Publicamos las palabras que hizo llegar a La Izquierda Diario un compañero de militancia de Pablo Antonini.
Lunes 27 de marzo de 2023 08:59
Es un día triste para la militancia: el odioso y repulsivo cáncer nos arrebató en un abrir y cerrar de ojos un compañero único, esos que dejan y postergan hasta su propia vida y sueños por el bien colectivo, por construir un partido revolucionario fuerte, capaz de terminar con este sistema que tanto dolor le causa a la humanidad.
Pablo (el Pela para mí) fue el encargado de volver a mostrarme el camino: si bien fui criado en una familia con orientaciones de izquierda, de aquel “viejo MAS”, la vida y los años me fueron alejando de todo. Sin embargo, el día menos pensado, un domingo cualquiera, lo crucé en la feria militando con otros compañeros y en pocas palabras logró hacerme ver que la resignación no era una alternativa.
En muy poco tiempo su empatía, compromiso y solidaridad absoluta con cada causa hicieron del Pela un referente para mí, un amigo en quien confiar y sobre todo un ejemplo a seguir, siempre compinche en cada debate que desataba en mi puesto de trabajo o con amigos: él era mi cómplice secreto para dar respuestas a esos debates que más de una vez me tuvieron arrinconado, metíamos horas de ida y vuelta de mensajes, audios, donde me daba letra acomodando mis ideas, cuando algún fachito o peronista osaba intentar dejarme sin respuesta.
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Amante del fútbol, de su querido San Lorenzo, y yo de mi amado Independiente, nos permitíamos alguna que otra licencia de las charlas y debates diarios por chicanas y largas charlas de fútbol; él siempre argumentaba, cuando alguien intentaba tratarnos de “enfermos”, que no había nada más genuino y hermoso que el amor del hincha por su club, que ese amor traspasaba cualquier negocio o resultado.
Y fue así como de a poco me fue rodeando, hablando de fútbol, siempre atento a mi familia, a mi trabajo y mis miedos constantes sobre si librar o no la batalla contra la burocracia en mi actividad. Fue creciendo un vínculo hermoso. Me quedo con esas charlas, con esos consejos, con su ejemplo de luchador y guerrero hasta el último día de su vida, y sobre todo me quedo con la primera charla que tuvimos en mi primera reunión de equipo, charla que me acompaña en cada día y me sirve para poder ver el camino correcto, cuando me siento perdido en este mundo cada vez más invivible. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer: mi consulta fue “Pela, es hermoso todo lo que soñamos, pero ¿no es eso? ¿Simplemente un sueño, una utopía?” A lo que respondió categóricamente, entre risas y cerveza fría : “Ema, sería un necio si te dijera que mañana vamos a tomar el poder y el socialismo va ser quien domine el mundo: mi misión es construir un partido fuerte para las futuras generaciones, y sobre todo mantener la antorcha encendida que la resignación nos intenta apagar todos los días”. ¡Vaya si lo logró! Al menos en mí. seguro.
Vivió cada día de su vida como todo un revolucionario y siempre actuó en consecuencia. Es hora de descansar, Pelado, y dar paso a las nuevas generaciones. Pero andá tranquilo, que ya nos marcaste el camino, ya lograste encender esa chispa que en más de uno estaba apagada: es hora de que la antorcha pase a otras manos y la llevemos bien alto como la supiste llevar vos.
Hasta el Socialismo siempre Pela.