Seis de cada diez pibes no consiguen empleo formal, el 40% son pobres y la desocupación es el triple que el promedio a nivel país, pero les piden solidaridad

Javier Nuet @javier_nuet
Lunes 13 de enero de 2020 22:21
Foto I Martín Cossarini.
Empezó el 2020 y los primeros datos estadísticos sociales muestran que el país encara la nueva década con problemas estructurales que ningún Gobierno resolvió desde la salida de la dictadura hasta acá.
“Con la democracia se come, se cura y se educa”, decía Raúl Alfonsín en 1983. 37 años pasaron de aquella frase y la realidad es que una porción enorme de la sociedad (sobretodo entre la juventud) come mal, vive como puede y ni siquiera tiene acceso a la educación.
La Fundación SES (Sustentabilidad, Educación, Solidaridad) y el Centro de Estudios Atenea publicaron un estudio sobre la juventud utilizando como base las estadísticas del INDEC del segundo trimestre de 2019. Allí informan que seis de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años están desempleados o con empleos informales.
Es una constante que viene desde el año 2006. No porque antes no hubiera precarización laboral, pero desde ese momento el número es siempre más o menos el mismo. No importa de qué color sea el Gobierno de turno.
El desempleo, a su vez, es del 20,7 %, casi el triple que en los adultos. El problema es más profundo si se compara a los distintos sectores, porque deja en claro la enorme desigualdad que hay: la desocupación de los jóvenes de hogares de ingresos bajos es tres veces mayor a la de los hogares con ingresos altos.
Además, el 40 % de los jóvenes de 16 a 29 años relevados se encuentra en situación de pobreza y la indigencia se duplicó entre 2018 y 2019, llegando al 10 %.
Para peor, varias de las medidas que tomó el nuevo Gobierno durante su primer mes de mandato no tienden a solucionar esto sino todo lo contrario: el aumento del 51 % del monotributo, la vuelta del IVA sobre alimentos de la canasta básica y un aumento salarial bastante magro y a cuenta de futuras paritarias, que además no corre para sectores como las empleadas domésticas, agravan el panorama.
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En cuanto a la educación, un 35 % de quienes tienen entre 18 y 24 años no completó la escuela secundaria. Seis de cada diez jóvenes no estudia actualmente, mientras que el 10 % de adolescentes (16 y 17 años) no asiste a la escuela.
Respecto del acceso a la universidad, entre los más pobres (del primer al cuarto decil) sólo llegan el 27,4 %. La cifra crece al 33,9 % en sectores medios (quinto al octavo decil) y al 47% entre las familias más ricas (noveno y décimo decil). Una brecha socioeconómica notable. Y estos son solo datos de acceso, porque en cuanto a permanencia y finalización de los estudios, solo uno de cada cuatro que empiezan una carrera universitaria se reciben.
La solidaridad que le están pidiendo a los más jóvenes es seguir tolerando estas condiciones paupérrimas de vida, mientras a los grandes ganadores del Gobierno macrista no les tocan el bolsillo. La juventud tiene un dilema para si misma: o se rebela, o seguirá precarizada.