El reciente fin de semana en el marco de las elecciones de la Convención Constitucional, millones de manera clara expresamos el repudio en las urnas, de los partidos de los 30 años, la derecha y la ex Concertación. Al mismo tiempo que no olvidamos ninguna de las demandas que planteamos en las calles en la rebelión popular del 2019, y que con seguridad hoy seguimos dispuestos y dispuestas a conquistar.
Sentimos alegría de ver en sus rostros, el golpe electoral que le dimos a aquellos que han profundizado las últimas décadas, la precariedad de nuestras vidas, con sueldos de hambre, pensiones de miseria y una salud y educación pública que se cae a pedazos.
Las últimas horas no se han hecho esperar-su actuar al puro estilo de las teleseries de los años 90-mostrando la decadencia de sí mismos, desde la Ex Concertación, la derecha y hasta la DC. Lo vemos en el caso de Narváez, militante del Partido Socialista, que se trata de pegar de manera oportunista, al movimiento de mujeres, luego que el Frente Amplio y el Partido Comunista los dejará afuera del pacto a ella y su partido por venir aliados con el PPD.
En la derecha las cosas no van muy distintas, al descalabro de la ex Concertación, que tal vez hasta ahora, se camufla “mejor”, pero el efecto es el mismo, y sus candidatos ya comenzaron la guerra sucia por quedarse con la candidatura presidencial de la derecha, que tendrá que ser disputada en las primarias de este 18 de Julio entre Lavín (UDI), Desbordes (RN), Briones (Evópoli) y Sichel (ind. ex DC).
En este contexto los más favorecidos son los “fenómenos” de los independientes, y en particular de la Lista del Pueblo. Con un programa parecido al PC-FA, fueron la principal “novedad” con 825 mil votos.
El fenómeno de los independientes por ahora se trata de un programa de reformas sociales en los marcos del régimen. La convención constitucional va a ser el centro de atención donde pase la política nacional y donde están puestas amplias expectativas e ilusiones en que se producirán cambios. Pero debemos ser enfáticos, la convención no resuelve las contradicciones que se abrieron en la rebelión popular.
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La derecha y la ex concertación no son los únicos perjudicados
Los candidatos del mundo sindical “clásico”, también sintieron la derrota, no hubo candidato alguno que conquistara la posibilidad de entrar a la Convención Constitucional.
La mayoría de los candidatos del mundo gremial “clásico” iban agrupados en la lista Movimientos Sociales, la cual obtuvo tres convencionales, sin embargo ninguno de ellos proviene del mundo sindical más tradicional. Luis Mesina y Mario Aguilar no consiguieron escaños, así como tampoco Bárbara Figueroa ni Eric Campos, dirigentes de la CUT y militantes del PC.
Según sus protagonistas por lo planteado en el medio Interferencia, comentan lo siguiente:
Luis Mesina, vocero del movimiento No + AFP, candidato por el Distrito 10 “Creo que hay varias razones que pueden explicar este resultado. En el caso particular nuestro, estábamos en un distrito bien competitivo. También el surgimiento de su Lista del Pueblo explica en gran mayoría el hastío de la ciudadanía en general e impidió un poco que pudiéramos acceder. Y todavía los bloques tradicionales los partidos logran hacer listas más eficientes, los independientes no tenemos esa posibilidad, nuestra competencia es más ineficiente. Y también nos influyó que bajó el porcentaje de votación, no es menor, eso también nos afecta un poco”.
Por su parte Mario Aguilar, el ex líder del Colegio de Profesores, y ex militante del Partido Humanista, dijo que “Fue una campaña, como todo el movimiento social, en condiciones muy desiguales, en recursos, en espacio mediático, en la misma franja, en el distrito 8. Y aún así, la verdad es que tuvimos un resultados electorales bastante respetables. De hecho, yo creo que no nos ganaron los partidos, nos ganaron las otras listas del movimiento social. En este caso fue la Lista del Pueblo, con la cual tenemos bastante afinidad, y por distintas circunstancias no fuimos unidos".
