Miércoles 19 de agosto de 2015
Más que la insatisfacción popular contra el gobierno de Dilma, plasmado en la menor popularidad de un presidente en la historia, las manifestaciones del 16 de agosto traen también una disputa dentro del principal partido que representa la oposición al PT, otro pilar del régimen político del país desde el fin de la dictadura, el PSDB.
Dividido entre apoyar las manifestaciones para mantener su base electoral y no verse perjudicado en futuras elecciones - principalmente en el reducto paulista- pero sin una estrategia unificada dentro del propio partido sobre cómo aprovechar el espacio político abierto por la crisis del PT y del gobierno, el PSDB viene ensayando movimientos por momentos más ofensivos, elevando aquí y allí el tono de las críticas, por momentos más alejado y frenando movimientos que puedan desestabilizar el conjunto de la dinámica política del país y dificultar la aplicación de los ajustes económicos.
Para ser una alternativa y homogeneizar el fin de ciclo petista, el PSDB necesitaría primero alinear los intereses de las distintas alas del conservadurismo que se amontonan bajo su bandera. La participación tucana en estas manifesstaciones, sin embargo, demostraron lo contrario. Tanto Aécio Neves como José Serra decidieron participar de las protestas junto a sus bases electorales, el primero en San Pablo y el segundo en Belo Horizonte.
Aécio, la expresión más popular del PSDB luego de las elecciones de 2014, así como parte de su bancada parlamentaria, es más propensa a dialogar con los movimientos de las redes sociales, llegando a tomar a veces medidas más ofensivas contra el gobierno que van en contra de la historia del propio partido, como la votación contra el factor previdenciario, que fue un ataque a las jubilaciones tejido y aprobado por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) y mantenido por los gobiernos de Lula y Dilma, del PT, en contra de los trabajadores.
Al mismo tiempo, FHC, que venía manteniéndose más cauteloso en el tono de las críticas al gobierno, subió el tono este lunes y posteó en su cuenta de facebook una sugerencia de renuncia a la presidenta: "Si la propia presidenta no fuere capaz del gesto de grandeza -renuncia o la voz franca de que se equivocó, y sabe señalar los caminos de la recuperación nacional- asistiremos a la desarticulación creciente del gobierno y del Congreso, a golpes de Lava Jato [en referencia al escándalo de corrupción en Petrobras]. Hasta que algún líder con fuerza moral diga, como lo hizo Ulysses Guimarães, con la Constitución en mano, a Collor: Ud. piensa que es presidente, pero ya no o es más".
Todo este juego político es parte de la división interna de preparación para las elecciones de 2016 y 2018. Conforme la evaluación de Sérgio Fausto, superintendente ejecutivo del Instituto FHC (equivalente tucano del "Instituto Lula"), sobre el obstáculo de la fragmentación del PSDB, existe "la superposición de figuras (José Serra, Geraldo Alckmin y Aécio Neves)".
Al día siguiente de las manifestaciones, aliados de Geraldo Alckmin, que vienen manteniendo una distancia segura de la defensa de algún proceso que retire a la presidenta y al vice, Michel Temer (PMDB) ya que pretende disputar internamente en el partido la indicación de candidato a presidente en 2018, evaluaron con preocupación la presencia de Aécio Neves en las manifestaciones del día 16 de agosto, preocupadoo con que este podría estar ganando la delantera en la disputa interna en el partido. La ubicación de Aécio, bien conocido por el electorado gracias a las últimas elecciones permitirían al minero posicionarse mejor que Alckmin con la base social tucana presente en las manifestaciones. Los intereses de Alckmin y Aécio divergen, cuanto más rápida la salida de Dilma mejor para Aécio, cuanto más se demore mejor para Alckmin para prepararse para ganar al PSDB para su candidatura.
En el medio de la confusión interna dentro del partido que más podría cristalizar y hegemonizar electoralmente por derecha, figuras reaccionarias como Bolsonaro y Cunha terminan fortaleciendose por expresar, sin ningun compromiso ni responsabilidad (según argumentos de los grandes empresarios y del diario Globo), los deseos ideológicos más atrasados de sectores de la pequeñoburguesía y de la clase media blanca que participan de estas protestas.
Al mismo tiempo, esta dificultad de la derecha de hegemonizar mantiene por más tiempo abierto el espacio vacío de la crisis del lulo-petismo. La izquierda clasista antigubernamental y antiburocrática tiene planteado aparecer como una tercera vía frente a la crisis del PT y la confusión del PSDB.
Medidas como la construcción de un polo sindical que actue en soidaridad con las luchas obreras y huelgas en curso y mueva los sindicatos ligados a la izquierda, como la Central Social y Popular (CSP-Conlutas) e Intersindical, y se diriija a los trabajadores de base de las centrales sindicales oficialistas y burocráticas. Para eso es fundamental la ruptura del PSOL con el acto del día 20/8 en defensa del gobierno de Dilma, y el posicionamiento público de los parlamentarios ligados al PSOL al servicio de la contrucción de un tercer acto contra los ajustes, contra el gobierno de Dilma y la derecha. Estos son pasos que el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) y Esquerda Diário vienen insistiendo para que la crisis del PT sea canalizada hacia la izquierda.