Emociones que brotan y arrasan. Un inmenso encuentro de memoria y lucha colectiva.
Sábado 22 de septiembre de 2018
Foto Rocío Tagliaube
El martes 18 de septiembre fue uno de esos días donde la sangre hierve, la piel se eriza y la voz ronca del canto colectivo se vuelve una dulce melodía.
Entre los techos y las ventanas del Ministerio de Economía de la provincia flamearon por horas puños y trapos de un astillero que resiste a su destrucción. La calle desbordó de palabras que sonorizan sentimientos de incertidumbre, cansancio y resistencia colectiva.
Cuando el sol caía, el repiqueteo de los tambores anunciaba la llegada del recorrido que, desde hace 12 años, pregunta por su paradero y exige justicia.
En una pared del ministerio Santiago Maldonado, Johana Ramallo y Miguel Bru acompañan al viejo albañil y sus miradas lo dicen: el Estado fue y es responsable.
En el techo de un auto una pequeñita danza al compás de la bandera de la fábrica, mientras otra niña la mira y sonríe deslumbrada entre tanto ruido. Una mujer agradece y devuelve, emocionada, un “es por ustedes también”. Banderas de todos colores saludan con euforia y algarabía, desde una esquina y desde la otra.
Una y otra vez los apretones entre desconocidos y agradecidos se envuelven. La calle se transformó en una fiesta de guerreros, porque la guerra ha sido declarada: son ellos o nosotros.
Y avanzan los estudiantes y avanzan los trabajadores, y al rugido de “los hijos del Cordobazo” la unidad se entrelaza y se abraza en un espíritu setentista. Y extiende el lazo al hijo del desaparecido y al sobreviviente de la tortura. Al desocupado y a la joven del pañuelo verde. Y al que no le gusta, que se joda.
Las camperas astilleras abrieron camino a los pasos de memoria, verdad y justicia para llegar a la plaza y exclamar contra los que no esperan al año próximo y atacan al pueblo trabajador. Por el derecho a decidir para dejar de morir. Por los nietos que faltan y seguimos buscando. Por los 30 mil detenidos desaparecidos. ¡Ahora y siempre!
Bellas instantáneas de un día glorioso. Claro que sí. Porque hoy Julio Lopez abrazó al astillero.