En el mismo tono, Barbara Figueroa, presidenta de la CUT, militante del Partido Comunista, compitió sin éxito por el Distrito 12, correspondiente a comunas del suroriente de la capital consiguiendo el 2,71% de los votos. Una votación lejana al 7,58% conseguido por su compañera de lista, la ex candidata presidencial Beatriz Sánchez -la cual sí logró un asiento en la Convención- es tal la derrota, que no existe siquiera un mensaje en su página personal o en la página de la CUT, hablando de los resultados de las elecciones.
La misma suerte corrió Juan Moreno Gamboa, presidente del Sindicato Interempresa LIDER, quien además es parte del Consejo Nacional Ramal de Comercio de la CUT. Moreno compitió por el Distrito 14 como parte de la lista del Partido Socialista, sin embargo consiguió tan sólo un 1,59% de los votos, sin posibilidad de acceder a la Convención Constitucional.
¿ A qué se debe esto? ¿Sólo bastarán las razones que nos entregan ellos?
Pues sin duda no, si bien lo que plantean tiene correlación con el ánimo que vimos el fin de semana que pasó, en el marco de las elecciones, quedarnos sólo con estas respuestas sería completamente erróneo y de una visión superficial, debemos mirar de frente la crisis que se guarda tras estas derrotas.
Estos dirigentes representan la lógica de las mediaciones de la vuelta a la democracia pactada.
Veamos con calma, en el caso de Barbara Figueroa, incluso siendo mujer, este elemento no pudo salvarla de la derrota, cuando sabemos que el factor femenino en las votaciones tuvo un enorme peso a nivel nacional. Si no se hubiera aplicado el mecanismo de paridad de salida, la convención hubiera quedado compuesta por 83 mujeres y 72 hombres. Pero debido a la corrección quedó compuesta por 78 hombres y 77 mujeres.
La actuación que hemos visto al menos los 2 últimos años de la CUT, a la cabeza de esta, por ende al mismo tiempo del Partido Comunista donde milita Figueroa ha sido profundamente contrario a defender los derechos de quienes somos trabajadores y trabajadoras en Chile.
Muestras evidentes existen, el Partido Comunista que juega un rol de dirección política en la CUT a través de la figura de Figueroa, en el parlamento votó la Ley de “protección” del empleo, que ha dejado a más de 2 millones de trabajadores y trabajadoras en Chile, donde sólo 1 millón a podido recuperar este en condiciones precarias, y por otro lado, ha empujado que sean los propios trabajadores y trabajadores costeando con sus propios recursos las suspensiones que han alcanzado más de 950 mil hasta la fecha.
Por si fuera poco el rol de la CUT, en el marco de los llamados a movilización, el del 12 de noviembre 2019 en pleno proceso de rebelión popular en Chile, en el marco del llamado más importante de paralización desde hace más de 3 décadas en Chile, donde a nivel nacional se movilizaron miles de trabajadores, lo interrumpió abriendo paso a un cese de la movilización, cuando se vio la posibilidad más concreta de sacar a Piñera. Por si fuera poco, hace 6 semanas atrás en el marco de la exigencia de millones por el tercer retiro de los fondos de AFP, la CUT convocó a una Huelga Sanitaria para el dia 30 de Abril, que desde ningún lugar organizó desde las bases, ni menos aún se la jugó a que efectivamente esta fuera una huelga efectiva, cuando 3 días atrás los portuarios habían mostrado su fuerza con más de 76 puertos paralizados, haciendo retroceder al gobierno y al tribunal constitucional, una de las instituciones más antidemocráticas heredadas desde la dictadura.
Por su parte Mario Aguilar, el 2019 en el marco de la movilización de los profesores que duró más de 7 semanas, con un enorme apoyo popular, mientras la ministra de ese entonces de la Educación, Marcela Cubillos los trataba de “patipelados”, Mario Aguilar llama a bajar el paro, junto a los 8 dirigentes a nivel nacional, sin consultar a la bases, enviando un mensaje a través de un video, sin siquiera convocar a asamblea.
A su vez Luis Mesina, a una semana de la Huelga General de 12 de noviembre del 2019, como dirigente de la Mesa de Unidad Social, compuesta por las organizaciones del Frente amplio y el Partido Comunista, llamaron a una huelga general,sacando explícitamente del petitorio la consigna “fuera Piñera” demandas que hasta el dia de hoy mantenemos.
