×
×
Red Internacional
lid bot

CRISIS CORONA. El gobierno “progresista” destrona a Juan Carlos para afianzar a Felipe

La corrupción es cosa del pasado, la Justicia es igual para todos y ya no hay periodismo cortesano. Los nuevos mantras del “felipismo” tras la bancarrota del “juancarlismo”. El gobierno “progresista” se suma a la operación de rescate de la Corona.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Jueves 9 de julio de 2020

El Rey ha muerto ¡Viva el Rey! Esta parece la consigna elegida por el PSOE y el gobierno de coalición con Podemos e Izquierda Unida para abordar el enésimo escándalo que golpea a la Corona. Al emérito, Juan Carlos I, se le da ya por amortizado e insalvable después de las últimas revelaciones sobre el cobro de comisiones multimillonarias. Salvar a Felipe VI y la Corona es ahora la tarea urgente.

Del “juancarlismo” al “felipismo”

El presidente del gobierno declaraba ayer sobre estos últimos escándalos: “son informaciones inquietantes que nos perturban a todos, a mí también. Pero en primer lugar hay unos medios de comunicación que no miran para otro lado, y se hacen eco de las informaciones. En segundo lugar, hay una justicia que está actuando. Y en tercer lugar, y esto es algo que sí agradezco, la propia Casa Real está marcando distancias frente a esas informaciones inquietantes y perturbadoras”.

Pedro Sánchez activa así un plan de “control de daños” para evitar que la crisis se lleve puesto al heredero del “campechano” y a toda la institución monárquica. Unidas Podemos secunda la operación, demostrando que el “gesto” de aplaudir al Jefe del Estado en la inauguración de la Legislatura fue mucho más que un gesto. Hace tiempo que estos “republicanos sui generis” abandonaron el cuestionamiento a la forma del Estado, asumieron la inviolabilidad del actual Jefe del Estado y limitan sus denuncias a declaraciones o iniciativas bloqueadas por sus socios en las que sólo se apunta al rey emérito.

Estamos ante la muerte definitiva del “juancarlismo”, ese consenso del 78 que ligaba la legitimidad de la Corona a la figura de Juan Carlos I y el mito que convirtió al heredero de Franco en padre de la democracia y al conspirador por excelencia a héroe del 23F. Los intentos de preservar este relato han sido vanos. Desde la caída de Botswana, el “campechano” no se recuperó. Ni el “no volverá a ocurrir” ni la abdicación en 2014 lograron revertir la crisis.

El PSOE y Unidas Podemos se proponen a sustituir este consenso con otro mito, el “neofelipismo”, uniendo esfuerzos esta vez con el mismo Palacio de la Zarzuela. La corrupción sería solo cosa del pasado y contrastaría con la ejemplaridad de Felipe VI y su familia. Además, la Judicatura demostrará aquello de que la “Justicia es igual para todos”, el Estado de derecho funciona como un reloj. Y por si fuera poco hemos dejado atrás la época en la el periodismo del establisment eran meros cortesanos que participaban de la autocensura para cubrir las tropelías de Su Majestad.

Todo un barniz democrático para seguir maquillando una institución antidemocrática que es piedra angular del Régimen del 78, y a cuyo rol bonapartista y en la sombra confían que verdades sagradas como la unidad territorial sean nunca cuestionadas.

Moncloa y Zarzuela coinciden en la operación

El gobierno progresista aporta así su granito de arena a la operación que se inició en 2014 con la abdicación, y en la que el PSOE de Rubalcaba jugó un papel clave junto al gobierno Rajoy. El reinado anticipado de Felipe VI nació, en parte, con una agenda similar a la de su padre. Restaurar la monarquía, salvarla de la quema, era y sigue siendo su principal tarea.

La separación de sus hermanas, en especial de Cristina y Urdangarin, fue el principal lavado de imagen. Pero el patriarca de la saga no ha dado respiro. Su retiro dorado y los sucesivos escándalos han seguido horadando a la Corona. Su posición como cabeza del bloque del 3 de octubre ha profundizado su deslegitimación.

