En nombre de “la paz”, el gobierno de México rechaza la exigencia de las movilizaciones populares que piden la ruptura de relaciones diplomáticas con el Estado sionista, en un nuevo capítulo siniestro de un genocidio histórico.
“Yo bailaré y resistiré, bailaré y persistiré y bailaré.
Este latido de mi corazón suena más alto que la muerte.
Su tambor de guerra no sonará más alto que mi aliento.”
— Nathalie Handal
El mundo asiste azorado ante el genocidio de niñas, niños y personas adultas en una Palestina sitiada bajo fuego, sin pan, sin agua y sin siquiera poder detenerse un momento a llorar a quienes cayeron en esta nueva fase de la ofensiva del Estado sionista de Israel contra el pueblo palestino.
Las “lamentaciones” del presidente López Obrador rechinan como metal oxidado: se pronuncia por “la paz” mientras las bombas de Israel que caen sobre hospitales, escuelas, campos de refugiados y sobre los edificios que aún se mantienen en pie en la castigada Palestina, en última instancia y siendo omiso, avala que sigan cayendo toneladas de explosivos sobre Gaza.
No basta con enunciar que es “inhumano” lo que está pasando. Es algo que no puede ocultar ni siquiera la prensa imperialista internacional, muy bien representada por CNN. López Obrador se monta en la trama perversa de que estos ataques criminales en Gaza son producto del conflicto de Israel con Hamás, cuando se trata de una política sistemática de exterminio que se desató contra el pueblo al menos desde la creación del Estado de Israel en 1948.
“Es triste, es doloroso, hay predominio de lo irracional” declaró el mandatario y señaló que lo urgente es “frenar la guerra”, pero no romperá relaciones con el Estado genocida de Israel. Una declaración consecuente con el hecho de que no reconoce a Palestina como Estado, pues no ha establecido una embajada allí. Predica “la paz”… pero la paz del enorme cementerio que con cada bomba sobre Gaza construyen Benjamin Netanyahu y sus aliados, Joe Biden, presidente estadounidense, Emanuelle Macron, su par francés, Pedro Sánchez, del Estado Español, Rishi Sunak, primer ministro del Reino Unido, el canciller alemán Olaf Scholz, entre otros jefes de estado de grandes potencias, que financian, envían armamento a Israel y avalan el genocidio en curso mientras reprimen las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino.
Y bajo esta lluvia de metralla, metal y muerte resiste el pueblo palestino, bajo el mismo cielo que nos cobija a toda la humanidad, bajo el mismo cielo que cubre las calles por donde millones marchamos en los distintos continentes para poner un alto al genocidio en Gaza y Cisjordania.
¿Por qué el presidente de la verbigracia derechohumanista mantiene el oprobio de sostener relaciones con Israel, cuando otros gobiernos encuadrados en los “progresismos latinoamericanos” las rompieron, como el de Colombia o Bolivia?
Industria de la “seguridad” y militarización
La relación entre México e Israel no nació en el gobierno de López Obrador, pero éste parece muy dispuesto a sostenerla. Tiene una larga trayectoria.
La colaboración en materia de asesoramiento y suministro a las fuerzas represivas es el factor más importante en la relación entre México e Israel. Por ejemplo, en 1993, meses antes del levantamiento zapatista de 1994, aviones israelíes Arava, adquiridos por el gobierno mexicano, realizaron tareas de espionaje en Chiapas. Para 1994, Israel estuvo entre los países que enviaron personal de seguridad a México para entrenar a integrantes del ejército y la policía.
Años antes, la Dirección General de Seguridad (DFS), encargada de la represión durante los años de la Guerra Sucia, se abasteció de armas israelíes, en particular las subametralladoras Uzi, producida por la Israel Weapon Industry (IWI).
Desde el año 2000 está vigente el Tratado de Libre Comercio entre Israel y México, un acuerdo impulsado por David Marcus Katz, comerciante de armas. [1] El Estado sionista es el primer socio comercial de México en Medio Oriente, aunque el intercambio en realidad no es tan significativo como con el imperialismo estadounidense y Canadá, por ejemplo.
Israel es un importante proveedor de armas y tecnología militar, como se señala en una investigación sobre la relación del Estado sionista con la militarización en México: “El aumento porcentual entre los sexenios de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Enrique Peña Nieto (2012-2018) en la compra de armas y tecnología militar a Israel fue del 1.632 %”. [2]
La doctrina de que “la población civil es el enemigo” postulada por Israel, es la que transmiten en los entrenamientos las empresas de seguridad de ese estado genocida a las fuerzas represivas en México y en cualquier país donde ofrecen sus “servicios” malditos. Eso es lo que llevó, por ejemplo, a la salvaje represión en San Salvador Atenco y contra la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006, llevada a cabo por la Policía Federal Preventiva y los Grupos de Operaciones Especiales (Gopes) entrenados por estas empresas.
A su vez, Israel abastece de tecnologías de espionaje a México, como se detalla en el trabajo citado “Un rubro importante en el que la industria israelí ha influenciado a México es el tema del espionaje, desde 1998 cuando la política Layda Sansores denunció una red de escuchas telefónicas en Campeche realizadas con equipo de Israel, hasta las más recientes hechas con el malware Pegasus de la empresa israelí Nso group, o bien, la adquisición del software Cellebrite por parte del ejército mexicano” .
