Lo dice Yuri Fernandez, obrero textil de origen boliviano que vivió más de 20 años en la villa 1-11-14. Su historia es una más que ilustra la terrible crisis habitacional que afecta a millones.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1

Celeste Vazquez @celvazquez1
Sábado 17 de noviembre de 2018 00:00
Fotos: Mariana Nedelcu * Enfoque Rojo
Entrevistamos a Yuri Fernández, obrero textil de origen boliviano. Trabaja en la fábrica Brukman, ubicada en el barrio porteño de Once, desde hace 22 años. A fines de diciembre del 2001, junto a sus compañeras y compañeros, puso a producir la fábrica y todavía la mantienen. Vivió más de 20 años en la villa 1.11.14 y cuenta cómo es vivir ahí, qué necesidades y dificultades tienen sus habitantes.
Como parte de la serie de notas sobre el déficit habitacional que afecta a más de 3,5 millones de familias a nivel nacional, presentamos esta entrevista a quien por más de dos décadas vivió en la 1.11.14.
En la ciudad de Buenos Aires, ya en el 2015, la Defensoría del Pueblo informó que el 40% de los habitantes de la ciudad, eran inquilinos u ocupantes de viviendas. Mientras que el 11% de los hogares sufrían hacinamiento. Ese porcentaje subía al 20% en la zona sur de la capital.
En el 2017, el déficit habitacional para el 2017 alcanzaba a medio millón de personas, mientras las viviendas ociosas o desocupadas son aproximadamente 341.000.
Yuri nos cuenta, a través de relatarnos parte de su historia de vida, cómo vive y lucha un trabajador, junto con compañeros y vecinos, por una vivienda digna.
A mediados de los 90 emigró de su Bolivia natal en busca de un mejor futuro para su familia. Como la mayoría de sus compatriotas en ese momento, vino solo y dejó en su país de nacimiento a esposa e hijos, a quienes no pudo ver durante mucho tiempo.
Acá trabajó en talleres clandestinos y vivió hacinado en esas precarias instalaciones hasta que después de varios años logró algo muy difícil para los trabajadores inmigrantes: un trabajo en blanco. En 1996 ingresó a trabajar en Brukman, desde un año antes, vivía en la villa 1-11-14, cuya población es mayoritariamente inmigrante.
Sin documentación en regla no hay muchas opciones para ellos. Los que menos tienen, alquilan una o dos pequeñas piezas. Los que tienen un poco más compran un terrenito sobre el cual construir pequeñas viviendas en las cuales la precariedad sigue estando a la orden del día, muchas veces sin siquiera servicios básicos como cloacas
Historias como las de Yuri no son nuevas. Revelan que el acceso a una vivienda digna es un problema estructural desde hace años en países como el nuestro, saqueado por los países imperialistas, (como Estados Unidos) y que ya sea dirigido por gobiernos con discursos más de izquierda, como las gestiones kirchneristas, o más derecha, como el macrismmo, no se ha resuelto.
Es que para ellos valen más los negocios inmobiliarios, ya sea que los haga el Estado o privados, que un elemental derecho como es acceder a una vivienda digna. Eso es lo que hace Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno porteño, que considera que los terrenos en parte del Estado son una oportunidad para que su gestión “recaude” y no una oportunidad de planificar viviendas accesibles para la población.
Más allá de la necesidad concreta hoy de urbanizar las villas, es necesaria una planificación de la ciudad en función de los centenares de miles que hoy carecen de una vivienda digna. Lo que significaría que haya créditos baratos, a tasa cero, para poder acceder a una casa o expropiar las viviendas ociosas para la gente en situación de calle.
¿Contanos cómo llegaste al país, qué trabajo conseguiste y dónde vivías?
Una vez que obtuve el DNI me fui a Bolivia a buscar a mi familia y volví con ellos. En el 95 llegué a la 1.11.14 porque necesitaba un espacio para que vivamos. En ese momento era una villa que estaba empezando a armarse de nuevo después de los peores años que habían pasado acá, me refiero a la última dictadura cívico – militar del 76.
Con los vecinos poco a poco nos organizamos para tratar de tener lo mínimo indispensable. Eran muy necesarios los servicios básicos, tener agua, luz, cloacas.
