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Red Internacional
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UNIVERSIDAD. El discurso de la estudiante en la UAM que denunció el genocidio en Palestina, la derecha y el modelo educativo

Este jueves ha tenido lugar el claustro de la Universidad Autónoma de Madrid. Ainhoa Jiménez, representante estudiantil de Contracorriente y Pan y Rosas, ha dado un discurso frente al resto de representantes y la casta universitaria contra la posición equidistante de la UAM sobre el genocidio en Palestina, criticando el modelo educativo al servicio de las grandes empresas, la falta de democracia universitaria y el auge de la extrema derecha.

Jueves 1ro de febrero

Hoy la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha celebrado el claustro de representantes de la comunidad universitaria. Ainhoa Jiménez, representante de la agrupación juvenil contracorriente, ha realizado un discurso en el que ha cuestionado la posición equidistante que ha mantenido la Universidad Autónoma de Madrid en el genocidio en Palestina.

Ha denunciado entre aplausos que “la UAM no se ha posicionado sin ambages en contra del genocidio que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino. A pesar de su hermandad con la Universidad palestina de Birzeit, a pesar de que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya ha declarado que en los ataques de Israel sobre Palestina hay “riesgo de actos genocidas”, la UAM ha mantenido su equidistancia, ¿tiene esto que ver con que empresas presentes en el Consejo Social, el verdadero órgano de gobierno en el que se decide todo en la universidad, como el Banco Santander, BBVA o Accenture, tienen relaciones con el Estado de Israel?”

Ha criticado que mientras presenciamos un genocidio en directo es inconcebible que la universidad siga su funcionamiento totalmente ajeno a los grandes problemas y crisis sociales, “¿qué utilidad deberían tener [las universidades] si no emplear todos sus recursos y a todas sus mentes en tratar de parar este genocidio, en activar el freno de emergencia ante la crisis climática o en deliberar sobre cómo terminar con la injusticia y la opresión características de este sistema capitalista?”

También ha advertido que las estudiantes organizadas no van a quedarse de brazos cruzados mientras observan el auge de la extrema derecha en su universidad. Sin ir más lejos, un representante de la agrupación de extrema derecha Alianza Estudiantil ha dado un discurso españolista y racista en el mismo claustro, atacando al feminismo y al marxismo que según ellos domina la universidad, pidiendo sanciones para el profesorado y hasta haciendo alusiones al fascismo diciendo que” pasaron y volverán a pasar”. Ainhoa también afirma que a pesar de que “se les llena la boca hablando de precariedad, ellos representan a los que nos precarizan, hablan de persecución y son los que persiguen, no engañan a nadie y les vamos a combatir.”

La representante de Pan y Rosas y Contracorriente también ha querido señalar la precariedad que sufren los diferentes integrantes de la comunidad universitaria, como los trabajadores externalizados que “no tienen ni derecho a voto ni representación en órganos como estos [...]. Una universidad que manda a la policía a reprimir a los trabajadores que protestan por sus derechos junto a los jubilados PAS a los que la UAM les estuvo negando el dinero que les debía, pero también al estudiantado por realizar actividades de ocio u organizarse políticamente”

De esta manera, la agrupación juvenil se propone “representar una voz crítica incluso en espacios como este, donde el papel de los estudiantes es ínfimo, apoyando y haciendo eco de todas las luchas sociales que están teniendo lugar y también de las que están por venir. Pero sobre todo haciendo un llamamiento a la organización”.

Compartimos a continuación el discurso completo.

Las estudiantes no reaccionamos con indiferencia al contexto social y político en el que nos encontramos, y mucho menos cuando estamos viviendo la retransmisión en directo del genocidio al pueblo palestino, perpetrado por Estado sionista de Israel y bajo el aval del Estado español, la Unión Europea y Estados Unidos.

Desde que empezó esta última oleada de ataques, en octubre del año pasado, han asesinado a más de 25.000 hombres, mujeres y niños palestinos, han bombardeado escuelas y hospitales, y hay millones de palestinos que en este momento no tienen casa, ni lugares seguros donde refugiarse de las bombas, ni comida, ni agua, ni medicamentos.

