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Red Internacional
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Polémica. El documento de CFK: mucho relato, imposturas, y moderación

Cristina Fernández (CFK) difundió este miércoles un texto sobre la situación nacional. En el mismo, entre otras muchas cosas,advierte que el “showman” que llegó a la casa rosada “ha desplegado un feroz programa de ajuste que actúa como un verdadero plan de desestabilización”, que “retroalimenta el espiral inflacionario” y que “provocará irremediablemente el aumento de la desocupación y la desesperación social en una suerte de caos planificado”. Para la expresidenta es “más que evidente que en la cabeza del Presidente el único plan de estabilización es el de la dolarización”.

Esteban Mercatante @EMercatante

Miércoles 14 de febrero

En el enfoque que propone el documento, la cuestión central está en la disputa de “modelos”: el “modelo industrialista”, que habría regido desde el gobierno de Perón hasta la instauración de la dictadura genocida en 1976, y que los gobiernos de Néstor Kirchner y CFK habrían revivido, vs. el “modelo de valorización financiera”, que generó dos grandes crisis de deuda entre 1976 y 2002, e inició el ciclo de una tercera bajo el gobierno de Macri, que continúa desarrollándose hasta hoy.

CFK realiza varias advertencias sobre el rumbo ruinososo en el que está embarcada la actual administración de Javier Milei, que integró en un puesto clave como Economía a Luis Caputo, quien actuara como endeudador serial bajo el gobierno de Macri, o a Federico Sturzenegger como asesor estrella (todavía sin cartera) encargado de compendiar en DNUs y proyectos de ley todos los intereses de los grandes empresarios a los que el presidente libertariano pretende satisfacer.

El documento difundido por la expresidenta tiene también otra característica habitual en sus planteos: el análisis agudo de algunos elementos, como la “economía bimonetaria” a la que se viene refiriendo hace tiempo, va acompañado del escamoteo de otros elementos de raíz estructural que también resultan clave para entender por qué estamos como estamos, pero que son relegados porque no encajan bien con el “relato” que CFK propone.

Mejor no hablar de ciertas cosas

CFK critica, con bastante razón, la idea de que el gran problema de la economía nacional sea el déficit. Como ocurre en muchos países dependientes, y de manera quizás agravada en la Argentina por rasgos de la estructura productiva, el saldo de la balanza de pagos (que, por decirlo de manera simplificada, engloba las operaciones del país con el resto del mundo) resulta crítico. Si hay déficit de la balanza de pagos, el país pierde divisas, es decir, el Banco Central ve caer sus reservas, que son la base de todo el esquema (bi)monetario argentino (como analizamos con Pablo Anino acá). La debilidad del signo monetario local y el estrangulamiento externo recurrente son claves para entender el problema inflacionario en el país, que no se explica solo por déficit y emisión.

Pero al momento de señalar esto, la expresidenta escamotea parte de las raíces profundas de la crónica y recurrente escasez de divisas. Dice una media verdad, cuando plantea el endeudamiento como una de las causas de la misma. Es cierto, cada ciclo de endeudamiento argentino operó como un esquema Ponzi, donde los gobiernos emitieron de manera frenética, tomando más deuda para saldar intereses y capital previos, hasta que el cambio en la coyuntura internacional u otros factores (como una sequía) llevaron a los acreedores a tener más prevenciones con la deuda Argentina, volviendo la deuda impagable y llevando a crisis de deuda y de balanza de pagos.

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Pero en toda esta argumentación queda absuelto, en medio de una discusión de "modelos", el gran poder económico que con sus decisiones define otro determinante central de esta tendencia estructural al faltante de divisas. Un "elefante en la sala" del que CFK no habla en su texto son las grandes empresas y el uso que hacen del excedente (es decir, el fruto de la explotación de la fuerza de trabajo y de la apropiación de rentas). La "fuga de capitales especulativos" tiene una sola mención en el documento. Pero, desde 1976 hasta hoy, ha sido notable la tendencia de las firmas que operan en el país a convertir el fruto de sus ganancias en activos que ubican en el exterior.

