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Red Internacional
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Estado de la Unión. El discurso de Biden entre la retórica antirrusa y los problemas domésticos

El primer discurso sobre el Estado de la Unión de Joe Biden se destacó por varios pasajes impregnados de nacionalismo, promesas vagas en cuestiones domésticas y una retórica anti-rusa. Pero, detrás de todas las consignas, el discurso reveló que Biden tiene la intención de mantener el rumbo de su desastrosa estrategia de gobierno, basada en promesas vacías que han fallado categóricamente a la clase trabajadora y los oprimidos.

Miércoles 2 de marzo de 2022 11:00

El presidente Joe Biden dio el martes por la noche su primer discurso sobre el Estado de la Unión, una tradición centenaria en la que cada año el presidente de turno expresa ante los miembros del parlamento, y las cámaras de televisión, los objetivos e intereses de su administración, y más en general los de Estados Unidos sobre el mundo.

Biden dedicó la primera parte a mostrarse "duro" con Rusia ante la invasión a Ucrania y presentó nuevas sanciones, como la prohibición de vuelos de aviones rusos en espacio aéreo estadounidense, que se suman a todas las previas, que ya vienen afectando particularmente a la población de rusia con devaluación del rublo e inflación. En este punto, sin embargo, tuvo que aclarar que el aumento de precios iba a afectar a todo el mundo y que él iba a ser todo lo posible para evitar que golpee en Estados Unidos. Una preocupación principal entre los estadounidenses, según algunas encuestadoras, que ya vienen de un año con inflación récord en décadas, lo que ha generado una caida en la imágen de Biden, y también una seguidilla de luchas por aumento de salarios y mejores empleos.

Por otra parte Biden afirmó que el accionar de Putin había reforzado más los lazos al interior de la OTAN (que venía particularmente golpeada tras los cuatro años de "aislacionismo" trumpista), lo que hoy se expresa en un giro en el rearme, particularmente alemán, y en el militarismo de todos sus miembros, sin precedentes desde la segunda guerra mundial.

Luego siguió con una larga lista de promesas, algunas haciendo recordar a los slogans trumpistas de "America First", dejando en evidencia que además de la crisis en Ucrania tras años de avance de la OTAN sobre europa del Este, Estados Unidos enfrenta una profunda crisis social, políitca y económica interna a la que Biden no le ha podido dar hasta ahora una respuesta.

Problemas externos e internos

Biden subió al escenario en medio de un momento complejo en su presidencia: a nivel nacional, su agenda se ha detenido por completo mientras los miembros de su propio partido discuten entre ellos, y no logra que avance en el parlamento un multimillonario proyecto de infraestructura que no tiene base en las cámaras.
Lejos de ser el presidente de "unidad" que prometió ser, el mandato de Biden hasta ahora ha estado increíblemente polarizado, con un número creciente de republicanos que creen que ganó las elecciones de manera fraudulenta y el ala derecha de su propio partido dictando la agenda del Congreso. En este discurso sobre el Estado de la Unión, Biden necesitaba reorientar tanto su presidencia como su partido antes de las elecciones intermedias legislativas (a fines de este año), elecciones que probablemente golpearán duramente a los demócratas.

Ya en el inicio del discurso, cuando hablaba específicamente sobre las sanciones contra Rusia, Biden tuvo que involucrar la política doméstica para hablar de la inflación.

Reconoció de alguna manera que estas sanciones podrían tener un impacto negativo en la economía de los EE. UU., diciendo que se aseguraría de que el “dolor” estuviera dirigido a la “economía rusa”, y anunció la liberación de barriles de petróleo de las reservas para combatir el potencial aumento de precios. Esto es interesante por dos razones. Primero, muestra que Biden y su equipo están preocupados por las consecuencias políticas de las repercusiones económicas de sancionar a una economía tan grande como Rusia. En segundo lugar, muestra que una de las principales razones por las que Estados Unidos está sancionando a Rusia es para competir en el mercado del petróleo y el gas, un mercado que domina Rusia, particularmente en Europa. Estados Unidos se ha quedado rezagado durante varios años y los intentos de llevar gas natural y petróleo estadounidenses a Europa se han estancado o fracasado durante años. Biden claramente espera usar la crisis actual para establecer a los EE. UU. como un jugador más importante en esta industria y enmarcarlo como el país que llega al rescate de Europa.