Para poder tener esos servicios cada uno de nosotros puso plata de su bolsillo. Así pusimos la luz, para la red pluvial que estaba en la Av. Varela. Lo último que hicimos en el 97/98 fue poner las cloacas, las cámaras cloacales. Porque todos tenían un pozo ciego y eso con las lluvias desbordaba y podía traer enfermedades.
Lo hicimos a pulmón y con el aporte de todos los vecinos. Después íbamos mejorando las casitas que teníamos, las construcciones. Porque al principio también eso era muy precario, las casas eran de chapas.
¿Los sucesivos Gobiernos qué hicieron?
Desde ese momento a esta parte, ¿el Estado ha realizado algo en el barrio?
Luego de eso se realizó un censo y elecciones de delgados por manzana y yo fui electo. Comenzamos así a organizar a la gente y pelear por las necesidades básicas como agua, luz, cloacas, que constantemente rebalsaban.
Llegó un momento en que ya no se podía vivir en esa situación, se volvió más urgente la urbanización del barrio. Y nosotros empezamos a ir a pelear a la Legislatura, a la Comisión de la Vivienda -que luego fue el Instituto de la Vivienda -IVC- intervenimos constantemente planteando este tema, pero de parte del Gobierno de la Ciudad y de la Nación no hubo una respuesta.
Hasta que después de muchos intentos recién el año pasado bajó el IVC al barrio y empezó a reunirse con nosotros y hacer como cosas más pequeñas.
Lo que más se necesita es un cambio total y general de todos los servicios básicos, lo que más se necesita son las cloacas. El tema de las cámaras cloacales con nuevas instalaciones y que confluyan en las avenidas donde están pasando las heces de esas cámaras, eso es fundamental.
¿Cuántos inmigrantes viven en la villa?
Afuera es difícil acceder a un alquiler, una vivienda, porque no poseen papeles o no trabajan en blanco. Entonces se termina alquilando una piecita acá, que cuesta alrededor de $2100 o $2500 de 3x3, con baño y cocina compartida.
Cada tanto aparecen los discursos contra los inmigrantes. ¿Qué les contestarías a los que plantean que les vienen a quitar el trabajo, o que son sinónimo de delincuentes?, como lo hace el Gobierno nacional y algunos sectores peronistas.
Pero durante los gobiernos anteriores, como el de Néstor y Cristina Kirchner también desde el Estado hubo mucha xenofobia y represión hacia los inmigrantes.
En diciembre del 2010, la Policía Federal -a cargo del Estado de la Nación-, y la Metropolitana -a cargo del Gobierno de la ciudad, cuando Mauricio Macri era Jefe de Gobierno-, desalojaron el Parque Indoamericano y produjeron la muerte de tres compatriotas que pedían viviendas. Fíjense ustedes que pasaron 8 años y una de las necesidades más acuciantes de los trabajadores inmigrantes, que es la vivienda digna, no se ha resuelto.
Los inmigrantes son tomados como de segunda o tercera. Por necesidad de trabajo, por la comida tenemos que aceptar sueldos bajísimos. Estas cosas están pasando hoy en día, pero también esta situación estaba en el otro Gobierno.
¿Qué le exigen hoy los habitantes de la villa a la Legislatura?
El Estado, ni de la ciudad, ni nacional, han hecho algo por mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las villas, que cada vez somos más y vivimos más hacinados.
Acá las pequeñas mejoras que hemos logrado, las hicimos nosotros solos, con la solidaridad de los vecinos y trabajadores. Pero además sabemos que esos son parches.
Se tienen que concretar la urbanización, pero la demora en la implementación demuestra que para el Estado y sus funcionarios no es de interés que los trabajadores, y los sectores más explotados como somos los inmigrantes, vivamos un poco mejor.
Por eso, no queda otra opción que organizarnos para pelear por el acceso a la vivienda porque es un derecho elemental que desde hace años es vulnerado por el Estado. Y organizarnos no sólo entre los habitantes del barrio, porque sabemos que el drama de la vivienda lo padecen la mayoría del pueblo trabajador.
Producción fotográfica: Mariana Nedelcu-Enfoque Rojo