No sorprende que ese elemento no tenga la debida consideración en el documento de CFK. Es que durante buena parte del período 2003-2015, mientras se proclamaba que estaba ocurriendo una "transformación estructural", este rasgo estructural de "reticencia inversora" se mantenía sin cambios. De hecho, el período que se inicia en 2003 con el gobierno de Néstor Kirchner, fue notable por el marcado contraste entre la rentabilidad extraordinaria que consiguió la clase capitalista después de la salida de la convertibilidad (gracias sobre todo al desplome de salarios) y los niveles de inversión durante el mismo período. Después de la crisis que marcó el fin de la Convertibilidad, la inversión creció, pero menos de lo que podía esperarse. Los recursos en manos de la clase capitalista (especialmente de grandes empresas) que potencialmente podrían invertirse, fueron muy superiores a lo que realmente se invirtió durante los años de NK y CFK. La diferencia, alimentó la ya mencionada “fuga de capitales”. Para llevar a cabo esta operación, las firmas demandan una porción considerable de las divisas generadas por las exportaciones del país.

Como, con la salida de más de USD 100 mil millones entre 2003 y 2015 por fuga de capitales este es uno de los factores que explica la escasez de divisas que empezó a observarse desde 2012, no sorprende que CFK prefiera no referirse a esta cuestión. Mejor hacer hincapié en lo que considera su punto “fuerte”, el “desendeudamiento”.

Soberanía, relato e impostura

CFK presenta el período iniciado en 2005 con la reestructuración de la deuda como el final de la "segunda crisis de deuda". Lo que resulta llamativo,es que, de la sucinta descripción que realiza de los procesos de endeudamiento serial iniciados con la dictadura hasta 2002, con participación del FMI, es que fueron simplemente una ruinosa estafa. La pregunta que deberíamos hacernos, y que la expresidenta no se hace, es si las estafas se pagan o deben ser repudiadas.

Un ciclo de deuda fraudulento, ruinoso para el país, entra dentro de lo que Eric Toussaint cataloga como deuda odiosa. La deuda odiosa, en la que los tomadores y acreedores se coaligan para generar un negocio financiero a costa del pueblo, tiene en nuestra opinión una sola respuesta posible: el repudio.

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Pero en 2005, en vez de repudiarse la deuda, se renegoció la estafa preexistente. Aunque están ampliamente documentadas numerosas irregularidades que tuvieron lugar desde la dictadura con todo el ciclo de endeudamiento desde la dictadura y las sucesivas reestructuraciones de la misma, terminando con el blindaje y el megacanje en el que estuvo implicado Sturzenneger, Néstor Kirchner y Roberto Lavagna dieron vuelta la página. Cambiaron bonos en default por otros nuevos. Lograron una quita, nominalmente importante, pero a cambio entregaron incentivos muy provechosos para los tenedores de títulos, como los cupones atados al PBI y los ajustes por inflación para los bonos en pesos que hicieron que la quita real fuera mucho menor de la publicitada. Por esos incentivos, el canje tuvo un resultado exitoso (entre 2005 y 2010 se canjeó 92% de la deuda que entró en default en 2001).

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Después del canje de 2005, el kirchnerismo sostuvo que la deuda había dejado de ser un problema, porque la economía crecía y se podían afrontar los pagos. Pero, junto con la fuga de capitales y remesas de ganancias de firmas extranjeras, los pagos de intereses y capital de deuda fueron de los principales factores que presionaron sobre las reservas. Basta recordar la apropiación de miles de millones de dólares de reservas del BCRA que hizo Economía en 2010, que no tenía otro fin que obtener dólares para girarlos a los acreedores.

Si para CFK el principal problema de la economía argentina se encuentra en el saldo deficitario de la balanza de pagos, y creemos que tiene razón en esto, resulta llamativo que no diga nada de cómo el "desendeudamiento" contribuyó a dejar a esa balanza en rojo desde 2012.

