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Red Internacional
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Caso Maldonado. El gendarme Echazú en Clarín: una “confesión de parte”, un mensaje y muchas dudas

El último hombre que subió de la orilla donde fue visto por última vez Santiago habló en Clarín, adelantando la estrategia de Gendarmería. ¿Por qué Clarín cambió el titular de su edición impresa? ¿Qué hizo Echazú ese día? Muchas dudas y contradicciones.

Florencia Sciutti y Lucho Aguilar @FlorSciutti | lukoaguilar

Martes 5 de diciembre de 2017

“El gendarme Echazú dice que si Maldonado se entregaba estaría vivo” dice la edición impresa de Clarín del pasado domingo. Las palabras dan escalofríos. Por un lado, porque parece toda una confesión de parte: murió porque no se entregó. Por otro, porque suena un tanto amenazante en boca de uno de los hombres aún sospechado de una represión mortal a manifestantes.

Quizás alguien en la redacción de Clarín pensó lo mismo. O en el despacho de un funcionario, o en un escuadrón. Por eso el título de la versión impresa fue rápidamente cambiado en el sitio digital del diario.

Si uno supera esa primera impresión, la nota revela algunas cosas para tener en cuenta. Sobre el rol del subalférez Emmanuel Echazú en la represión del 1° de agosto, sus versiones y contradicciones. Pero también sobre la estrategia de defensa de Gendarmería en este nueva etapa.

Una “flagrancia” que no fue

Según la nota de Clarín, “el gendarme detalla que fue impactado por una piedra estando afuera del predio tomado en Cushamen. Es un dato clave en la causa Maldonado porque su lesión representa uno de elementos de peso para alegar, por parte del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, que el 1 de agosto hubo un ‘delito en flagrancia’”.

La versión no es casual. Como reconoce en su “Relato de los acontecimientos” el comandante Fabián Méndez, en una reunión realizada el día anterior a la represión en Bariloche, “el Dr Noceti orientó que ante la comisión de ilícitos tales como ‘corte de ruta’, la fuerza ‘debe’ actuar basada en la reacción por la “flagrancia” de delito. De ese accionar, deberá luego darse cuenta a la/s autoridad/es judicial/es”.

Así, con la justificación de perseguir una “flagrancia” los gendarmes ingresaron y se quedaron durante 5 horas, sin estar autorizados judicialmente, al predio donde finalmente desapareció y más tarde apareció muerto Santiago Maldonado. Para poder justificar ese accionar, en el relato de los comandantes Méndez y Escola, así como el del Ministerio de Seguridad, hay un argumento clave. Decir que dos de los gendarmes fueron heridos en la ruta, mientras la despejaban. O sea: primero fuimos heridos en la ruta, entonces decidimos ingresar.

Así consta no solo en el “Relato de acontecimientos” de Méndez sino en el informe de Juan Pablo Escola, donde en los puntos 7 y 8 asegura que los manifestantes “que cortaban la ruta comienzan a arrojar una gran cantidad de piedras al personal y vehículos (…) por lo cual ordeno el avance inmediato hacia los manifestantes (…) En esos momentos, es lesionado en el rostro el Subalf ECHAZÚ, por lo que al ver que la situación se agravaba (…) se hace uso racional de la fuerza para repeler la agresión, logrando que los mismos dejen la ruta y fuguen hacia el interior del campo (…) al no poder sostener la posición, se inicia una persecución hacia el interior del terreno ocupado”. La versión se convierte en la versión oficial, como muestra la entrevista que brindó Escola: “Tomó la decisión después de que dos agentes resultaron heridos de gravedad sobre la ruta 40” (Clarín 3/9/17).

Pero la verdad es otra. Emmanuel Echazú fue herido cuando los gendarmes ya habían decidido avanzar hacia el predio a cazar a los manifestantes. ¿Quién lo dice? El propio Echazú.

Lo dice en el acta de procedimiento que firmó, estando ya herido, a las 15:30 horas del 1° de agosto. Dice el acta, “6. Que en el momento de ingresar al predio, dos (2) efectivos de la fuerza recibieron impactos de piedras”.