La lista de “donativos” recibidos por Juan Carlos I durante su reinado parece no tener límites. El más importante, los 100 millones saudíes, parece la punta del iceberg de 40 años de reinado en los que la Familia Real acumuló una fortuna de más de 2 mil millones de euros según la revista Forbes. Un patrimonio que sirvió para financiar el tren de vida de todos ellos, desde las cacerías en Botswana del emérito hasta la lujosa luna de miel del heredero de casi medio millón de euros.

Las sociedades en paraísos fiscales dispuestas para la gestión de esta fortuna van saliendo a la luz. Como la fundación Lucum, en la que Felipe VI aparecía como primer heredero, de la que salieron los 65 millones donados por “amor y gratitud” a Corina Zu Sayn-Wittgenstein. O la fundación Zagatka que movió más de 14 millones y financió los vuelos privados de Su Majestad y la comisionista alemana.

Cuando estos capítulos salieron a la luz, coincidiendo con el inicio de la crisis sociosanitaria de la Covid-19, Felipe VI “separó” a su padre y “renunció” a su herencia. Dos gestos totalmente inocuos para el emérito y para el patrimonio de sus herederos. Juan Carlos I perdió una asignación anual que no llegaba a los 200 mil euros, auténtica “calderilla” si atendemos al presupuesto de sus correría a costa del patrimonio acumulado. Aún así ha conservado residencias, servicio, seguridad... a costa del Estado. De hecho pasó la cuarentena en las “estrecheces” de Zarzuela.

La renuncia de Felipe VI a la herencia no tiene ninguna validez jurídica, es poco más que una declaración de intenciones ante notario. El Código Civil español impide una renuncia por anticipado a una herencia que no se ha producido, y cuando ésta se produzca – cuando Juan Carlos I muera en la cama como su mentor- pasará a la heredera del heredero, la Princesa de Asturias, Infanta Leonor. Todo queda en casa.

No habrá fin de la Corona sin acabar con el Régimen del 78

Las tramas del “deep state” contra el gobierno de coalición llevaron a éste a contratacar al sector más “búnker” del régimen con lazos y simpatías en Zarzuela – en el distrito electoral donde está el palacio Vox ganó las elecciones y las tres derechas sumaron más del 70% de los votos-.

Así se explica la extraordinaria decisión de la Fiscalía de abrir una investigación en el Tribunal Supremo sobre las corruptelas de Juan Carlos I. De paso el proceso aquí puede llegar a obstaculizar el que el emérito tiene abierto en Suiza, si el Supremo se adelanta en tomarle declaración no podrá hacerlo el fiscal suizo donde perdió la inmunidad tras su abdicación.

A las declaraciones de Sánchez ayer se suman sus palabras en una entrevista a eldiario.es en las que se mostraba partidario de “limitar” la inviolabilidad del Jefe del Estado a las cuestiones ligadas al ejercicio de sus funciones. Una modificación cosmética de la Constitución que muestra todo a lo que los “progresistas” de Su Majestad están dispuestos a hacer.

Enviar a la Corona al Museo de Historia no vendrá de la mano ni del monárquico PSOE, ni de los “republicanos” de Unidas Podemos reconvertidos en ministros y ministras del Reino. Algo tan elemental como conseguir un referéndum sobre monarquía o república - como vienen pidiendo movimientos como el de las consultas en barrios y universidades – solo será posible desde una lucha independiente de los partidos del gobierno “progresista” y en contra del Régimen del 78.

La pelea por imponer procesos constituyentes desde la movilización social, con la clase trabajadora al frente, para resolver esta demanda democrática, junto a otras como el derecho a decidir, y abordar también todos los problemas sociales agravados ahora por la crisis, sigue siendo una tarea vigente y la única vía de poder quitarnos a los Borbones de encima.


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

X