Es vergonzoso que el PS -y la JS-, siguiendo una práctica política completamente adaptada a los intereses de la burguesía, hablen de “socialismo”, entendiéndolo, probablemente, como cualquier cosa, ya que al parecer es solo una chapa de marketing con la cual ganan a nueva militancia para que terminen siendo administradores del Estado capitalista.
Martes 16 de enero de 2024
El hecho de que el Partido “Socialista” lleve la palabra “socialista” en su nombre, ya es un hecho insólito. Pero lo más chistoso es cuando su juventud toma un discurso “marxista” y dicen hablar desde “el marxismo”, realizan talleres sobre “introducción al pensamiento marxista”, y reivindican a revolucionarios como Lenin, etc. Cada vez que un militante de la “JS” reivindica esta tradición, los marxistas revolucionarios del pasado se revuelcan en su tumba y gritan “¡¿Qué hice mal?!”.
Es que la tergiversación del marxismo a lo largo de la historia ha sido tanta, que engañan a jóvenes, que podrán tener buenas intenciones, para que militen en un partido que se dice “socialista”, que hace un par de talleres en la universidad sobre “socialismo”, pero que en realidad es un partido burgués neoliberal anclado en el régimen hasta la médula.
Michelle Bachelet, referente de los “socialistas”
Siempre la “JS” ha intentado “distanciarse” de las cúpulas del partido, dicen que el problema es su dirección, pero que siguen siendo “el partido de Allende” (que, por más diferencias que uno pueda tener con la estrategia pacifista y pequeñoburguesa de Allende, era más de izquierda que los militantes “socialistas” actuales).
Sin embargo, sin ningún escrúpulo, ayer, por medio del instagram de @juventudsocialista conmemoraron que hace 18 años “Chile eligió a su primera presidenta mujer y socialista”, Michelle Bachelet, a quién están buscando posicionar nuevamente como apuesta presidencial, buscando que volvamos al bucle eterno de gobiernos de la Concertación y la derecha.
Sin embargo, estos “marxistas” están reivindicando la figura de una política que gobernó para la burguesía y que fue partícipe de la profundización del modelo neoliberal y que consolidó -por medio de distintas concesiones- la educación de mercado. La “compañera” Michelle Bachelet, como la describieron en su publicación, además, tiene sangre del pueblo mapuche chorreando por sus manos, pues fue bajo su gobierno que asesinaron a Matías Catrileo y a otros comuneros.
Estos “socialistas” destacan, como logro personal de la ex presidenta, la reforma que llevó a “la gratuidad en la educación superior, donde lograron acceder numerosos hijos de trabajadores a la universidad por primera vez”. Digámoslo: la responsable de haber logrado el acceso a la educación para numerosos hijos de trabajadores no fue Bachelet, sino que fueron las amplias movilizaciones por parte del movimiento estudiantil durante años, movilizaciones que exigían una educación gratuita de calidad para todos y todas, que fuera financiada por el Estado.
Ante estas grandes movilizaciones en las que el régimen defendía uno de los pilares de la herencia de la dictadura, la educación de mercado, encontraron, por medio del gobierno de Bachelet, una fórmula para que se descomprimiera el ánimo en las calles, pero que dejara tranquilos y felices a los grandes empresarios. Esta fue la beca de gratuidad, que permitió jugosas ganancias para los empresarios de la educación privada por parte del Estado, a vista y paciencia de la burocracia estudiantil. Esto totalmente alejado de la perspectiva de que el Estado financie educación gratuita por medio de aportes basales directos que provengan de la nacionalización de los recursos naturales, que tampoco vendría siendo una medida “socialista”, pero que se acerca mucho más a una izquierda que busca tocar los intereses de la burguesía y no conciliar con ella permanentemente como busca el PS, y también el PC y el FA.