Lo dice en su primera “declaración”, el 16 de agosto. Se trata de una “entrevista interna” a pedido del funcionario del Ministerio, Daniel Barberis. Allí, con la misma letra del 1° de agosto, Echazú responde a la pregunta 6, (“Detalle cómo se realizó el operativo y su participación en el mismo”): “Tratando de ingresar a la tranquera, momento en el cual recibo un impacto de piedra en el pómulo derecho”. En esa oportunidad Echazú nos brinda además otro dato importante: “Por lo que vuelvo a la ruta y hago entrega del armamento al cabo primero Yañez, quien posteriormente es herido”. O sea, Yañez es herido luego de Echazú.

Lo dice en la entrevista grabada que le realiza el funcionario Barberis ese mismo día. En la desgrabación que consta en el expediente, Echazú cuenta que “después del intento de saltar la tranquera, que decido no hacerlo…vuelvo, hago un giro hacia atrás y ahí siento el impacto de la piedra…”.

También en su declaración frente a Barberis, el cabo 1° Vera da cuenta que la orden de ingresar al territorio mapuche es previa a que Echazú, y también Yañez, fueran heridos “Del otro del alambrado nos empezaron a apedrear de nuevo, y ordenaron que pasemos para el otro lado, se abrió el portón se pasó (...) pasó el vehículo, ahí fue cuando lo apedrearon a un compañero, al subalférez Echazú (...) y al ratito nomás, a los segundos parece que le apedrearon a otro compañero, acá, acá en la cabeza”.

Más claro imposible. La orden de ingresar al predio estaba tomada desde antes, Echazú es herido cuando la estaba cumpliendo y era uno de los que lideraba el ingreso. Ya había cesado el corte de ruta, o sea que el operativo que terminó con la muerte de Santiago fue totalmente ilegal. Los gendarmes son heridos cuando entraban al predio a cazar manifestantes. A “meterles corchazos”, a “garrotear indios”, a quemar sus pertenencias y “aprenderlos”.

Si hubiera aceptado esa detención, dice Echazú, Maldonado “estaría vivo”.

Conseguime un oficio (y muchas escopetas)

En realidad no es cierto, como dice Clarín, que el subalférez Echazú era el gendarme de mayor rango que llega a la orilla del río. También lo hace el alférez Daniel Gómez.

Echazú y Gómez además firman las dos actas de procedimiento de ese día. Pero ambos tenían un papel relevante ya antes del 1° de agosto. Vale como ejemplo el diálogo que tienen a las 14:09 del 31 de julio.

  •  Gómez: No la llames (a la secretaria del juez). Esperemos el oficio. Yo lo que voy a poner ahora es que hablé con vos, que vos me dijiste que hablaste con la Silvina Salvaré, que manifestó que en breve enviará un oficio “para actuar en consecuencia…
  •  Echazú: …en caso de ser necesario”.
  •  Gómez: Exacto. Después yo me cubro con el tema del tiempo que no hice un carajo…

    Pero además de un oficio con las mágicas palabras de “actuar en consecuencia en caso de que sea necesario”, Gómez le reconoce que son solo 7 manifestantes los que cortan. A pesar de eso, pide otra cosa a Echazú.

  •  Gómez: Vos conseguime todas las escopetas esas, y las que yo tengo acá y yo te despejo la ruta, no tengo drama. Cuando forme 50 negros con escopetas atrás, ni bola que van a revolear piedras estos. A la nuca…
  •  Echazú: Listo, listo.

    ¿No será mucho?

    Gendarmería finalmente conseguiría el oficio. Aunque, pequeño detalle, no sería para ingresar al territorio. Solo era para despejar la ruta. El mismo tiene la firma del juzgado de Guido Otranto.

    También recibiría escopetas. No tantas como le pidió Gómez, pero al menos Echazú llevaría una.

    El hombre (herido) que ríe

    La foto de Echazú subiendo del río, con una escopeta, se ha convertido en uno de los imágenes más reconocidas de esa jornada. La otra, la de sus heridas. Esas imágenes lo han “resaltado en el expediente”, al decir de Clarín.