Drones de alta tecnología, provenientes de Israel, vigilan las fronteras de México, como parte de seguir al pie de la letra las órdenes del imperialismo estadounidense para obstaculizar el avance las personas migrantes hacia Estados Unidos, órdenes que López Obrador sigue al mismo tiempo que exige al gobierno de Biden fondos para planes sociales que contengan a la población en sus lugares de origen.
Ya durante el gobierno de López Obrador, la relación con el Estado israelí se mantiene. El 27 de octubre de 2020, se llevó a cabo un encuentro entre los representantes de las fuerzas militares de Israel y México, Amil Shalom y Alfredo Ortega Reyes. Resolvieron “el intercambio de información de inteligencia sobre organizaciones criminales e implementar tecnología contra la ciberdelincuencia”. [3]
En 2022, Omar Harfuch, favorito de Claudia Sheinbaum para la candidatura a jefe de gobierno de Ciudad de México, celebró la colaboración entre México e Israel y su propia formación con fuerzas de seguridad del estado sionista.
No se pone en cuestión la relación con Israel porque ese Estado artificial creado en 1948 es apadrinado por el imperialismo estadounidense ante el cual el gobierno mexicano mantiene su subordinación.
Por un amplio movimiento en solidaridad con Palestina y contra la militarización
El rechazo a una medida elemental como la ruptura de relaciones con un Estado colonialista y genocida pone en evidencia el vacío de las palabras de López Obrador ante la masacre del pueblo palestino. Es una bofetada para los amplios sectores que creyeron en sus promesas de volver los militares a sus cuarteles y hacer justicia ante los múltiples casos de violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por las fuerzas represivas del Estado.
Su discurso en favor de los derechos humanos se estrella, una vez más, ante el muro de la militarización y las políticas antimigrantes con las cuales colaboran la industria armamentística y de seguridad, así como el gobierno israelí, que solo golpean a la clase trabajadora y los sectores populares de México y de toda la región.
Tampoco se puede depositar ninguna confianza en la ONU, un organismo internacional que ha encabezado intervenciones en distintos países a través de los cascos azules que cometieron innumerables agravios contra la población, como sucedió en Haití y avala bloqueos comerciales contra países como Cuba y Venezuela -cuyas consecuencias terribles soportan la clase trabajadora y los sectores populares de esos países-, pero que solo desgrana declaraciones “humanitarias” mientras deja que Israel continúe el genocidio contra el pueblo palestino con total impunidad. Incluso las sanciones económicas y la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales en sí mismas no van a parar la masacre en Gaza.
Es fundamental ampliar el movimiento internacional en solidaridad con el pueblo palestino que resiste en Gaza y Cisjordania. Al sur del Río Bravo, tenemos que ser cada vez más jóvenes, mujeres y trabajadores de todos los sectores que se indignan ante los persistentes bombardeos de la Gaza sitiada, organizados y de pie, para enfrentar este acto de horror que pretenden imponer Israel y sus sostenedores, el gobierno de Biden (y también los republicanos) junto con los gobiernos de la Unión Europea. Que en todas las lenguas del mundo, que en todas las calles, reviva cada palestina, cada palestino caído bajo fuego israelí, con más fuerza para terminar con la opresión de ese y todos los pueblos sojuzgados.
Como se demostró durante la pandemia, sin la fuerza de la clase trabajadora nada se mueve. Por eso, en particular las organizaciones sindicales tienen un puesto de honor en la defensa del pueblo palestino ante el genocidio. Exigimos a las direcciones sindicales pronunciamientos y acciones de solidaridad concretas, como las que llevan a cabo sectores de la clase trabajadora en otros países.
Así lo hicieron los trabajadores de Airbus Getafe en Madrid, que se movilizaron en apoyo a Palestina bajo la consigna “Israel asesina y Airbus patrocina”, los trabajadores de Amazon que exigen que la empresa pare su complicidad con el genocidio en Gaza y hacen responsable a ese gigante de la logística por suministrar servicios tecnológicos y de inteligencia artificial al Estado de Israel con el contrato Nimbus, los trabajadores de la salud que se movilizan en Nueva York, los estibadores portuarios de Barcelona que bloquean el envío de material bélico hacia Israel y sindicatos del transporte en Bélgica que se comprometieron a hacer los propio.
Luchar contra el Estado sionista genocida es luchar por la libertad de Palestina, al mismo tiempo que es parte de luchar contra la militarización y las políticas antimigratorias que lleva adelante el gobierno de López Obrador, continuador de los gobiernos del PRI y del PAN en el terreno de la subordinación al imperialismo estadounidense, con sus implicancias en el terreno económico, político, migratorio y de seguridad.
Esta pelea es la que asumimos quienes integramos el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas, junto con nuestras organizaciones hermanas en Estados Unidos, Francia, Argentina, Chile, Estado español, Alemania, Brasil, Italia, Bolivia, Venezuela, Perú, Uruguay y Costa Rica, al mismo tiempo que bregamos por la verdadera salida de fondo para conquistar la autodeterminación del pueblo palestino: la lucha por una Palestina libre, laica, obrera y socialista, donde puedan convivir pobladores musulmanes, cristianos y judíos, en el marco de una Federación de Repúblicas socialistas de Medio Oriente.
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