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Red Internacional
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Cine. El cine de Andrei Tarkovski: arquitectura del compromiso, poesía para la libertad

Con el fin del estalinismo en la Unión Soviética, el cine ganó espacio a la censura y supo teñir la revolución con un humanismo filosófico inimaginable hasta ese entonces. La obra de Andrei Tarkovski es un ejemplo de persistencia y lucidez que dejó un sello personal, referencia ineludible para todo el siglo XX.

Viernes 20 de marzo de 2015

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El cine soviético demostró a lo largo del siglo XX ser uno de los más innovadores y creativos en términos de generación y exploración de un lenguaje. En los primeros años de la revolución, los nombres de Serguei Eisenstein o Dziga Vertzov son referencias inevitables para hablar de las vanguardias cinematográficas del siglo XX, aunque pronto fueron neutralizados por la represión. En ese desarrollo, el estalinismo jugó un papel importante a la hora de establecer las condiciones de producción, principalmente en términos ideológicos, a través de la censura y la imposición del "realismo socialista" como una regla férrea para la producción artística.

Probablemente la figura central en la etapa abierta con la muerte de Stalin en 1953, ya dentro de unos parámetros más ligados al cine de auteur, sea la de Andrei Tarkovski (1932-1986). En su estilo cabe destacar la maestría con la que fusiona y superpone realidad y sueño, su tempo lento, la profundidad espacial, el uso de elegantes travellings, tanto laterales como en profundidad, la alternancia del color con el blanco y negro o tonos sepias y desaturados con los que muestra los distintos niveles de la realidad y por supuesto la profunda poesía que emana de sus imágenes, de una belleza y poder raras veces alcanzadas en el séptimo arte. Tarkovski se mostraba interesado en el hombre y su búsqueda de respuestas de la vida misma, la decadencia de la verdadera espiritualidad en la sociedad moderna y la incapacidad de la humanidad para responder adecuadamente a las demandas de la tecnología, que domina cada vez más todo el espectro de la vida humana.

El primer largometraje de Andrei Trarkovski, La infancia de Iván (obtuvo el León de Oro del Festival de Cine de Venecia, 1962), ya desde un primer momento fue objeto de fuertes polémicas: Sartre recogió el guante ante la andanada de críticas que ponían al film dentro de una estética “occidentalista”, lo que lo coloca “en el lugar de un pequeño burgués sospechoso”. Para el filósofo francés, estamos ante “una película profundamente rusa y revolucionaria, que expresa de modo típico la sensibilidad de las jóvenes generaciones soviéticas”. El film aborda el drama de Iván, un niño de 9 años que perdió a sus padres a manos de los nazis en la segunda guerra mundial, y se embarca en una cruzada de venganza que lo lleva a querer incorporarse al ejército rojo, codo a codo con el adulto y sórdido mundo de la guerra. La profunda humanización y afirmación de una posición subjetiva (con recursos y elementos del psicoanálisis) es lo que se considera una blasfemia con tintes burgueses. La censura tomó nota de esto, y pronto Tarkovski cayó bajo una estricta vigilancia, ya que temían que sus siguientes filmes no siguiesen los lineamientos del PCUS y mostrasen el otro rostro de la Unión Soviética.

Su segundo film, Andrei Rublev (1966) fue estrenado en Cannes a las 4 de la mañana del último día del festival por pedido expreso de las autoridades soviéticas, con el fin de evitar cualquier posible nominación y fue distribuida parcialmente para salvaguardar las apariencias. El largometraje de casi 3 horas narra la historia de un famoso pintor de íconos del siglo XV, y defiende la “fiebre creadora” del genio artístico, además de reflexionar sobre la libertad del artista frente a los diversos poderes. La censura se levantó finalmente para 1971. Para su siguiente película, Tarkovski la emprende con lo que sería probablemente su obra más ambiciosa, Solaris (1972), que fuera considerada como la respuesta soviética a 2001: Odisea en el espacio (1969) de Stanley Kubrick; él mismo la consideraba como su película menos lograda porque no había conseguido escapar de las reglas del género de ficción científica. El largometraje aborda los intereses del cineasta sobre la importancia de la relación entre el individuo y su entorno y lo trágico que se encierra en la sensación de desarraigo que se producirá en el protagonista cuando deje atrás la Tierra y viaje hacia la estación espacial que orbita ese misterioso planeta.

El espejo (1975) es una densa y autobiográfica película con una radical e innovadora estructura narrativa; evocación continua de recuerdos y sentimientos que viajan en diferentes tiempos sin orden aparente: la relación con su madre y su infancia, que se mezclan con material fílmico de noticiario sobre la guerra civil española, la segunda guerra mundial y el enfrentamiento entre la URSS y China por la isla Damanski. Retrata un pasado que es el suyo, pero también el de un país y el del acontecer mundial.

Nunca exento de contrariedades, Tarkovski da a luz Stalker (1979), una de sus películas más aclamadas, donde recurre nuevamente a la ciencia ficción para exponer densos y complejos desarrollos filosóficos que indagan en el devenir de la existencia y el sentido de la humanidad. La desgracia quiso que la película deba ser filmada de nuevo, con una drástica reducción económica en la producción, después de que un accidente en el laboratorio destruyese totalmente la primera versión filmada.

Ya en los 80, desgastado por la vigilancia y censura de la que era objeto, nos dejó sus dos últimas películas, Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986), que dejan de ser producciones soviéticas para alternar financiamiento sueco, italiano y francés: funcionan como balance de una época la primera, y como testamento la segunda.

Tarkovski murió enfermo de cáncer a los 54 años en París. Nos dejó una obra tan breve (sólo siete films en 25 años) como profunda, polémica y trascendente. Las actuales posibilidades técnicas de reproducción y circulación nos acercan a una serie de gemas hasta hace poco perdidas en la memoria de los que las vieron en sus exhibiciones originales (cuando las hubo). Muy buena oportunidad para indagar en el sentir y el vivir de una toda una época: un documento histórico único e inigualable.

Andrei Tarkovski: retrospectiva fílmica completa, gratis

El sábado 14 de marzo comenzó una retrospectiva que se extenderá hasta el 12 de abril, en el Palais de Glace (Posadas 1725, Av. del Libertador 1248). Allí se exhibirán todos los largometrajes del director soviético, en copias digitales restauradas en alta definición. La entrada es libre y gratuita.

Aquí, el cronograma completo:

- La infancia de Iván (Ivanovo detstvo), 1962, Unión Soviética, 95 minutos.
Sábado 14 de marzo, 19:00
Sábado 4 de abril, 19:00

- Andrei Rublev (Andrey Rubliov), 1966, Unión Soviética, 205 minutos.
Domingo 15 de marzo, 18:00

- Solaris (Solyaris), 1972, Unión Soviética, 167 minutos.
Viernes 20 de marzo, 19:00
Domingo 5 de abril, 19:00

- El espejo (Zerkalo), 1975, Unión Soviética, 108 minutos.
Sábado 21 de marzo, 19:00
Domingo 29 de marzo, 19:00

- La zona (Stalker), 1979, Unión Soviética, 163 minutos.
Domingo 22 de marzo, 19:00
Sábado 11 de abril, 19:00

- Nostalgia (Nostalghia), 1983, Italia/ Unión Soviética, 125 minutos.
Viernes 27 de marzo, 19:00
Domingo 12 de abril, 19:00

- Sacrificio (Offret), 1986, Suecia/ Reino Unido/ Francia, 142 minutos.
Sábado 28 de marzo, 19:00
Viernes 10 de abril, 19:00