    Sin embargo poco se ha investigado sobre lo dicho por este importante personaje como sobre las contradicciones que surgen al comparar las declaraciones de los diversos gendarmes que llegaron a la costa del río ese 1° de agosto. Veamos….

    El río. Varias son las contradicciones que surgen al contraponer las declaraciones que prestaron los gendarmes Pelozo, Gómez y Zoilan ante el juez Otranto y lo declarado por el gendarme Echazú.

  •  Barberi: ¿Que otro personal estaba cerca suyo que pueda haber escuchado lo mismo u otras cosas para aportar?
  •  Echazú: Quiénes estaban cerca, me acuerdo era el cabo Zoilán que estaba cerca mío, después el resto estaban más alejados.

    Así el 16 de agosto Echazú asegura haber identificado a Zoilán, pero también divisa a otros que se encontraban en la orilla del río. Sin embargo esos “otros” aseguran, en sus declaraciones ante el juez Otranto, no haber visto a Echazú en el río. El sargento Juan Carlos Pelozo afirma ser el primer gendarme en llegar al río y retirarse cuando Escola da la orden de replegarse, pero niega haber visto a Echazú. “Yo en el río no lo ví” asegura en su testimonial del 12 de septiembre.

    Más incertidumbre dejan las declaraciones del primer alférez Gómez. El 8 de agosto Gómez tiene una conversación telefónica con su superior Pablo Badie. Ante la pregunta de si hay “algo interesante” para tirarle al juez, Gómez asegura “yo me quedé en la costa del río hasta último momento, fui uno de los últimos que se replegó. Y vi a varios de esos manifestantes. Nunca vi un tipo flotando. Sí vi a los manifestantes que estaban del otro lado. ¿Con quién estuve? Yo estuve con Vera, Fortunato, creo que Vázquez, en un momento Echazú, Pelozo, que son gente mía y estuve con ellos allá abajo”.

    Sin embargo, en su declaración testimonial del 13 de septiembre ante el juez Otranto, Gómez dice otra cosa. Tras su relato, en el que nombra a Vera y Pelozo en la orilla del río, uno de los abogados le realiza una pregunta.

  •  Abogado de la querella: ¿Y a quienes más reconoció que no haya mencionado ya?
  •  Gómez: Vera, Pelozo, Yucra, Fortunato, Ramos, Zoilán, creo que Segovia.

    ¿Y Echazú? ¿Cómo se explica que Gómez vea a Zoilán y no a Echazú, si ya establecimos que estaban juntos en el río? O, más bien: ¿por qué lo saca del relato en su testimonial?

    Echazú estuvo en el río. Veamos qué hizo allí, con la ayuda otra vez de las testimoniales en la justicia.

  •  Fiscal Ávila: Volvemos al momento del río, que usted dice que había gendarmes que recuerda como Fortunato, Ramos, Yucra, Segovia. Bueno, de esos, ¿quién tenía una escopeta?
  •  Gómez: Pelozo si, Zoilán también. Ramírez tenía la otra pero había quedado arriba Ramírez.
  •  Fiscal Ávila: No, de los que estaban ahí abajo
  •  Gómez: No sé, no me estoy acordando la cuarta escopeta quién la tenía. Zoilán tenía la High Standart, las otras 3 eran las Batan.

    Hasta un niño se preguntaría ¿cómo puede ser que Gómez no recuerde que el cuarto escopetero era Echazú?, ¿será que necesita alejarlo de la incursión en la orilla y lo que sucedió allí?

    Hay más dudas. En su declaración Zoilán cuenta que realizó varios disparos en su llegada al río. “Uno arriba, y cuando iba bajando a mitad de la pendiente, más o menos, dos disparos”. Sin embargo Echazú afirma no haber escuchado ningún disparo cerca del río, mientras asegura haber estado con Zoilán. Es raro.

    Si hacemos un esfuerzo y confiamos en las declaraciones de los gendarmes aquí expuestas, lejos de resolverse los interrogantes surgen otros: ¿en qué parte del río estaba Echazú? ¿por qué dice que no ve ni escucha lo que dicen sus compañeros si estaba en la orilla del río?