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Durante 2012-2015 el país se debatió en la escasez de divisas, como resultado de haber pagado generosamente a los acreedores para "desendeudar" al país. Si durante estos años se devengaron pagos de deuda por USD 200 mil millones de dólares según declaró la propia CFK en su momento, la salida de dólares contantes y sonantes por este concepto fue de al menos USD 60 mil millones, sustraídos durante años al superávit comercial o las reservas del BCRA, hasta el límite de lo posible. Durante los últimos años de su gobierno la economía terminó casi estancada, y las causas que llevaron a esta situación tenemos que buscarlas en la fuga de capitales y en el costoso “desendeudamiento”. Lo que se presentó como una decisión "soberana", dejó al país sin reservas y en la clásica encerrona de la Argentina bimonetaria y dependiente. No repudiar la deuda odiosa se pagó caro.

Lo que es peor, este "desendeudamiento", resultado de haber pagado después de haber reestructurado la deuda en vez de declararla odiosa y repudiarla como correspondía, sentó las bases para el endeudamiento serial de Luis Caputo durante el gobierno de Macri. Ya sabemos cómo terminaron Macri y “el Messi de las finanzas”.

Volver peores

La impostura de los relatos soberanos fue una triste historia que se repitió de manera farsesca durante el período 2019-2023. Los que decían que “volvían mejores”, y que durante la campaña de 2019 afirmaban que era posible terminar con el ajuste sin romper con el FMI, convalidaron así la herencia de Macri con el FMI (otro fraude). Otra vez una deuda odiosa era convalidada.

El Frente de Todos continuó con la multiplicación de la pobreza, la caída del salario que se había hundido durante los años de Macri, multiplicó la inflación, y siguió atado a los dictados del FMI. Todo eso abrió las puertas a Milei.

Sin alternativas de fondo

CFK no puede más que admitir (elípticamente) la responsabilidad de su artilugio político de 2019 en este desenlace catastrófico, aunque busca absolver a su facción de responsabilidades. Sus diputados no avalaron el pacto con el FMI en 2022, nos dice. Otra verdad a medias, porque cedieron lugares en comisiones clave para no entorpecer el trámite parlamentario. El que lideró la aprobación parlamentaria del acuerdo fue el que terminó coronado como candidato del espacio en 2023, Sergio Massa.

Lo que queda a la vista que, a pesar de la contraposición de "modelos", no hay en su planteo una alternativa para salir del círculo vicioso. Después de múltiples diatribas y advertencias sobre todas las calamidades que se vienen, CFK se manifiesta abierta a sentarse a conversar sobre varios de los puntos de la agenda pro empresaria de Milei. Reforma laboral y otros puntos entran en esta agenda, aunque advierte que todo debe ser sin retroceder en derechos (un saludo a la bandera).

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No sorprende esta dificultad de CFK para presentar una alternativa consistente. Tal como ocurrió durante los 12 años de gobiernos kirchneristas, los límites para cualquier planteo soberano serio contra el imperialismo están dados por la clase para la cual se proponen gobernar: una burguesía cada vez más globalizada para la cual resulta irrelevante el desarrollo nacional que CFK pregona.

CFK siempre pretendió que es posible la quimera de un capitalismo con rostro humano para la argentina dependiente, sin romper con el imperialismo ni tomar medidas de autodefensa nacional fundamentales como establecer el monopolio estatal del comercio exterior, nacionalizar los bancos y repudiar la deuda externa. En 2019 propuso con la candidatura de Alberto una fórmula de moderación. Este documento, más allá de la retórica, propone frente a los recalcitrantes libertarianos, dialogar con las fuerzas más “razonables” del “extremo centro” (el arco que podemos trazar de un Larreta a un Massa).

Por eso, su reivindicación de otro “modelo” termina siendo una impostura para tratar de tapar lo inocultable: no hay salida “nacional y popular” para la situación actual, y todo lo que CFK tiene para ofrecer es un enésimo intento de moderación para aggionarse a los tiempos que corren.

Para salir del círculo vicioso es necesario romper con las ilusiones de un “nacionalismo burgués” cada vez más vaciado. Lo que hay que poner en cuestión son las bases del capitalismo dependiente argentino, rompiendo con el imperialismo e imponiendo un gobierno de los trabajadores.

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