El youtuber e influencer Diego Ruzzarin se entrevistó con Chumel Torres en una conversación donde se desarrolló una interesante discusión política, acá exponemos lo mejor y lo peor de este encuentro desde el punto de vista de la izquierda militante.
Jueves 15 de julio de 2021
Ruzzarin se ha vuelto famoso en los meses recientes con videos muy vistos en youtube y una importante participación en otras redes sociales, quizá el debate que más fue comentado es el que se llevó adelante entre este personaje y el empresario influencer Carlos Muñoz donde el primero le da una lección de historia y desmonta en buena medida el discurso hueco “emprendedor” de Muñoz.
En esta ocasión el encuentro se desarrolló en día previos con el conocido (y muy atacado) Chumel Torres, quien se ha vuelto un constante crítico de López Obrador, luego de haber saltado a la fama con su programa “El pulso de la república” donde, desde un sentido común de derecha lleno de prejuicios, se volvió famoso al dar noticias de forma “chistosa”.
No está demás decir que ambos influencers, que se muestran como buenos amigos, llegan sobre todo a un público juvenil de clases medias. No vamos a pedirle peras al olmo, ni Diego es marxista, estando muy lejos de los círculos de la izquierda militante, ni Chumel es un intelectual que arroje claridad sobre algún tema.
Sin embargo, con ánimo de extraer lo rescatable del intercambio (y por la trascendencia que ha tenido en redes), a continuación, presentamos lo bueno y lo malo de esta platica.
Lo bueno del debate
Ruzzarin ha mostrado en múltiples videos su simpatía con aspectos del pensamiento marxista, reivindicando partes de la teoría de Karl Marx o a pensadores influenciados por esta corriente como Walter Benjamin, también ha recupera aspectos del filósofo contemporáneo Slavoj Zizek. Por lo que desde esta posición es que debate las concepciones que sostiene Chumel.
El debate pone al descubierto la incapacidad del sentido común de derecha para explicar la realidad, lo peligroso que puede resultar el individualismo como postura política y la necesidad de estar abiertos a discutir y conocer todas las posturas y corrientes de pensamiento.
En el encuentro se cuestiona el carácter que tiene el humor en cuanto una forma de burlarse de los sectores oprimidos o desfavorecidos de la sociedad, algo que Ruzzarin le discute con cierta fuerza a Chumel quien defendía lo “irreverente” del humor.
En el debate se habla del peligro que representa la derecha y la extrema derecha mencionando a Bolsonaro y a Jordan Peterson como intelectual que habilita el discurso de odio y el trumpismo en Estados Unidos.
Resulta interesante la afirmación de Ruzzarin de que “cuando la izquierda no cumple lo que promete, regresa la derecha recargada”, algo que se ha comprobado en Brasil o más recientemente en el Estado Español. Desde nuestro punto de vista esto confirma la necesidad de no conformarse con el mal menor que representa el reformismo y la centro izquierda y construir alternativas verdaderamente revolucionarias.
Acá hay que decir que los reformismos, con programas muy limitados, se enfrentan a condicionantes estructurales de la crisis capitalista, por lo que su política resulta impotente para resolver las demandas del pueblo y efectivamente terminan desilusionando. Por ello es muy importante la emergencia de una izquierda anticapitalista consecuente a nivel internacional.
Ruzzarin presenta al capitalismo como un modo de producción que no tiene por qué ser eterno y combate con buenos argumentos la idea de la “naturaleza” humana competitiva y egoísta, aquí claramente retoma la concepción materialista y dialéctica de la filosofía.
En el cierre del debate Diego plantea la dialéctica entre individuo y colectivo planteando que no existe uno sin el otro recuperando el “dilema del erizo” de Schopenhauer.
Lo malo del intercambio
En el debate se hace todo el tiempo énfasis en la necesidad de “conciliar” ideas y proyectos y no “irse a los extremos”, esto es algo desde nuestro punto de vista utópico, no por una cuestión de voluntad, sino concretamente por intereses económicos y materiales, Ruzzarin debería releer a los autores marxistas que explican como el conflicto surge de la lucha de clases intrínseca al modo de producción capitalista y de intereses antagónicos de las clases que la integran.
En el debate Chumel identifica al comunismo con regímenes "totalitarios" como señalan a los de Cuba y China, ahí Ruzzarin pareciera que tiene acuerdo en que eso es el comunismo -pues no lo debate-, sin embargo, para los trotskistas, estos regímenes son degeneraciones de experiencias de gobiernos revolucionarios donde a las masas y a la clase obrera se les expropió la posibilidad de gobernar, que al mismo tiempo representan enormes gestas del proletariado en lucha contra los capitalistas y su propiedad privada. En última instancia estos regímenes están lejos de ser comunistas, si consideramos que el comunismo pensado por Marx, Trotsky o Luxemburgo, es un sistema totalmente libre sin clases y sin Estado.
En el cierre del debate se plantea que para terminar con la desigualdad y combatir los privilegios de los sectores favorecidos de la sociedad, los sectores privilegiados (varones, blancos, heterosexuales), son quienes pueden tomar consciencia y terminar con la opresión.
Esta afirmación se lleva hasta el extremo al afirmar que gracias a que los blancos en algún momento decidieron dejar de ser esclavistas se acabó el esclavismo. Parece que a estos influencers les hace falta leer al respecto de las enormes luchas que han dado los sectores oprimidos y explotados en la historia para conquistar derechos sociales o laborales, nunca las clases dominantes y los sectores privilegiados nos han regalado nada a la clase obrera ni a los sectores subalternos.
Si bien es importante cuestionarse los privilegios como varones, como sectores medios, blancos etc., para terminar con la opresión la clave está en primer lugar, en la organización y en la lucha de quienes la sufren.
Al identificarse al comunismo como un sistema totalitario, el debate no ofrece ninguna salida ante la crisis civilizatoria que Ruzzarin ubica que existe; el problema es que para los marxistas revolucionarios de hoy en día lo que hay que construir son gobiernos revolucionarios basados en consejos obreros y populares, es decir en la más amplia autoorganización del proletariado y las clases subalternas, no un régimen de partido único, pero la expropiación de la burguesía y la socialización de los medios de producción sigue planteada como una necesidad histórica, el dilema de la humanidad es socialismo o barbarie hoy como ayer.
Como conclusión podemos decir que es interesante que se desarrollen este tipo de encuentros y debates (aunque claramente Chumel queda expuesto como el derechista ignorante que es) y vale la pena ver críticamente este tipo de materiales que llegan a sectores de masas. Debatir su contenido y plantear una respuesta desde el marxismo militante es importante.
El debate político es clave, como lo es también la organización revolucionaria de la clase trabajadora y de la juventud combativa.