Luego de cinco años, la conclusión del Comité de Derechos Humanos de la ONU confirmó que el golpista y demagógico exjuez Sergio Moro actuó con parcialidad frente a las denuncias contra el expresidente brasileño.
Viernes 29 de abril de 2022 23:28
El Comité de Derechos Humanos de la ONU concluyó cinco años después lo que ya se sabía hace mucho tiempo: que el golpista y demagógico exjuez Sergio Moro fue parcial en el juicio y condena de Lula da Silva. Es cada vez más extendida la idea de que la operación judicial Lava Jato nunca tuvo que ver con ningún combate a la corrupción. Fue, por el contrario el arma de uno de los grandes impulsores del golpe institucional de 2016, el Poder Judicial, para profundizar el ritmo e intensidad de los ataques y reformas que venía impulsando el PT.
El papel de Sergio Moro en las transformaciones del régimen en la historia reciente de Brasil ayudó en la aplicación de un plan económico ultra neoliberal, además de sus efectos políticos como la propia prisión y proscripción arbitraria y criminal de Lula da Silva en las elecciones de 2018, con la ayuda maestra del Supremo Tribunal, favoreciendo a la victoria de Bolsonaro. La ONU, en cinco años, no juzgó ni por un instante a la operación judicial Lava Jato, cuyo principal gran figura fue Sergio Moro. En ese período, el Poder Judicial adquirió una gran fuerza en Brasil, donde jueces y fiscales, elegidos por nadie, poseen superpoderes, y son capaces incluso de decidir los rumbos de las elecciones. Una tutela antidemocrática sin parangón. Si Moro alguna vez "hizo justicia", entonces fue para los ricos, en contra de la clase trabajadora y los pobres.
Esa "conclusión " demagógica y tardía de la ONU no sucede de la. nada. Ante la rehabilitación electoral, y ahora de la consolidación de la fórmula Lula-Alckmin, que es una señal para el mercado financiero y a los capitalistas, Lula deja bien en claro cuáles son sus objetivos: administrar la obra del golpe, que incluye varios ataques como la reforma laboral, que Lula no tiene intensiones de revocar. La ONU, institución que está al servicio de los imperialistas, cartea al servicio de un proyecto neoliberal en Brasil Eso sucede en un contexto internacional de crisis de hegemonía estadounidense, cuyo protagonista Joe Biden no quiere que Bolsonaro - aliado de Trump - sea reelegido, y Lula Alckmin ya firmaron varias alianzas con los imperialismo europeos, como el alemán y el francés, del recientemente elegido Emmanuel Macron.
Lula y el PT, en realidad, no solo aceptaron el golpe, sino que ahora se reconciliaron y se preparan para gobernar con los golpistas, aceptando y dando curso a la obra económica del golpe institucional protagonizado en gran parte por Moro. El programa del PT, y ahora la fórmula Lula-Alckmin, es una continuidad, aunque con un salto de calidad, en la línea de conciliación de clases, administración del capitalismo en crisis, sin posibilidades de que se concreten demandas mínimas, como hubo en los años de los gobierno de la década del 2000.
Los trabajadores tienen planteado dotarse de un programa político independiente de las patronales, para dar una respuesta que esté a la altura del autoritarismo del régimen político podrido de Brasil, y construir otra alternativa que supere por izquierda al PT y a los partidos que capitulan a su política, como más reciente y profundamente el PSOL. Por eso, a diferencia de como las grandes centrales sindicales encaran el 1º de mayo, haciendo actos electorales en defensa de la conciliación de clase y de la fórmula Lula-Alckmin, necesitamos acciones independientes para defender las necesidades del pueblo trabajador, que sufre la crisis, rechazar la extrema derecha en las calles y fortalecer una posición de independencia de clase.