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El carácter de la revolución en Cuba

El carácter de la revolución en Cuba

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Continuamos con la publicación del Manifiesto de 1933 del Partido Bolchevique Leninista de Cuba. Este es el capítulo 4.

Las contradicciones inmanente al régimen capitalista, no pueden ser resueltas sino mediante la revolución proletaria. Las experiencia de los años de post guerra ha demostrado plenamente, que, a pesar de las estabilizaciones parciales del capitalismo, está carcomido en sus cimientos. Las luchas del proletariado en todos los países se encaminan hacia la liquidación completa del orden social vigente. En esta época, las revoluciones se suceden; dislocando el orden social, se acelera el proceso de la concentración y centralización del capital, se plantean ya inminentemente los preliminares de la revolución proletaria.

Los pueblos coloniales y semicoloniales atraviesan por situaciones críticas extremas. La crisis económica se refleja de una manera intensa en la vida general de las masas, se liquidan todos los vestigios de la política “liberal” y “democrática”; la revolución avanza por cauces profundos planteando cada vez con más urgencia, la lucha por el poder; por la liquidación del estado colonial, y la instauración del gobierno soviético.

Para las clases oprimidas reviste excepcional importancia la cuestión del carácter de la revolución. Sin una línea estratégica justa, no ha habido nunca movimiento revolucionario triunfante. Pero, sin una concepción política certera, sin una teoría eficiente, las mejores líneas estratégicas se caen al suelo.

La más grande confusión reina en América acerca del carácter de la revolución en nuestros pueblos. Filósofos y literatos de todas las especies ha opinado una y mil veces sobre ello. Pseudo marxistas disfrazados de “revisionistas” han ensayado también definiciones definitivas. Y los representantes oficiales de la burocracia estaliniana, los jefes de los partidos comunistas han venido a confundir más aun la cuestión. La prolongación de la crisis económica mundial ha creado en los pueblos coloniales de América, una situación tal, que estamos viviendo los preliminares de la revolución proletaria. A medida que el capitalismo se hunde, refuerza su explotación en las colonias, trata de someterlas y explotarlas más, dislocando profundamente las relaciones de clase, y estableciendo nítidamente los objetivos de las distintas clases que intervienen en el proceso de formación de la revolución. El carácter “democrático” del gobierno, queda excluido, frente a la estructura económica colonial, que condiciona nuestra situación económica. Los ingresos de los Estados cada día son más escasos: los partidos políticos de la burguesía criolla van perdiendo prestigio e influencia en vastas masas obreras y campesinas; las fuerzas de la pequeño burguesía se zarandean hacia uno y otro lado, oscilante y tímidas, las rivalidades de los imperialismos contendientes abocan a los pueblos al desagüe de la guerra. En estas condiciones, todas las capas sociales se preparan para la lucha definitiva, adiestran sus fuerzas, establecen sus contactos. Por razones históricas, el imperialismo se ha visto obligado a modificar gran parte de la economía de estos pueblos, y se ha descompuesto a su vez interiormente. El huracán de la revolución sola incesantemente, tratando de barrer todas las podredumbres y miserias.

En Cuba, la revolución entra ya claramente en su profundo sentido social abarcando capas fundamentales de la sociedad. Las luchas violentas de las facciones burguesas, por causas exclusivamente políticas, han cesado, para dar causas exclusivamente políticas, han cesado, para dar paso a la lucha de clases hostiles, a la batalla por el cambio sustantivo del régimen. La revolución es ya una hecho objetivo y constatable. Pero ¿Qué carácter ha de tener la revolución? ¿Se eliminará ésta, al arrojar al imperialismo de estas tierras, y crear una economía propia, con toda su base clasista, con la existencia de los desequilibrios sociales? ¿Ésta el mundo todavía en la etapa en la cual es posible abrir una vía a la capitalización de los pueblos coloniales? Los grandes problemas que la revolución confronta, no se derivan más que de la condición de colonia de Cuba. Estos problemas, a su vez, son las consecuencias del régimen capitalista agonizante, de sus extinción como sistema social progresivo y benéfico. Es necesario distinguir de manera consciente, que la revolución tendrá pues “un carácter marcadamente proletario”, enderezada a liberar al proletariado y con ello a la sociedad, de los brutalidades y miserias del capitalismo. Es la sola ruta de una emancipación real. El problema imperialista no es más que la clase primera de la revolución, la medida transitoria hacia la toma del poder por el proletariado como clase, a la instauración de la dictadura proletaria. La revolución democrático-burguesa, como finalidad específica, no resuelve en la práctica la cuestión. Solo las grandes revoluciones de clase burguesa o proletaria son capaces de producción los cambios sociales de tipo histórico.

