Newsletter: El juguete rabioso. El amor después de las elecciones

Hoy quería explorar las condiciones en las cuales se podría desarrollar el proceso electoral. Para lo cual, estuve repasando datos e informes que permiten delinear algunas tendencias.

Luego del momento de mayor turbulencia con el dólar, observado hacia el mes de octubre del año pasado, el oficialismo logró en el primer semestre del año establecer una precaria estabilidad macroeconómica. Con la impronta de las iniciativas del ministro de Economía, Martín Guzmán, domó el dólar. ¿Cómo lo logró? Realizando una serie de concesiones al capital especulativo para que pueda dolarizar sus carteras, girando hacia un mayor financiamiento de las cuentas públicas a través del sistema financiero en detrimento del Banco Central y alcanzando resultados fiscales que alentaron el elogio de Domingo Cavallo.

En julio de 2001, el exministro de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, impulsó el “déficit cero”. Ese nuevo ataque del Gobierno de la Alianza a las condiciones de vida se cristalizó en la Ley 25.453 que establecía que el gasto público no podía superar a la recaudación para lo cual se autorizaba al Ministerio de Economía a “la reducción de las retribuciones alcanzadas, cualquiera que fuera su concepto, incluyendo sueldos, haberes, adicionales, asignaciones familiares, jubilaciones y pensiones”.

Veinte años después, Guzmán logró aproximarse al déficit cero durante los primeros meses de 2021, pero sin contar con una ley. La licuación de las partidas presupuestarias tiene curso por la vía del efecto de la inflación. Según el análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) es lo que ocurrió al menos hasta el mes de mayo. En el quinto mes del año, en términos reales, es decir descontando la inflación, retrocedieron las jubilaciones y pensiones (-10,0 %), los salarios públicos (-7,9 %) y los programas sociales (-41,5 %), fundamentalmente por la quita del IFE. Esto ocurre, en simultáneo, que los ingresos públicos crecen varios puntos por encima de la inflación.

Un informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), afín al Frente de Todos, señaló que el déficit fiscal como porcentaje del producto (PIB) es menor que en cualquier año del período 2016-2019. Incluso fue próximo al 0 % del PIB en el acumulado del año hasta mayo. Es cierto lo que señalan en el CESO: que el gasto público en la era Macri tenía un sesgo marcado por el pago de intereses de la deuda pública, algo que ahora disminuyó. Pero de ningún modo dejó de ser importante: los gastos en intereses de la deuda, a pesar que se redujeron por la reestructuración, se llevaron el 10 % del gasto público en el acumulado de los cinco primeros meses del año, considerando la deuda intra sector público, de acuerdo al informe de la OPC.

El análisis del CESO está enfocado en plantear que el gasto público y los aumentos salariales estén orientados a “contagiar la recuperación” económica, la cual todavía es muy tímida. También señala que no alcanza con el aumento en la obra pública, que crece un impactante 120 %, pero que explica apenas entre el 6 % y el 7 % del gasto público. Es decir que, aunque aumenta mucho impacta poco en impulsar la reactivación. El debate del CESO está orientado contra planteos conservadores que apuestan al equilibrio fiscal para lograr un acuerdo con el FMI. No está claro si se refiere a planteos conservadores dentro o fuera del Gobierno.

Hasta aquí un anticipo. Si te interesa leer completa esta entrega de El juguete rabioso o que te lleguen los newsletters del programa radial El Círculo Rojo y La Izquierda Diario ingresa en este link