más elementales como el trabajo, la salud o educación. Esto se contrapone a la dinámica pro mercado inmobiliario y empresarial que custodian en mayor o en menor medida los distintos gobiernos del mundo.