El Partido Bolchevique Leninista, no puede predecir en qué fecha habrá de realizar la revolución agraria, ni ha de pretender tampoco edificar de la noche a la mañana el socialismo en un país de campesinos pobres y medios, con un proletariado que está aún débil hoy en día políticamente, para agrupar en torno suyo a los campesinos y conquistar el poder. Cuba, como toda la colonial no poseen la unidad económica independiente, y su economía en conjunto está aún en estado precapitalista. Circunstancias objetivas favorables han hallado un factor subjetivo en franca liquidación, y las posibilidades de desarrollar el movimiento no se han perdido, pero si pospuesto. La diferencia entre los elementos pequeñoburgueses y nosotros, bolcheviques leninistas, estriba sustancialmente, en la forma de gobierno capaz de garantizar la independencia de la Isla, y en el modo de obtenerla y sus fines. Los más recientes ensayos de los intelectuales “antimperialistas” de América Latina, a cuyo frente marchan los “apristas”, están encaminados a hallar la “fórmula latinoamericana de liberación”. Esta fórmula en todos los países tiene un denominador común: la necesidad de desarrollar capitalísticamente la economía de estos pueblos. El hecho de que el proletariado industrial no esté plenamente desarrollado en las colonias, que la burguesía nacional constituye una clase raquítica y desvertebrada, incapaz de luchar contra el imperialismo en defensa de sus propios intereses de clase los lleva la conclusión de que no se puede realizar la revolución proletaria en América Latina y que hay que limitar la lucha a expulsar de esas tierras al imperialismo, para desarrollar ulteriormente la “economía propia e independiente”. Esta concepción trata de afianzarse en citas de Marx y Lenin, tomadas arbitrariamente y colocadas de acuerdo con las necesidades de estos oportunistas. Estos titulados “marxistas” afirman que es imposible superar en América la etapa de la revolución burguesa, y que por consiguiente, sólo un desarrollo lento y gradual del proceso histórico, un “seguidismo” de las etapas históricas “infranqueables”, puede ser realizable sin caer en utopías socialistas. Esto es falso: absolutamente falso. El marxismo no es una doctrina económica sujeta a cambios lentos y graduales, a barreras infranqueables, sino a una teoría altamente revolucionaria que recoge el salto de dos etapas a la vez de ser posible el salto de dos grados en uno.

En las condiciones actuales del mundo, el entrecruzamiento de toda la economía mundial impide considerar los acontecimientos desde el punto de vista unilateral de un país exclusivamente. De ahí parte el hecho de que aislando a al América Latina del resto del mundo, y de la maduración de la economía mundial en conjunto para so transformación revolucionaria, los pequeño burgueses arriben a la conclusión de que no están desarrolladas en América Latina, las condiciones capitalistas necesarias, para realizar la revolución socialista. Hay que desechar íntegramente esta nueva fórmula pequeñoburguesa. Nosotros no podemos considerar la lucha aisladamente, sino como una parte de la lucha proletaria mundial. Nuestros internacionalismo ni está basado en simples afirmaciones teóricas, sino en la estructura económica del capitalismo. Si separamos las colonial del resto de los países capitalistas, éstas no tienen una unidad económica independiente, y son actualmente incapaces de desenvolverse por si mismas. Más la tarea que nos impone el presente instante, no es precisamente la de realizar la apertura de un desarrollo capitalista en América, sino la de realizar la revolución agraria; la de verificarla revolución socialista e instaurar la dictadura del proletariado. “Se trata de saber si podemos admitir que el desarrollo de la economía capitalista es inevitable, principalmente en el caso del proletariado victorioso, haya efectuado en ellos una propaganda sistemática. Con la asistencia del proletariado de los países adelantados, las naciones retrasada podrán llegar a la forma de organización soviética, y pasando por una serie de fases, llegar al comunismo, evitando todo el periodo capitalista.”

