El oficialismo se enfrentaba a un escenario incierto y pareció sorprendido por los resultados aún abiertos. Carrió y Vidal, las protagonistas de la jornada. Un final irregular, entre globos y suspiros.
Lunes 14 de agosto de 2017 03:06
Las encuestas no pintaban un panorama claro. La figura fuerte de Cristina Kirchner y los recientes escándalos políticos -que incluyen nada menos que una desaparición forzada y un importante conflicto obrero- hacían de ésta una elección difícil para Cambiemos, principalmente en provincia de Buenos Aires. A comienzos de este domingo, el oficialismo no sabía si la ayuda de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri alcanzaba para levantar a los ignotos candidatos, Esteban Bullrich y Gladys González. La máxima duranbarbista (no hablar de economía) chocaba con la realidad y desde el entorno presidencial temían repetir la famosa frase de un ministro de Economía alfonsinista: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.
Por todo ello, es fácil entender que Cambiemos haya optado por no convertir su búnker en un salón de fiestas de quince como había hecho en otras ocasiones. Según el diario Clarín, aunque de la organización se ocuparon Ciudad y Provincia, desde la Casa Rosada se habría bajado un pedido directo de “austeridad”. Pese que se la convocatoria fue el predio de Costa Salguero como en 2015, ésta vez sólo se alquiló un módulo y se restringió la lista de colabores así como la de invitados. El espacio para la prensa también fue limitado: baños químicos, un wi-fi que no andaba y pocas computadoras. El decorado constaba de algunos leds y el color amarillo se vio poco. Parecía que del 2015 sólo persistía la Coca light para los asistentes.
Por abajo, los periodistas presentían un fracaso del gobierno en “la madre de todas las batallas”. Recién cerca de las 18:30 horas, los principales encargados de la campaña -Marcos Peña, Diego Santilli, Federico Salvai y Maximiliano Ferraro- rompieron el silencio. Se respiraban aires de cautela. Aunque aseguró que estaba “contento” con la elección, el jefe de Gabinete evitó dar resultados, halagó a su equipo y destacó que integra una de las pocas fuerzas con armado nacional. “Es una elección primaria y hay que tomarla como tal. Hay que escuchar el mensaje, en octubre será la elección definitiva”, aclaraba.
Dos horas después parecían cambiar los ánimos. Se rumoreaba que Marcos Peña iba a brindar otra pequeña rueda de prensa pero luego se anunció que iba a aparecer Gabriela Michetti directamente en el escenario principal. Ya se conocían los primeros números que arrojaban buenos resultados para el oficialismo en la Capital Federal y distintas provincias como Córdoba y San Luis. El tono precavido era reemplazado por una arenga bastante más promisoria a cargo de la vicepresidenta: “El equipo sigue trabajando en conjunto, fortaleciéndose y esto da resultados. (...) Sabemos del esfuerzo de muchísima gente que le resulta difícil y duro pero quiere apoyarnos porque está cansada de los vaivenes y los fracasos. Los argentinos queremos tener éxito. (...) ¡Viva la patria!”.
Seguidamente tuvieron su turno de Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta, quienes estuvieron acompañados por otros candidatos. “La flor más bella” de Memphis La Blusera sonaba de fondo mientras “Lilita” hacía su aparición, vestida de dorado, consciente del triunfo contundente conseguido en la Ciudad –que para el momento se estimaba en un 47% de los votos-. El núcleo duro coreaba, enardecido, su nombre.
“Gracias a los porteños”, abrió Larreta. Como haría luego ante los reporteros, resaltó que estaban contentos pero todavía restaba consolidar los resultados en octubre. “Es una elección legislativa donde cada voto cuenta. (…) Sabemos que hay gente que tiene dudas y aún no nos acompañó. Mañana mismo salgo a la calle para encontrarme con ellos”, remató.
Carrió brindó un discurso explícitamente meritocrático y repitió varias veces la palabra “República”. Cuando terminó de hablar, Larreta la abrazó, soltaron globos y papel picado al ritmo del primer tema de Tan Biónica de la noche. La rubia se perfilaba como una de las principales ganadoras de la elección... y de Cambiemos.
Poco después subieron al escenario Gladys González, Esteban Bullrich, Graciela Ocaña y su “tutora legal”: María Eugenia Vidal. Ocaña, quien encabeza la lista de diputados por la provincia, fue la primera en agarrar el micrófono. El auditorio aplaudió su intervención recién cuando mencionó a Vidal. Luego dio un paso al frente Esteban Bullrich, quien criticó a las mafias y habló cínicamente de la importancia de la escuela pública. Nuevamente las reacciones fueron escasas. Gladys González se mantuvo prudente a un costado mientras todos se preparaban para escuchar a Vidal. Si bien el vocablo más pronunciado de la noche fue “equipo”, es claro que Carrió y la gobernadora (en ese orden) son las adalides de la alianza en estas elecciones.
“No tengo palabras para expresar tanto amor, tanto cariño, tanto ’no aflojes’”, dijo Vidal entre saltos y gritos de sus seguidores. Por momentos tomó un tono más ofensivo aunque siempre matizado por la prédica de “carmelita descalza” (que incluyó quiebres de voz y sollozos). “Gracias. Sobre todo a los que dudaban y a último momento volvieron a acompañarnos”, planteó. También dedicó parte de su perorata a las víctimas del ajuste: “Sabemos que esperabas que las mejoras llegaran más rápido (...) o simplemente tuviste un año duro, difícil. Y porque lo sabemos, así como estuvimos juntos recorriendo todos los municipios de la provincia, vamos a seguir mañana caminando las calles y escuchándote”.
Mauricio Macri cerró el evento. Para mantener la costumbre, no faltaron las referencias a la herencia kirchnerista, las frases hechas ni las de mal gusto. Entre sus típicos slogans (“recuperemos la capacidad de soñar”), expresó: “Le dije a Lilita en el almuerzo que coma liviano, que hoy iba a tener que hablar y festejar. Pero no, no dejó nada en la parrilla”. El mandatario decretó que “empezamos a recorrer los mejores 20 años de la historia del país” y calificó estas elecciones como “históricas”. Contra la precaución que se vivió durante los primeros momentos, mostró optimismo.
Eran casi las once de la noche. Los primeros números del escrutinio arrojaban triunfos simbólicos importantes para el oficialismo -por ejemplo en Santa Cruz y en San Luis- así como una contundente victoria en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba. Sin embargo, la provincia de Buenos Aires -que había mantenido al gobierno en velo- no estaba ganada. El alivio se había transformado en excesiva confianza. En sus discursos, tanto Macri como Vidal se adjudicaban un resultado que permanecería en disputa. Y que, aún en el caso de una eventual ventaja, tiene fuerte sabor a empate técnico y maniobra política.