Esta actuación parece corroborar bastante un señalamiento que muchos años atrás hacía el revolucionario ruso León Trotsky:
“En los periodos agudos de luchas de clases, los aparatos dirigentes de los sindicatos se esfuerzan por convertirse en amos del movimiento de masas para domesticarlo. Esto se produce ya con las simples huelgas, sobre todo con la ocupación de fábricas, que sacuden los principios de la propiedad burguesa. En tiempos de guerra o de revolución, cuando la situación de la burguesía se hace particularmente difícil, los jefes de los sindicatos se transforman ordinariamente en ministros burgueses” [1].
Los sindicatos, las tareas de los revolucionarios y la lucha contra la burocracia
Para los revolucionarios, la lucha contra la burocracia política y sindical es una cuestión fundamental en el camino por la construcción de un partido obrero revolucionario que luche por la independencia política de la clase obrera de los capitalistas y sus partidos. Es en ese marco, que la batalla contra toda conciliación de clases, es decir, cualquier política que busque la alianza del proletariado con sectores de la burguesía, es una batalla con las direcciones burocráticas de los sindicatos, que como se ha demostrado durante las últimas décadas desde el fin de la dictadura, permanentemente buscan el diálogo y la conciliación con los enemigos de nuestra clase, transformándose en una camisa de fuerza para el desarrollo del potencial de la clase trabajadora.
Esto se expresó claramente durante la rebelión de octubre del 2019, la cual tuvo su punto más álgido en la huelga del 12 de noviembre de ese mismo año(como ya anunciamos arriba), cuando fueron los sectores obreros quienes se unieron a millones de jóvenes, mujeres y pobladores, que con su fuerza pusieron en jaque al Gobierno de Piñera. Fue esa fuerza, la que hizo tambalear al régimen y llevó a los partidos del régimen desde la derecha hasta el Frente Amplio a pactar el desvío de uno de los hechos más álgidos de la lucha de clases del siglo XXI en Chile.
Pero, no sólo fue con la venia de los firmantes del acuerdo por “la paz y nueva constitución” con lo que se salvó a Piñera, sino también la tregua declarada en los hechos por parte del Partido Comunista dirigiendo la CUT, que atemorizados por la superación que hubo en las calles y lugares de trabajo a la huelga convocada el 12 de noviembre, los paros y huelgas convocadas posteriormente pasaron sin pena ni gloria, como el paro nacional del 5 de septiembre del 2019 que no fue organizado, el vergonzoso paro de 11 minutos del 11 de marzo del 2020, y hasta hace poco, después de múltiples declaraciones y estados de alerta con la “huelga general sanitaria” del 30 de abril, la que después de ser llamada a ser una gran jornada a nivel nacional, se terminó reduciendo a la mesa de negociación de la Presidenta del Senado, la demócrata cristiana Yasna Provoste con Piñera, para establecer el proyecto de “mínimos comunes”-que aún no tiene una clara respuesta desde el Gobierno-dejando de lado las “filosas” críticas de Bárbara Figueroa (PC) Presidenta de la CUT, los días anteriores de que Piñera no había tomado en cuenta los planes de emergencias propuestos desde la central, y que esta vez el tercer plan de emergencia nuevamente quedó en nada, confiando plenamente en los planteamientos de la oposición al odiado Gobierno. Esto sucedió a pesar que durante la misma semana, y antes del 30 de abril, los portuarios a nivel nacional desde la Unión Portuaria, paralizaron y movilizaron contra el recurso que Piñera había enviado al Tribunal Constitucional por el tercer retiro del 10%, siendo este último derrotado ante el temor de la fuerza que tienen las posiciones estratégicas [2] de la clase obrera y el fantasma de la huelga general, que se expresó en declaraciones de los posiciones obreras que mueven la economía nacional.