La UAM no se ha posicionado sin ambages en contra del genocidio que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino. A pesar de su hermandad con la Universidad palestina de Birzeit, a pesar de que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya ha declarado que en los ataques de Israel sobre Palestina hay “riesgo de actos genocidas”, la UAM ha mantenido su equidistancia, ¿tiene esto que ver con que empresas presentes en el Consejo Social, el verdadero órgano de gobierno en el que se decide todo en la universidad, como el Banco Santander, BBVA o Accenture, tienen relaciones con el Estado de Israel?

Posicionarse contra todo tipo de acuerdos con el Estado genocida es urgente, así como también señalar que este Gobierno supuestamente progresista también es cómplice, ya que sigue manteniendo acuerdos comerciales y militares con Israel, y además ahora apoya la ofensiva en Yemen. Frente a una crisis humanitaria semejante debemos preguntarnos: ¿por qué en las universidades, estos supuestos templos del saber, continuamos como si nada, alejados de los grandes problemas de la humanidad?

¿Qué utilidad deberían tener si no emplear todos sus recursos y a todas sus mentes en tratar de parar este genocidio, en activar el freno de emergencia ante la crisis climática o en deliberar sobre cómo terminar con la injusticia y la opresión características de este sistema capitalista?

Pero para que la educación fuera una herramienta enfocada en la transformación social, las universidades tendrían que estar al servicio de las necesidades de la clase trabajadora y las mayorías, y no sometidas a los intereses privados de las grandes empresas y de una casta universitaria privilegiada que nada tiene que ver con el estudiantado. Lo que tenemos es una educación orientada a intereses del capital, condenando el trabajo intelectual a una producción competitiva de papers, fomentando la competitividad y obediencia, cualidades que interesan que tengan los futuros trabajadores cualificados del capitalismo.

Además, esta universidad sigue recortando en becas y ayudas que son claves para garantizar que los estudiantes de clase trabajadora podamos acceder y completar nuestros estudios, y no digamos ya si queremos dedicarnos a la investigación, ¡cuando debería estar exigiendo más presupuesto para la educación!

Continúa precarizando a docentes e investigadores. Externaliza servicios como el de deportes, las cafeterías, la limpieza y las reprografías, cuyos trabajadores no tienen ni derecho a voto ni representación en órganos como estos en nuestro tan democrático sistema universitario.

Una universidad que manda a la policía a reprimir a los trabajadores que protestan por sus derechos junto a los jubilados PAS a los que la UAM les estuvo negando el dinero que les debía, pero también al estudiantado por realizar actividades de ocio u organizarse políticamente, abriendo expedientes y amenazando con aplicar la LCU, esa ley mordaza universitaria que aprobó el gobierno "progresista", a estudiantes que nos movilizamos contra la extrema derecha, la cual está preocupantemente cada vez más presente en la universidad; y un largo etcétera.

Hoy estamos en este Claustro no porque pensemos que podemos cambiar las cosas desde dentro, sino para representar una voz crítica incluso en espacios como este donde el papel de los estudiantes es ínfimo, apoyando y haciendo eco de todas las luchas sociales que están teniendo lugar y también de las que están por venir. Pero sobre todo haciendo un llamamiento a la organización, porque solo a través de la lucha, de la unión del movimiento estudiantil con la clase trabajadora, es que podemos lograr esa universidad que queremos y por la que peleamos: una universidad pública y de calidad, universal, gratuita, gestionada en grandes asambleas de estudiantes y trabajadores docentes y no docentes, en lugar de por los Consejos Sociales.

Una universidad radicalmente democrática, en la que la ciencia y el conocimiento estén al servicio de solucionar los grandes problemas de la sociedad. Una universidad puesta al servicio de la transformación social. Por eso os pedimos vuestro voto para llevar estás ideas y este cuestionamiento hasta el Consejo de Gobierno y, sobre todo, que colaboremos juntos para que fuera de este espacio anquilosado retomemos la mejor tradición del movimiento estudiantil y, como se decía en el Mayo del 68, “pasemos del cuestionamiento de la universidad de clases al cuestionamiento de la sociedad de clases”.