De hecho, esto dio paso a otra de las partes de su discurso, centrada en establecer la superioridad económica de EE. UU. Así pidió más producción estadounidense: "Compre productos estadounidenses para respaldar los empleos estadounidenses", mientras el público estallaba en gritos de "Estados Unidos, Estados Unidos".
En realidad el Estado de la Unión de Biden mostró que el nacionalismo económico (que ya se había escuchado antes con Trump) no va a ninguna parte: es una de las principales formas que se utilizan para intentar abordar las crecientes contradicciones en el capitalismo.

Una parte importante en el discurso de Biden fue un intento de unir el lenguaje progresista con la política reaccionaria. Por ejemplo, la parte sobre el Covid comenzó con Biden poniéndose poético sobre las pérdidas que muchos han experimentado, solo para dar un giro y declarar que “es hora de que los estadounidenses vuelvan a trabajar” y que “debemos mantener las escuelas abiertas”. Previamente se había levantado la restricción del uso de mascarillas para el Estado de la Unión, por lo que la sala se llenó de congresistas sin máscara. Lo más increible fue que Biden declaró que EE. UU. no “dejará de vacunar al mundo”, una declaración criminalmente falsa dado que las patentes continúan haciendo que las vacunas sean inaccesibles para millones alrededor del planeta.

Otro ejemplo de esta extraña contradicción retórica fue la parte en la que habló sobre el crimen. Biden comenzó elogiando a dos oficiales de la policía de Nueva York que murieron "en acción" y habló sobre la necesidad de algunas reformas menores. Pero su declaración más fuerte fue cuando afirmó que “la respuesta no es desfinanciar a la policía. La respuesta es FINANCIAR a la policía con los recursos que necesitan”. Una vez más, como lo ha hecho durante toda su carrera, Biden se ha mostrado como un partidario acérrimo de la policía y un firme opositor de cualquier movimiento por la justicia racial. Una vez más, el representante del partido que prometió representar al movimiento Black Lives Matter ha declarado que está totalmente unido a las mismas instituciones contra las que protestaban.

Estos dos ejemplos muestran que Biden ha sido capaz, como tantos demócratas antes que él, de ir más allá que los republicanos. Al presentarse como un aliado del progresismo y del "estadounidense promedio", Biden ha logrado pacificar a grandes sectores sociales, para desmovilizarlos. La ventaja de una administración demócrata, es que pueden avanzar con mayores concesiones a los grandes empresarios y ataques a los trabajadores y movimientos sociales, vestidos tras ese discurso "progresista" (como no lo pueden hacer los republicanos).

Biden cerró su discurso con una “agenda de unidad”, una lista de promesas vacías presentadas sin detalles en un aparente intento de tocar todos los temas importantes. Desde los ataques a las personas trans, el voto y los derechos reproductivos, hasta el cáncer y la crisis de los opiáceos, Biden ofreció garantías vagas que básicamente equivalían a “alguien debería hacer algo” y siguió abogando por leyes fallidas, como las Leyes de Igualdad y PRO (sindicalización), que ambos han languidecido dentro del Congreso.

Queda por ver si esta “agenda de unidad” tendrá éxito o no, pero Biden pareció duplicar la estrategia que él y sus aliados demócratas han estado siguiendo durante los últimos meses, una que ha fracasado categóricamente hasta este punto. No hubo un cambio notable en las propuestas de políticas y, en general, el Estado de la Unión se sintió como un discurso reciclado con algunos párrafos sobre Ucrania agregados al principio.

Que Biden no sea un gran orador no es una revelación. Tampoco sus vínculos profundos con la defensa del establishment y el statu quo, o su compromiso con la defensa de la hegemonía estadounidense en el exterior. Si algo destaca del discurso es cómo Biden está tratando de hablar con todos. Tiene que equilibrar el diálogo con la izquierda demócrata, la derecha demócrata, los republicanos no trumpistas y (hasta cierto punto) los republicanos de Trump. En algunas partes de su discurso se sintió como si Biden estuviera revisando una "check list": decir "Financiar a la policía" para la derecha, hablar sobre proteger a los niños trans para la izquierda. Más que nada, el Estado de la Unión reveló el momento político en el que nos encontramos: uno de polarización, donde hay muy poco consenso en los temas internos y una crisis, que ahora se suma al frente externo y la guerra en Ucrania.