La legalización de los sindicatos y el rol de la burocracia
Pero, esta lógica de la burocracia sindical de encorsetar la fuerza de la clase obrera, superponiendo la relación de negociación y de diálogo con los partidos y políticos de los empresarios no es algo nuevo, y tiene relación a lo que Trotsky discutía en agosto de 1940, antes de ser asesinado en “Los sindicatos en la era de la decadencia imperialista”, cuando planteaba que:
“Hay una característica común en el desarrollo, o para ser más exactos en la degeneración de las modernas organizaciones sindicales de todo el mundo: su acercamiento y su vinculación cada vez más estrecha con el poder estatal(...)De ahí la necesidad que tienen los sindicatos-mientras se mantengan en una posición reformista, o sea de adaptación a la propiedad privada- de adaptarse al Estado capitalista y de luchar por su cooperación. A los ojos de la burocracia sindical, la tarea principal es la de “liberar” al Estado de sus ataduras capitalistas, de debilitar su dependencia de los monopolios y volcarlos a su favor. Esta posición armoniza perfectamente con la posición social de la aristocracia y la burocracia obreras, que luchan por obtener unas migajas de las superganancias del imperialismo capitalistas. Los burócratas hacen todo lo posible en las palabras y en lo hechos, por demostrarle al Estado “democrático” hasta qué punto son indispensables y dignos de confianza” [3].
En ese mismo sentido, el marxista italiano, Gramsci,en los Cuadernos de la cárcel, respecto a la estrecha relación entre los sindicatos y el Estado burgués, cuando desarrolla el concepto de “Estado ampliado”, al referirse que la “ampliación” del Estado fue una respuesta al movimiento obrero del siglo XX, la legalización de los sindicatos y la caracterización del papel de la burocracia, cuando hace referencia al dominio de la clase obrera a través de diferentes mediaciones:
“(...) después de la expansión del parlamentarismo, del régimen asociativo sindical y de partido, de la formación de las amplias burocracias estatales y “privadas” (político.privadas, de partidos y sindicales) y las transformaciones ocurridas en la organización de la policía en sentido amplio, o sea no solo del servicio estatal destinado a la represión de la delincuencia, sino del conjunto de las fuerzas organizadas por el Estado y por los particulares para tutelar el dominio político y económico de las clases dirigentes. En ese sentido, partidos “políticos” enteros y otras organizaciones económicas o de otro género deben ser considerados organismos de policía política, de carácter investigativo y preventivo” [4].
Es decir, la estatización de las organizaciones de masas y la expansión de burocracias en su interior es uno de los elementos fundamentales, “con su doble función de “integración” al Estado y de fragmentación de la clase trabajadora” [5].
La actualidad del marxismo revolucionario en las tareas de los revolucionarios en los sindicatos
Ahora, si llevamos estos planteamientos teóricos basados en la experiencia histórica del movimiento obrero al presente, tiene una actualidad fundamental, si pensamos cómo desde los años 80’ en adelante, la conformación de los sindicatos, sus estatutos y función están enmarcadas bajo el Código del Trabajo heredado de la dictadura, lo que ha hecho de los sindicatos por ley en un máquina para formar burócratas, por lo tanto, una máquina que fabrica el destacamento de avanzada para “organizar” la hegemonía burguesa en las organizaciones de la clase obrera o como señalara Trotsky, aquellos que picotean las migajas que caen de la mesa de los capitalistas para transformarse en su “policía política a los ojos de la clase obrera” [6].
Por ello, que desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, como corriente trotskista la tarea de los revolucionarios en los sindicatos, la lucha política contra la burocracia y recuperar los sindicatos como organismos que sirvan realmente como una herramienta que no sólo represente los intereses de los sindicalizados, sino que exprese la defensa de los intereses y organización de los trabajadores es una cuestión que no puede ir desligada de aquellos que se dicen levantar las banderas de la revolución. Para nosotros, no se trata de administrar un cargo de manera burocrática como lo hacen muchos de los dirigentes actualmente que se hacen carrera en lo sindicatos para asegurar sus propios intereses a costa de controlar y pisotear al resto de los trabajadores( como así lo han reflejado y lo perciben millones de trabajadores a quienes siendo candidatos a convencionales perdieron), sino de buscar ganar influencia en los sindicatos como corriente revolucionaria, para preparar a estos no sólo para las peleas en el marco del sindicalismo, sino para que en momentos álgidos de la lucha de clases, se transformen en herramientas que impulsen el movimiento revolucionario de la clase obrera.
