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Red Internacional
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Crisis política. El gobierno del presidente boliviano renueva la cúpula del Alto Mando militar

A casi 12 días del reaccionario paro cívico y agroindustrial de Santa Cruz, con una derecha cada vez más violenta, el Gobierno de Arce -en forma preventiva- renovó los altos mandos militares de las Fuerzas Armadas. Mientras, en últimas horas empezaron violentos enfrentamientos en la localidad de La Guardia. Se busca un nuevo intento de diálogo entre el MAS y los cívicos agroindustriales.

Miércoles 2 de noviembre de 2022 00:32

En el acto de nombramiento de la nueva cúpula militar, Arce lamentó que algunos militares durante el golpe de estado del 2019 “se hicieran ganar por el odio y los intereses de quienes ven a Bolivia como su hacienda”. Por su parte los nuevos altos mandos juraron lealtad al Gobierno y a la “defensa de la democracia”, en directa respuesta a la comparación de Arce de la crisis política que se vive hoy en Santa Cruz y el golpe del 2019.

Lamentablemente existen dirigentes de organizaciones sociales y sindicales que lejos de aprender de las lecciones del 2019, le insisten al Gobierno de Arce en que declare el estado de sitio departamental, política que significa otorgarle muchísimo más poder represivo a la Policía y las Fuerzas Armadas, que son las que históricamente han llevado adelante las intentonas golpistas en el país y han masacrado al pueblo trabajador. Cuando Arce habla de “malos” oficiales o generales, busca limpiar la imagen de estas instituciones reaccionarias y represivas. Sin embargo, no se trata de uno o dos oficiales malos o “ganados al odio", sino que se trata de la naturaleza misma de estas instituciones garantes de sostener el poder político y económico de las clases dominantes.

El Gobierno del MAS ha venido intentado dialogar con el comité interinstitucional por el Censo 2023 y con el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, para llegar a un acuerdo sobre la fecha de realización del Censo de Población y Vivienda. Estos intentos fracasaron ya que fueron rechazados por Camacho, quien luego de salir de manera intempestiva de una de las primeras mesas de negociación, en las siguientes directamente no participó.

La situación cambió drásticamente durante los últimos días, cuando las organizaciones sociales, campesinas, sindicales, indígenas y populares, fuertemente afectadas por este lock out patronal, determinaron impulsar el "cerco" y movilización a la ciudad de Santa Cruz. Esta medida fue cambiando la relación de fuerzas y radicalizando, desde abajo, el conflicto. Por un lado, una derecha envalentonada que empezó a amedrentar a los sectores populares imponiendo el paro y sus bloqueos, que afectan a quienes viven del día a día, pero mantienen intactos los negocios de la oligarquía cruceña. Por otro, sectores populares que empezaron a cercar las fábricas de la agroindustria con la consigna: “si paramos, paramos todos”.

Esta respuesta es un gran acierto político de esa vanguardia de masas movilizadas porque golpea sobre el núcleo del bloque cívico derechista que es la agroindustria cruceña. Le muestra al país y al mismo Santa Cruz, que hay una Santa Cruz de las y los humildes, de los pueblos indígenas, de las y los trabajadores. Una Santa Cruz completamente invisibilizada en las sombras de la explotación laboral y la opresión racista. Esa Santa Cruz es la que ha empezado a moverse y con ello cambia rápidamente la relación de fuerzas, no solo entre el MAS y los cívicos y el gobernador, sino también entre las clases sociales.

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Las y los de abajo están mostrando nuevamente disposición al combate. Se movilizan y cercan a esa agroindustria que el MAS, lejos de afectar, no solo ha preservado, sino que durante el Gobierno de Evo Morales, ha beneficiado con múltiples disposiciones al servicio de la extensión de la frontera agrícola y violando los derechos de las comunidades y pueblos indígenas.

En la actual situación la actitud del Gobierno ante esta decisión fue “dejarla correr”, no porque sea su política, sino que el cambio en la relación de fuerzas le permite la posibilidad de asestarle una dura derrota política a Fernando Camacho y al cívico Rómulo Calvo. Ambos, con la espada de Damocles de un juicio sobre sus cabezas, mientras todavía continúan impunes por su responsabilidad en el golpe de estado del 2019.

Este martes, ante la llegada de las columnas de campesinos y comunidades interculturales a la ciudad de Santa Cruz y ante el terror que intentan infundir medios de prensa y autoridades sobre el “inminente” derramamiento de sangre, lo cierto es que Calvo prácticamente rogaba por un diálogo con el Gobierno llegando a decir “iremos donde nos digan”. Ante este pedido se acordó un nuevo diálogo, el cual aún no se instala, debido a que se registraron detenidos producto de los violentos enfrentamientos en la localidad de La Guardia. Enfrentamientos que iniciaron en últimas horas de la tarde y que continúan como informa el sitio “Periodismo somos todos”. Se dice que habría 15 detenidos.

En este nuevo intento de diálogo se esperaría que participen del lado del Gobierno, el vocero Jorge Richter y el ministro de Planificación Sergio Cusicanqui y de parte de los cívicos y la derecha cruceña, el comité interinstitucional dirigido por Vicente Cuéllar (rector de la Universidad Autónoma de Santa Cruz "Gabriel René Moreno") y el cívico Fernando Larach. Al parecer, Camacho, una vez más, no estaría participando.

Más allá de los resultados del diálogo, en caso que se lleve a cabo, la primer lección que se puede extraer es que a la derecha solo se la derrota con la movilización independiente de trabajadoras, trabajadores y sectores populares.

La situación de profunda polarización política y social donde la población de trabajadores, campesinas y campesinos, indígenas, pobres urbanos, que establecieron una relación de fuerzas más favorable a partir de la resistencia al golpismo y particularmente, la rebelión de agosto del 2020, se está expresando hoy en las grandes marchas que avanzan a la ciudad de Santa Cruz y que deben enfrentar a los sectores afines al comité cívico y su lock out patronal.

Por lo pronto el MAS usa la movilización de manera "controlada" para presionar a los cívicos mientras se cubre las espaldas renovando el Alto Mando Militar.