Modelo único de los partidos capitalistas para Argentina. Une a los fondos buitres y al régimen del FMI con la SRA, los pools de siembra, a las exportadoras como Vicentin, petroleras y oligopolios como Monsanto o Bayer. Sus tentáculos van desde las universidades hasta el sillón de Rivadavia.

Patricio del Corro @Patriciodc
Martes 15 de diciembre de 2020 12:41
Entender qué es el extractivismo es entender qué modelo de país nos están imponiendo los grandes capitales extranjeros, sus socios locales y, desde ya, los partidos tradicionales que, con sus matices, los representan y han desarrollado en las últimas décadas.
¿Qué implica ese modelo extractivista? Es un modelo basado en la valorización financiera, todo lo que podemos relacionar con el negocio de los bancos, de hacer plata con préstamos, con la compra y venta de activos, con la especulación de los precios y las burbujas de las commodities y, sobre todo, con la deuda que emiten los Estados.
El otro pilar (conectado por múltiples lazos a lo financiero) es la producción o extracción de commodities, o sea de productos primarios o con bajo nivel de valor agregado. Acá los valores financieros buscan también dónde pueden ser usados y encuentran en los recursos naturales una mercancía muy apetecible, ya que son productos que se sacan de países dependientes o semicoloniales (con todos los permisos que estos le dan a las empresas) y se venden a precios internacionales.
Quiero retomar una frase de Pablo Anino en su columna de este domingo en El Círculo Rojo. Dice: “hay un hilo que une extractivismo con la dependencia financiera: se necesita reventar el ambiente para pagar la deuda”. Y el diagnóstico es certero, cuando nos dicen “hay que exportar más” en lo que se piensa es en conseguir dólares para pagar una deuda que fue un gran negocio para los buitres y sus amigos, pero en nada benefició a las mayorías o para articular un modelo productivo menos dependiente. Los grandes bancos y buitres no solo ganan ligados a las inversiones y la especulación de los precios de las materias primas, también ganan con lo que recauda el Estado con estas actividades.
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¿Por qué significa la destrucción del ambiente?
Porque su lógica es de saqueo: la extracción de la mayor cantidad de recursos, en el menor tiempo posible, con el menor costo posible, sin importar las consecuencias a futuro. Por eso en muchos casos se habla que donde se instalan estos modelos se transforman en “zonas de sacrificio”. Y en el país esto tiene tres pilares: hidrocarburos, agronegocios y minería.
Graciela Cacace, que es licenciada e investigadora de la Universidad de Luján, señala que el modelo de agronegocio, como hoy lo conocemos, se instala en Argentina en la década del ´90, en particular en 1996, cuando Felipe Solá, hoy canciller, aprueba el uso de la soja transgénica de Monsanto. Fue el puntapié inicial de la expansión de la frontera sojera, una nueva oleada de expulsiones de los pueblos originarios de sus territorios y poblaciones nativas, altos niveles de contaminación, Argentina como país récord en uso de agrotóxicos, la fumigación de pueblos, los desmontes, las quemas, etc etc.
Las penas son de nosotros, los dólares del agropower, son ajenos.
Un paréntesis: esto también es herencia del neoliberalismo, herencia de los diez años de gobierno peronista de Carlos Menem, quien parece borrado de la historia de esta corriente política, aunque todos comulgaron con él. Es el mismo Carlos Menem que mantiene su banca en el Senado en el Frente de Todos. Parafraseando a Susana Giménez ¿vivo? Si, vivo. Solo que el Superyó progresista lo intenta ocultar.
Hoy, Argentina produce soja, maíz y recientemente se ha aprobado la producción de trigo transgénico. Será el primer país del mundo donde se pruebe. Toda esta producción está manejada por un puñado de empresas del pool de siembra; por las empresas como Monsanto que venden todo el paquete de semillas, agrotóxicos y los “paquetes tecnológicos”; y por los grandes exportadores, Vicentín , Cargill, COFCO y todos esos nombres que vamos conociendo cuando se empieza a hablar de quiénes son los que pujan por una devaluación mayor, lo que no quieren liquidar, etc etc.
Son gran parte de quienes hoy manejan el monopolio privado del comercio exterior, quienes manejan el precio de nuestros alimentos y a quienes Alberto Fernandez les bajó las retenciones en medio de la pandemia.