La burocracia sindical, demostró por la negativa lo que significa que en momentos de la lucha de clases, estos detenten los sindicatos, sobre todo en las posiciones estratégicas, como lo vimos durante el 12 de noviembre en que las direcciones de los sindicatos mineros de CODELCO agrupados en la Federación de Trabajadores del Cobre, se bajó de la huelga sentándose con el Gobierno, salvando a Piñera. Si la huelga del 12 de noviembre continuaba, entrando los sectores centrales de la clase trabajadora el Gobierno habría caído en unas horas, pero en vez de eso, fueron los dirigentes burocráticos quienes redujeron el poder de fuego del proletariado chileno a cero, cerrando la posibilidad de avanzar a una situación revolucionaria en el país.
Respecto a esto, por eso Trotsky planteaba que la lucha de los revolucionarios en los sindicatos debe ser por la independencia total e incondicional de los sindicatos respecto al Estado capitalista (luchar por convertir los sindicatos en los organismos de las grandes masas y no de la aristocracia-burocracia obrera) y la democracia sindical (la democracia obrera en los sindicatos):
“(...) los sindicatos actualmente no pueden ser simplemente los órganos democráticos que eran en la época del capitalismo libre y ya no pueden ser políticamente neutrales, o sea limitarse a servir a las necesidades cotidianas de la clase obrera. Ya no pueden ser anarquistas, es decir que ya no pueden ignorar la influencia decisiva del Estado en la vida del pueblo y de las clases. Ya no pueden ser reformistas, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria y duradera. Los sindicatos de nuestro tiempo pueden servir como herramientas secundarias del capitalismo imperialista para la subordinación y adoctrinamiento de los obreros y para frenar la revolución, o bien convertirse, por el contrario, en las herramientas del movimiento revolucionario del proletariado” [7].
A pesar de esto, el trabajo en los sindicatos para los revolucionarios no ha perdido importancia, sino que es aún más importante, el conquistar y ganar influencia, tarea que sólo puede llevar adelante el partido revolucionario de la clase obrera para quebrar la resistencia de la burocracia sindical al servicio de la burguesía y convertir estos organismos en impulsores de la revolución, por lo mismo la necesidad de construir esa herramienta política, es decir el partido de los trabajadores independiente de cualquier variante patronal y partidos empresariales.
En la misma tónica, es que durante la “huelga general sanitaria” los militantes del PTR, impulsamos desde los lugares de trabajo donde dirigimos, comités de huelga, comités de acción y solidaridad, la coordinadora obrera y popular en Antofagasta, comités para preparar el paro en el Hospital Barros Lucos y participamos de la coordinadora anti represión en Puente Alto, con el objetivo primero de unificar y coordinar a los diferentes sectores de la salud, industriales, educación, jóvenes y pobladores con sus luchas. Segundo con esto levantar una política alternativa a la burocracia sindical que no garantizó ningún paro efectivo, y por último con el objetivo de que en estos comités de acción se transformen en instituciones permanentes ligados a la lucha de clases que propicien la autoorganización, donde las bases de diferentes sindicatos, organizaciones sociales y políticas hagan la experiencia con sus direcciones burocráticas, y con ello quebrar la resistencia de la burocracia sindical y política, que sólo busca controlar la fuerza y el potencial de la clase obrera.
Con los constituyentes electos, y a dos meses de que comience a sesionar la convención constitucional, impulsar comités de acción o coordinadoras para exigir a los convencionales sobre todo quienes dicen estar de parte del pueblo como la Lista del Pueblo y a la alianza PC-FA, que la convención no puede comenzar sin la amnistía y libertad a todos los presos políticos de la rebelión y presos políticos mapuche, además del juicio y castigo a los responsables materiales y políticos de las violaciones a los Derechos Humanos en el país, impulsando una gran movilización a nivel nacional en perspectivas de preparar una huelga general para sacar al odiado de Piñera.
Sin la camisa de fuerza que ha significado la burocracia durante décadas, con los trabajadores desplegando todo su potencial podríamos conquistar las demandas planteadas en la rebelión de octubre de 2019, liberar a todos los jóvenes presos por luchar y a los presos políticos mapuche, como también luchar por una perspectiva que conquiste otro tipo de sociedad, sin explotación y sin opresión, es decir, terminar con el capitalismo.
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