Luego del contagio de algunos altos oficiales de la Casa Blanca, una nueva directiva obliga a todos los que entren en ella a usar barbijos. Todos excepto Trump
Lunes 11 de mayo de 2020 22:54
EFE/Oliver Contreras
El sábado pasado dos asesores de alto rango de la Casa Blanca dieron positivos para coronavirus. Una fuerte llamada de atención para una administración que constantemente minimizó los efectos del virus y la necesidad de implementar las medidas recomendadas por los expertos. Igualmente Trump sigue firme en su política anti científica, un nuevo lineamiento que exige a todos los que entren a la Casa Blanca que usen barbijos, excluye al magnate de tal exigencia.
Desde el inicio de la pandemia Trump sistemáticamente se negó a implementar medidas de contención mínimas. Dejó la decisión de implementar cuarentenas o restricciones de movimientos a los estados, desperdiciando la oportunidad de diseñar un plan centralizado para atacar el contagio. Y desde el minuto 0 presionó para que se cierren la menor cantidad de comercios y fábricas posibles, privilegiando “la economía sobre la salud”. En las últimas semanas se vio tanto a Trump como a su vicepresidente Mike Pence recorrer fábricas, hospitales y hogares de ancianos sin usar barbijos.
El sábado pasado la vocera del vicepresidente dio positivo en un test de coronavirus, además de un militar cercano al presidente. Katie Miller dio una conferencia de prensa el jueves pasado en las afueras de un hogar de ancianos en el que Pence había estado repartiendo elementos de protección. Al día siguiente se le ordenó bajar del avión del vicepresidente, junto con otros 6 miembros del staff que potencialmente estuvieron expuestos al virus. Una reportera que cubrió la conferencia dijo que Miller, que no llevaba mascarilla, tosió y luego hizo una broma (de mal gusto) diciendo que no tenía el virus.
Las respuestas del personal de la Casa Blanca fue dispar, como ya estamos acostumbrados. Algunos de los miembros de la task force que aconsejan al presidente se auto aislaron. Otra parte del personal de alto rango continuará trabajando normalmente.
Coronavirus numbers are looking MUCH better, going down almost everywhere. Big progress being made!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) May 11, 2020
Trump se esfuerza constantemente para demostrar que su respuesta fue eficiente, que los números de contagios están bajando en todos lados. La realidad se esfuerza constantemente en desmentirlo.
El actual presidente es un firme negador de la ciencia, lo demuestra su desprecio a los científicos que trabajan sobre el cambio climático y su negacionismo hacia el impacto de la actividad humana sobre el planeta. Pero esto solo no alcanza para justificar su postura sobre las medidas a tomar en la actual pandemia.
Las constantes presiones para “reabrir los estados”, para evitar una cuarentena del país y en contra de implementar medidas como el distanciamiento social y el uso de mascarillas también se basan en su defensa cerrada de las grandes empresas. El interés principal de Trump y la clase social a quien representa es mantener e incrementar sus ganancias. Los lineamientos básicos de salud representan para ellos un costo evitable ya que es más barato despedir un trabajador enfermo y contratar otro que proveerlos con los elementos necesarios para que no se contagien.
Las cuarentenas masivas demostraron una vez más su efectividad para contener los contagios, pero su contracara es el parate casi total de la economía. Además, amplios sectores de la sociedad no pueden quedarse en sus casas, ya sea por tener un trabajo precario o por ser trabajadores esenciales. Por otro lado, quedarse en sus casas es un peligro para los sectores más marginados que viven en condiciones de hacinamiento, algunos sin agua potable. Esto aplica tanto a EE. UU. como a latinoamérica y el resto del mundo. La negativa casi absoluta de los estados nacionales de aplicar testeos masivos para poder direccionar las cuarentenas creo esta falsa dicotomía entre la economía y la salud, siempre en detrimento de los trabajadores.