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Por otro lado, reivindican en la publicación el “importantísimo cargo como alta comisionada de derechos humanos de la ONU”, lo que, dicen, “nos enorgullece como chilenos y socialistas”. Aquí hay que ser claros con estos pseudomarxistas de medio pelo: la ONU es una institución estadounidense de carácter imperialista que tiene por objetivo la pasivización de la lucha de clases y las revoluciones, que nació al alero del convulso siglo XX, en donde hubo distintos procesos revolucionarios. Un verdadero marxista no puede reivindicar esta institución imperialista, ni tampoco a su “alta comisionada”, mucho menos en el nombre del “socialismo”, cargo que, por si fuera poco, ni siquiera lo pusieron a disposición del esclarecimiento de las violaciones de derechos humanos cometidos durante la revuelta popular de 2019.
Lo vergonzoso no es que el PS y la JS sean un partido reformista neoliberal que terminó, junto a la DC y el PPD, de consolidar la herencia de la dictadura y el orden neoliberal, que además es un partido con acciones en la bolsa, con un trato histórico con Ponce Lerou (yerno de Pinochet dueño del litio) producto de los distintos casos de corrupción, ligado al narcotráfico (un negocio capitalista), y que durante sus gobiernos ha gestionado las empresas estatales como empresas privadas, y que además dirige la CUT a la medida de los grandes empresarios. Todo esto es repugnable, pero no vergonzoso, porque de esos partidos hay montones. Lo vergonzoso es que, siguiendo esta práctica política completamente adaptada a los intereses de la burguesía, hablen de “socialismo”, entendiéndolo, probablemente, como cualquier cosa, ya que al parecer es solo una chapa de marketing con la cual ganan a nueva militancia para que terminen siendo administradores del Estado capitalista.
La tarea de retomar el marxismo y construir un partido revolucionario de la clase obrera
El marxismo vivió una gran crisis histórica tras el proceso de la URSS, el que culminó en una dictadura sobre la clase trabajadora por parte de la burocracia estalinista y que terminó por recomponer el capitalismo en los estados obreros degenerados (Rusia y China). Con la caída del muro de Berlín y de “los socialismos reales”, y la restauración burguesa que instaló el capitalismo en todo el mundo por medio de reformas económicas neoliberales, se instaló el discurso de que “el socialismo fracasó”. Asimismo, las distintas organizaciones que fueron del proletariado (los PS y PC), se volvieron en contra de la clase trabajadora y se sumaron a llevar adelante los ajustes imperialistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
En Chile, por medio de la dictadura cívico-militar de Pinochet, se cercenó la organización obrera y popular, se asesinó y desapareció a gran parte de la vanguardia obrera que se había formado gracias a toda la experiencia de lucha del siglo XX y que llegó a formar los Cordones Industriales, germen de poder obrero que, de desarrollarse, podría haber hecho frente al poder burgués. Además, la dictadura se encargó de atomizar y dividir a la clase trabajadora, de profundizar la integración de los sindicatos al Estado y llevar adelante un proceso de desarticulación del movimiento obrero que llega hasta el día de hoy. A esto se agrega la brutal ofensiva ideológica con la que instauraron un sentido común ligado al individualismo y los valores burgueses.
Las organizaciones que eran obreras, como el PS, terminaron dándole la espalda a la clase y se comprometieron con la “transición”, que no fue más que una profundización del modelo, en que participaron activamente administrándolo y siendo parte de los gobiernos de la ex-Concertación. Actualmente vemos algo parecido en el Partido Comunista y el Frente amplio, un nuevo “transformismo histórico” en términos de Gramsci.
Sin embargo, las nuevas crisis económicas y políticas, junto a los distintos procesos de lucha de clases que hay en el mundo, agudizados por la crisis del 2008, nos hacen enfrentar nuevos desafíos, principalmente, el de recomponer el marxismo revolucionario, completamente bastardeado y tergiversado por estas organizaciones “socialistas” y “comunistas” y levantar nuevos partidos revolucionarios. Esta es la perspectiva del Partido de Trabajadores Revolucionarios y la Fracción Trotskista Cuarta Internacional, tomar en nuestras manos la tarea histórica de impulsar una organización revolucionaria que busque intervenir en los distintos procesos de lucha de clases para que no caigan en desvíos (como en Chile tras la revuelta con el Acuerdo por la Paz) o aplastadas por la represión, en la perspectiva de una sociedad sin Estado ni clases sociales donde se expropie a los expropiadores.
Benjamín Vidal
Periodista - Universidad de Chile