Esta apreciación de Lenin es nuestra concepción. No puede echarse a atrás la Historia, porque diez o quince países, se halan atrasados en su desarrollo, ni el movimiento mundial se detiene a esperar.

Nosotros rechazamos de plano la teoría de la revolución antifeudal y antimperialista, como una tesis falsa, sin contenido histórico, que solo conduce a la confusión. La revolución no puede tener otro carácter que el de una revolución proletaria, verificada con idéntico fines y métodos, y que abarca en su desarrollo, la liquidación del feudalismo y del estado de coloniaje. El tipo histórico de la revolución es proletario. No cabe entre las dos grandes revoluciones burguesa y proletaria, las revoluciones “antifeudales y antimperialistas”. Fases de un mismo proceso revolucionaria, no pueden ser confundidas como ramas distintas. Es por eso que el Partido Bolchevique en la cuestión de la revolución su carácter y declara:

  • Uno. La independencia de Cuba, como país semicolonial no puede ser obtenida sino mediante la lucha revolucionaria del proletariado, arrastrando tras de su a los campesinos.
  • Dos. La cuestión campesina no puede ser subestimada por la vanguardia del proletariado, y mucho menos ignorada en estos países semicoloniales y agrarios. Del lado a que se incluidas las masas campesinas, hacia la burguesía o el proletariado, depende el triunfo de la revolución agraria.
  • Tres. La fórmula lanzada por los dirigentes del Partido Comunista en torno al desarrollo de la revolución agraria: sus consignas de lucha; la confusión con respecto a la mecánica del poder y en manos de quién ha de estar, tiene que ser definitivamente liquidada, y en su lugar mantenerse la consigna de orden para el desarrollo de la revolución agraria antimperialista, bajo la dirección del proletariado apoyado en las masas campesinas.
  • Cuatro. Es necesario aprovechar todas las coyunturas para aliar al campesinaje con el proletariado y desarrollar hasta el fin la revolución agraria. Si el proletariado no logra obtener este apoyo de las masas campesinas, sino logra arrastrarlas tras de sí, es utópico pensar en el triunfo de la revolución en Cuba.
  • Cinco. La burguesía nativa y la pequeño burguesía, tanto rural como urbana, son incapaces orgánica e ideológicamente de conducir hasta el final la lucha revolucionaria del pueblo oprimido. Toda conciliación con estos elementos, en lo que respecta a los fines específicos de la revolución, no es más que un traición a los obreros y campesinos. Entregar a estas fuerzas a la dirección pequeñoburguesa, es repetir conscientemente la traición realizada en China y México.
  • Seis. La revolución agraria antimperialista, no solo realizarás las tareas que incumbía realizar a la revolución burguesa (liquidación de las formas feudales de producción, obtención de la liberación nacional, revolución agraria), sino que, por el hecho mismo de que en esta revolución la burguesía no es la fuerza motriz, y que se realizará sin ella o contra ella, ha de echar las bases para el paso a la revolución socialista y a la dictadura del proletariado.
  • Siete. Dado el carácter de la revolución agraria y su desarrollo ulterior, solo el Partido del proletariado es capaz de conducir estas luchas. Orgánica y políticamente las tituladas Ligas Antimperialistas son incapaces de realizar estas tareas y no constituyen más que groseras caricaturas del frente único revolucionario.

Para nosotros es una cuestión muy clara que solo la dictadura del proletariado garantiza el triunfo de la revolución agraria, y que esta dictadura del proletariado no ha de aparecer después como revolución, sino sobre la base de la revolución, como la única fuerza capaz de obtener los objetivos agrarios y antimperialistas.

La dictadura del proletariado y los soviets.