Algunos estudiosos del comercio exterior hablan de que estas empresas muchas veces están ligadas a negocios aún más turbios, como todo tipo de tráfico. Quizás habría que ver mejor lo que pasa en Rosario.
La segunda pata del modelo son los hidrocarburos. No voy a desarrollar acá la historia de privatización de YPF en los 90s, el rol de Nestor Kirchner haciendo lobby para la privatización, el de Oscar Parrilli como miembro informante de este proyecto en la cámara de diputados; tampoco cómo el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner pasó de decir que Repsol iba a tener que pagarle a Argentina por el vaciamiento de esta empresa y por el daño ambiental a pagarle unos Us$5.000 millones de dólares; no. Pero si quiero marcar que acá también se dió un salto en el modelo extractivista cuando se habilitó el desarrollo del fracking. Acá el negocio es para los mismos: tenemos el acuerdo secreto entre Chevrón e YPF, tenemos los grandes negocios de Paolo Rocca con Tecpetrol y, por si fuera poco, es uno de los sectores que se van a ver beneficiados con el llamado aporte extraordinario a las grandes fortunas que van a subsidiar parte de esta actividad.
Mientras en Neuquén ya se comienzan a ver cómo aumentan los sismos y los problemas ambientales.
La última pata es la minería, en particular lo que se conoce como la megaminería.
Espero no se sorprendan si les digo que fue José Luis Gioja el gestor del nuevo código minero a medida de la Barrick Gold en la década del ’90. Quien luego fue tres veces gobernador de San Juan, y hoy diputado del Frente Todos y el presidente del PJ.
Pero tampoco hay que buscar la culpa solo en el neoliberalismo noventista, sino en el de este siglo, donde gozó de buena salud. De hecho, esta actividad pegó un salto desde el 2003. Según señala el investigador Eduardo Gudynas, esta actividad aumentó sus proyectos en un 3311% entre 2003 y 2011. Fue una década ganada para empresas como la Barrick Gold que en San Juan esta actividad terminó con millones de litros de una solución con cianuro y otros metales pesados en los ríos; o como La Alumbrera en Catamarca, que luego de décadas de saqueo ahora está en etapa de retirada ¿Las provincia y sus pueblos? igual de pobres ¿los territorios? irrecuperables para la eternidad.
Por eso cuando los pueblos de Mendoza y Chubut se movilizan masivamente contra la instalación de estas mineras en sus provincias es porque ya tienen imágenes del futuro en otros lados. Porque sabe que los problemas del agua no son una fantasía, y por si faltaba una muestra de esto vemos cómo hace pocos días comenzó a cotizar en bolsa.
Y lo podríamos sumar a las movilizaciones contra las mega-granjas porcinas que quieren instalar (cuando no) Felipe Solá; al saqueo del litio en el norte, al saqueo de la fauna marítima, de las talas indiscriminadas en Salta o el Chacho, a los incendios en Córdoba, Santa Fé y Entre Ríos.
Porque el gobierno de Fernandez solo da pasos en profundizar este modelo extractivista, que es la contracara del régimen del FMI que implica ajustes para la mayoría de la población, y el saqueo de nuestros recursos para que ellos cobren. Queda claro que la independencia de Argentina está flojita de papeles.
Pero justamente por eso, se trata de pensar un modelo alternativo, rompiendo con este régimen del FMI y el modelo extractivista. Un modelo donde los sectores claves de la economía, el comercio exterior y la banca, no funcionen como partes de un engranaje de destrucción y saqueo, sino que estén puestos al servicio de desarrollar un plan racional que priorice el bienestar de la mayorías, la soberanía alimentaria, el trabajo para todes, una transición energética a modelos sustentables y una relación sana con el medio ambiente.
¿Las fuerzas para hacer esto? Están ahí, las vemos en las movilizaciones masivas en Mendoza y Chubut, las vemos en los trabajadores de los sectores estratégicos como los aceiteros que están de paro y muestran que si se quiere, se puede enfrentar a los Vicentín; están en la organización de la clase trabajadora que acompañada por los sectores populares y la juventud que pelea por tener un futuro, tiene la fuerza para levantar otro modelo de sociedad, sin explotados, sin explotadores y en una nueva relación con el ambiente.

Patricio del Corro
Sociólogo, dirigente nacional del PTS y legislador MC de CABA por el FIT-U