El acuerdo con Ciudadanos empieza a dejar de ser coyuntural. A la búsqueda de una alianza alternativa al independentsmo catalán se agrega la búsqueda de un socio afín al ajuste social-liberal ante esta nueva crisis.

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Jueves 21 de mayo de 2020
Hace 15 días el gobierno del PSOE y Unidas Podemos estrenó la llamada geometría variable. En la coalición que permitió la investidura en enero se abrieron las primeras grietas con la negativa de ERC para aprobar la prórroga del Estado de alarma. Rápidamente Sánchez logró los votos que le faltaban en una de las tres derechas, Ciudadanos. Entonces muchos advertimos que este hecho podía no ser un “accidente” y que podía convertirse en la primera piedra de un bloque progubernamental más escorado a la derecha.
Ayer se repitió la misma escena. Se sumaron al “no” otros socios de la investidura, como Compromís. Desde la tribuna Baldoví, Rufián o Errejón, aunque éste último votó “sí”, se lamentaron de que se estaba hundiendo el bloque “progresista” que permitió a Sánchez e Iglesias acceder a la Moncloa. EH-Bildu jugó el triste papelón de socio maltratado. Le prometieron derogar la reforma laboral del PP antes de que acabe la crisis sanitaria a cambio de su abstención. Llegaron incluso a firmar un documento. Pero en pocas horas el PSOE salió a romperlo sin ningún tapujo.
Nuevamente Ciudadanos -y también el PNV con el que se acababa de pactar la celebración de elecciones vascas el 12 de julio para evitar un mayor desgaste del Lehendakari- salvaron la prórroga. Un apoyo que de momento venden como coyuntural, pero que tanto desde la formación naranja como desde, al menos, Ferraz, se trabaja para que se convierta en una suerte de acuerdo de legislatura.
La búsqueda de socio para aplicar los ajustes que vienen
Quitarse de encima las dependencias del independentismo catalán habrá sido recibido con alegría por todo el Consejo de ministros y ministras. Ni la formalidad sin contenido de la mesa de diálogo se tendrán que mantener, la Fiscalía podrá actuar sin miramientos para que se aplique el lado más duro de la ley contra el independentismo -como está haciendo con los presos políticos durante esta crisis sanitaria- y las discrepancias con el búnker judicial sobre este tema se rebajarán.
Pero además, la alianza con Ciudadanos representa también el verdadero curso de las políticas sociales y económicas del gobierno. Hasta ahora las medidas contra la crisis no han pasado de algunas ayudas mínimas y a todas luces insuficientes, beneficios para que las empresas descarguen costes en el Estado y los trabajadores y ni una sola medida para grabar beneficios o grandes fortunas.
Con el “gobierno más progresista de la historia” hemos visto como se despedía a un millón de trabajadores, se permitía a las empresas descargar los salarios en el Estado, se garantizaba a los grandes tenedores cobrar los alquileres a costa de endeudar a las familias y las ayudas mínimas dejan por fuera a cientos de miles, como demuestran las colas del hambre de muchos barrios obreros.
Sin embargo podríamos decir que lo peor está por llegar. Las previsiones hablan de una caída del PIB de al menos el 12%, un aumento vertiginosos del paro, las quiebras y cierres de empresas... y el gobierno del PSOE y Unidas Podemos, responderán a este escenario como lo hiciera el “progresista” Zapatero en 2008-2011. El BCE ya le pide que prepare una tanda de recortes de al menos 60 mil millones para la próxima década, y la UE promete subvenciones a cambio de nuevas reformas estructurales, la misma receta exigida para la entrada en la unión y el Tratado de Mastrich que desmantelaron sectores enteros de la industria y propiciaron las privatizaciones y reformas precarizadoras de los 90.
Para este curso social-liberal el partido de Marcos de Quinto, el despedidor en serie de CocaCola, es un socio perfecto sin duda. Rufián alertaba a Unidas Podemos que hoy se desprendían de ellos, pero mañana se quedarán por el camino hasta las reformas más modestas, como el ingreso vital o la moratoria de alquileres e hipotecas. Solo hicieron falta una horas para dar una buena muestra de esto. El PSOE salió a corregir el pacto alcanzado con EH-Bildu y a enviar un mensaje claro: la reforma laboral que permitió un salto en la precariedad laboral no se va a derogar, solo se modificaran algunos aspectos.
Cuando todo se mueve a la derecha... la necesidad de una izquierda que supere la bancarrota de Podemos e IU
Las otras dos derechas no se suman a esta alianza, y no lo harán aunque el programa que aplique el gobierno “progresista” no diste mucho del que ellos aplicarían (como no dista mucho del de otros gobiernos derchistas europeos como el de Macron o Conte). Su hoja de ruta sigue siendo la de la oposición dura, ganar y fortalecer su base social y electoral, tratar de captar una parte del descontento social -y no solo en los barrios ricos- y preparar así el recambio a un gobierno “progresista” que aplica políticas de derecha, para seguir y profundizar su obra.
Por izquierda la oposición sigue brillando por su ausencia. Solo la CUP realizó una intervención abiertamente contraria a las políticas de rescate de los capitalistas. Los socios abandonados se lamentaron y suplicaron una vuelta al bloque de la investidura. La izquierda reformista , junto al gobierno y Unidas Podemos en particular, le siguen regalando el malestar y la calle a la derecha y la extrema derecha.
Mientras la derecha toma la calle todas las tardes, es criminal la sumisión de las direcciones burocráticas de CCOO y UGT al gobierno. Hay que exigir a los grandes sindicatos, y también a la izquierda sindical, que rompa esta unidad y pasividad que se preparen movilizaciones que, cumpliendo todas las medidas de seguirdad, se opongan a los planes de rescate de los capitalistas y peleen por medidas para hacerles pagar la crisis a ellos, como los impuestos a las grandes fortunas y beneficios, la nacionalización bajo control obrero de todas las empresas que cierren o despidan o la nacionalización de la banca para evitar la ruinda de familias y pequeños productores.
Ante esta situación es urgente dar pasos en poner en pié otra izquierda, una izquierda que enfrente a la ofensiva de la derecha y a la vez al gobierno “progresista” que le abre el camino con sus políticas social-liberales, una izquierda antirégimen, que pelee por un programa anticapitalista y de la clase trabajadora. La CUP tiene una posición en las Cortes que se debería poner al servicio de agrupar a todos los sectores de la izquierda política y social que quieran poner en pié un polo en esta perspectiva.

Santiago Lupe
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.