El fin de la revolución proletaria en establecer una sociedad sin clases. Nosotros marxistas leninistas, luchamos con todas nuestras fuerzas, contra el aparato coactivo del estado, por su total liquidación, y el establecimiento de un nuevo régimen social donde no impere la explotación del hombre por el hombre. Tal como se suceden los acontecimientos en el Mundo, es imposible desligar un acontecimiento de su origen, y olvidar el pasado, hablando del presente. La historia no es más que una sucesión de un proceso lento, con saltos, y grandes periodos de quietud. Las revoluciones se producen en un determinado momento de evolución histórica de la humanidad. La conquista del poder por el proletariado es una cuestión indispensable para llevar a la humanidad a la vía de su redención. Porque la clase obrera es en la actualidad la única fuerza avanzada, capaz de por sí, de plasmar nuevas realidades sociales y de liberar a los hombres de su situación presente.

El programa nuestro, es su finalidad, se orienta hacia la creación de la sociedad comunista. Pero, entre la sociedad capitalista y la comunista, media un periodo de transición revolucionaria, durante el cual se produce la dictadura del proletariado. Este periodo de transición caracterizase, por el aplastamiento implacable de la resistencia de los explotadores, que no se resignan a desaparecer. La nueva sociedad que surge de este choque, conserva viejas máculas de la antigua sociedad, porque ha surgido de su seno. La toma del poder por el proletariado no es una cuestión pacífica, obtenida mediante elecciones y mayorías parlamentarias. La burguesía emplea contra la clase obrera todo su aparato de terror y todos los medios violentos. No cede al sitio sino mediante la violencia organizada de las masas. Mediante el triunfo de la revolución proletaria. Las antiguas clases reaccionaria oponen a este triunfo toda su política y su fuerza. Tratan por todos los medios de hacer retroceder de nuevo la historia. La clase obrera tiene que defender implacablemente sus conquistas, a través de la organización de la dictadura del proletariado. Tal es la misión histórica de esta nueva forma de organización del Estado,

Como el estado representa a la clase dominante, siempre ha sido un instrumento de coacción utilizado contra las clases dominadas. La clase feudal y noble utilizó siempre contra la burguesía y los siervos, todo el aparato del poder, aun cuando el estado, en su función totalizadora no aparece hasta después de la revolución burguesa. Una vez que la burguesía llegado al poder ha utilizado siempre al Estado como el instrumento de combate y terror más implacable contras las masas. Pero, la revolución proletaria a la vez que crea un nuevo tipo de estado va lentamente haciendo desaparecer al Estado como tal, desde el instante mismo en que van desapareciendo las clases de la sociedad.

El estado soviético del proletariado proclama abiertamente, sin restricciones ni hipocresías su carácter de clase. No clama por la “democracia pura” como los burgueses, sino que persigue el aplastamiento de todos los explotadores, en beneficio de la mayoría de la población, la instauración de la democracia obrera, a través de los soviets.

La soviets constituyen una vasta organización de unión de la clase obrera, campesina, y demás sectores de trabajadores oprimidos de la población. Se eligen en los lugares de producción (fábricas, talleres), y no se acuerdo a un principio territorial lo cual garantizar la representatividad auténtica de las masas. Las funciones de los soviets son legislativas y ejecutivas a la vez, los delegados electos son retirados de su cargos desde el momento mismo en que la masa les retire el mandato. En esta forma, el poder soviético se asienta sobre las bases inconmovibles: viene del fondo mismo de las masas, de los talleres, de las fábricas, de las minas, de los campos. El estado, creado sobre esta base, es accesible a las masas y por primera vez de la historia, la humanidad toma en las manos sus destinos.

Esta forma de gobierno, a medida que se va venciendo la resistencia de los explotadores, de todos los adversarios de la revolución, se va haciendo superflua. El Estado va desapareciendo, languideciendo y acaba por abolirse, quedando sólo los consejos administrativos, encargados de regular la producción y el consumo, En ese momento, la humanidad liberada de la opresión secular del Estado, de la ignorancia, de los prejuicios, del hambre, podrá exigir de cada hombre el trabajo de sus fuerzas, y entregarle en cambio de acuerdo a sus necesidades.

Pero, en tanto, sigue desarrollándose la forma de Estado Soviético, y a la dictadura del proletariado, del proletariado armado, lleva a cabo estas magnas tareas. Sobre la base de la democracia soviética, de las democracias proletarias, se van estableciendo las premisas materiales para el surgimiento de este nuevo orden sociales justo y equitativo.


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