    El arma. Un dato irrefutable es que Echazú sube del río portando una escopeta Batán, calibre 12.70. Sin embargo, el 16 de agosto declaró que: “Vuelvo a la ruta y hago entrega del armamento al cabo primero Yañez, quien posteriormente es herido” (los resaltados son nuestros). Ante el juez Otranto el gendarme reafirma haber entregado el armamento al cabo primero Yañez, pero agrega un dato que omitió ante Barberis: “Cuando llego a la pendiente me quedo un momento para observar el panorama (...) ahí es el momento cuando, eso es lo que no me acuerdo, quién me entregó el armamento que yo tenía, yo recupero mi armamento, antes de descender hacia el río”, cuenta. “No era Yañez porque Yañez en ningún momento ingresa al predio”.

    ¿Echazú realmente le entregó el arma a Yañez? ¿Por qué ningún gendarme consigna en sus declaraciones haberle entregado el arma a Echazú? Más preguntas que deberían ser respondidas.

    La herida, las heridas. Fernando Machado, defensor oficial de Esquel, realizó durante el mes septiembre una presentación planteando que según imágenes de aquel día, en el rostro del subalférez Echazú se podían identificar 5 lesiones, no sólo la que indica el piedrazo. Por otro lado, el cabo Zoilán declara ante el juez Otranto que la herida de Echazú “era como un punto, como cuando te hinca una rama”. Y continúa: “Le digo ¿qué te pasó, con qué te chocaste? ‘No, no sé, no sé qué pasó’, no se acuerda, y le digo parece que es una puntada de una rama o que te rasguño una rama”.

    Más allá de la lesión por una piedra que esgrime Echazú, la existencia de otras lesiones y en qué circunstancias se dieron, como incluso marcaron sus compañeros, nunca fue del todo aclarada.

    La estrategia de Gendarmería

    El periodista de Clarín se impresiona. “Echazú está sentado con la espalda muy recta y las piernas separadas, en una posición casi marcial. Viajó desde El Bolsón a las dependencias del Escuadrón 34 de Bariloche solo para contar su relato de los hechos”.

    Marcial significa “relacionado con la guerra”. La palabra y la pose no son casuales, como no lo era el titular de la versión impresa. Tampoco el viaje del gendarme ni el lugar de la entrevista. Bariloche se ha convertido en el epicentro de un nuevo crimen de Estado. El de Rafael Nahuel en otra recuperación territorial mapuche, en manos del Grupo Albatros. Están envalentonados.

    Ya no quedan dudas que Echazú es un hombre clave en los hechos del 1°. Por un lado, porque como reconoce Clarín incluso en su visión interesada de los hechos, aún después de la autopsia de Santiago “restan por conocer las circunstancias de su muerte, por lo que el nombre del subalférez se conserva con resaltador en el expediente”.

    Pero además porque es el hombre que utiliza Gendarmería para acceder al expediente y enviar mensajes. Por eso, para “las circunstancias de la muerte”, Echazú también adelanta a través de Clarín. “Si lo hubiéramos visto ahogándose lo habríamos auxiliado”. O sea, no solo intenta encubrir el operativo ilegal y la violenta represión que llegó hasta el río. Para la hipótesis de que Santiago haya muerto ahogado en ese contexto, Gendarmería ensaya su defensa: no tuvimos nada que ver, no vimos nada.

    Una defensa que intentará convertirse, en las próximas semanas, en ataque. El subalférez figura como querellante en una causa que lleva adelante el juez Otranto por el despeje de la ruta 40. Según Clarín “sus abogados señalan que quieren un castigo para los agresores”.

    Aunque no lo crea. El hombre que entró a la Lof “sin orden judicial” para liderar una cacería que terminó con la desaparición y muerte de Santiago, no solo quiere impunidad para él y sus compañeros. Quiere “castigo para los agresores”. Las víctimas se transformarían así en victimarios. Y al revés.

    Todo un reflejo de la “doctrina Bullrich”. Pero también una muestra de la "estrategia" de Gendarmería en esta nueva etapa de la causa, cuando quedan pocos días para la "reconstrucción de los hechos" ordenada por el juez Lleral.