En esta serie de notas intentamos aportar en el análisis de las distintas propuestas estratégicas de las corrientes que actuaron en el periodo de ascenso obrero que culmina con la huelga general contra el golpe de Estado de 1973. En esta ocasión queremos contribuir a la comprensión de la postura y el accionar del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros.
Sábado 10 de junio de 2023
Foto: Marcha de los cañeros
En artículos anteriores habíamos mencionado que ya durante los sucesos de febrero 73’ el MLN-T estaba derrotado militarmente, luego de los acontecimientos de 1972. El ejército, amparado en el poder otorgado por el gobierno y el parlamento, desató una campaña represiva que terminó con un saldo de militantes asesinados y la dirección de la organización política apresada.
Si bien la guerrilla fue derrotada en su estrategia política, todavía durante los sucesos de 1973, miles de militantes y simpatizantes de dicha organización participaron como pudieron en las distintas formas de resistencia al golpe, así como pasó con militantes de otras organizaciones políticas de izquierda.
El esfuerzo heroico, en los barrios, en las fábricas, los distintos lugares de trabajo y estudio, en los piquetes y combates callejeros, no fue en vano. Por más que los “arrepentidos” de ayer y hoy, intenten inyectar una y otra vez su veneno derrotista en un pueblo trabajador que una vez supo levantar su puño contra la injusticia y luchar.
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El MLN- T fue derrotado en su propia estrategia (militarista), acontecida sintomáticamente, antes de la encrucijada crucial en la lucha de clases de la época en 1973, es decir la huelga general.
El MLN-T tenía también una estrategia de conciliación de clases
La subestimación de la capacidad de la clase trabajadora para ir hacia una insurrección triunfante, a partir de ganar para sí la independencia política, es una característica típica de los movimientos guerrilleros como el MLN-T.
Autodefinidos como la vanguardia, su accionar se basaba en el foquismo [1], que establecía que mediante acciones militares de dicha vanguardia se lograría radicalizar al movimiento de masas para así construir el movimiento revolucionario.
Se priorizaba la construcción de su aparato militar para enfrentarse al Estado, mientras que ponía en segundo plano la lucha por la independencia política de la clase obrera frente a la influencia de los partidos reformistas como el PS y el PC. Es así como importantes y valiosos cuadros, fueron puestos al servicio de la “lucha armada” por la “liberación nacional” por fuera de su contexto e intereses de clase.
Además, si bien en las formas de lucha, el MLN-T sostenía métodos más radicales que los partidos reformistas, en concepciones políticas centrales, arrastraba nociones de estos últimos. De ahí que su concepción de “liberación nacional” no se alejaba demasiado del etapismo y conciliación de clases que defendía el Partido Comunista.
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Por ejemplo, en su documento número 5 el MLN- T, confluye con las expectativas “peruanistas” que más tarde iba a defender el PCU, donde se expresa: “Las FF.AA. de algunos países han demostrado que frente al atraso de las masas y a la inexistencia de un fuerte proletariado pueden asumir el rol de vanguardia y de partido (por ser el sector más poderoso, moderno, templado, coherente y disciplinado), desempeñando un buen papel en la defensa de la soberanía, la independencia y el desarrollo. Por ello, la FF.AA. no pueden ser descalificadas masivamente y no puede renunciarse a la política en su seno. [2]”
En este documento fechado en 1971, cuando todavía era muy reciente la experiencia del mayor ascenso obrero de la historia del país y que no había sido derrotado completamente, se refleja el gran escepticismo con respecto al potencial accionar independiente de la clase obrera. Poniendo expectativas en el atajo de una hipotética “vanguardia” militar que impulsara un programa nacionalista.
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Este será el preanuncio de la actitud de una parte de la dirección una vez derrotados; accediendo a distintas instancias de negociación con los militares y en algunos casos de colaboración (la campaña de ilícitos económicos), posicionándose como un aparato armado frente a otro aparato armado, en las negociaciones del Batallón Florida de 1972 [3].
Jorge Zabalza lo resume de la siguiente manera: “En el Batallón Florida se les tendió a los dirigentes tupamaros presos los mismos anzuelos que atraparon al Partido Comunista con los comunicados 4 y 7 del 9 de febrero de 1973… Con el argumento de la necesidad de una labor política hacia las Fuerzas Armadas, se justificó la rendición incondicional, las negociaciones y la participación en la campaña de los ilícitos económicos” [4].
La alternativa que no fue
Jorge Zabalza relata en su libro sobre la experiencia tupamara, que en sus orígenes el MLN-T pretendió ser una alternativa, al panorama que ofrecía la izquierda reformista de la época. Dirigentes provenientes del Partido Socialista como Raúl Sendic, y de otras corrientes, en la experiencia de solidaridad con la lucha del movimiento de los trabajadores rurales de Bella Unión y la influencia de la revolución cubana. La represión gubernamental, llevó a un movimiento de apoyó a los presos políticos y de grupos de auto defensa, que terminaron por conformar “el coordinador”, el cual fue el núcleo a partir del que surgió el MLN-T.
De las primeras acciones radicales, usando “la política con armas” [5] que “apuntó a deslegitimar y desgastar el consenso de los de más abajo; a no esperar a que la democracia burguesa perdiera validez por sí sola, sino contribuir activamente a su agotamiento definitivo”. Se pasó a la conformación de un aparato militar con la fundación del MLN-T, que tomara profesionalmente la tarea del foco guerrillero popularizado por el Che Guevara: “no siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución, el foco insurreccional puede crearlas” [6]. En un documento de la primera convención nacional del MLN-T afirman que “Lo fundamental es crear consciencia en la población a través de la lucha armada y otras formas de lucha, crear consciencia de que sin revolución no habrá cambio. [7]”
Para Zabalza la emergencia del MLN-T está dada por el contexto histórico del Uruguay y la América Latina de la época, y parte de la experiencia concreta del movimiento de los cañeros de Bella Unión y “el coordinador”. Toma el sentido común de la época de que la manera de hacer la revolución, era a la manera de los cubanos, frente al reformismo de la izquierda tradicional. Se desliza que la forma de hacer la revolución es la política de las armas a partir del foco guerrillero, de ahí la decisión de formar el MLN-T, como aparato armado llamado a derrotar a las fuerzas armadas del Estado. No hay mayor cuestionamiento acerca conclusión unilateral que tenía el proceso cubano de sí mismo, a partir del cual se popularizó la estrategia guerrillera [8].
Este enfoque militarista se reforzaba con una característica arraigada en el MLN de eludir los debates político- teóricos de fondo, Raúl Sendic sostenía que “no hay mejor teoría revolucionaria que las revoluciones hechas [9]” o el leitmotiv extendido entre los militantes de “nos une la acción”: “La cuestión era generar hechos que unieran a los revolucionarios y los animaran a emprender nuevas empresas” [10].
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Tácitamente no solo se asumía como sentido común que la estrategia era la lucha armada, sino que al igual que el proceso cubano esa lucha llevaría a la liberación nacional y automáticamente hacia el socialismo. En última instancia se asumían las concepciones etapistas de los viejos aparatos reformistas, pero bajo los métodos de lucha y estrategia radicalizados de la guerrilla.
¿Era imposible el golpe con el MLN- T no derrotado?
Zabalza intentó desde la honestidad revolucionaria, dar explicación a la deriva y derrota final del MLN-T en 1972, teniendo varios aciertos como la crítica al aparatismo militarista y el burocratismo de la organización.
Sin embargo no dejó de defender el núcleo de sus concepciones de estrategia guerrillera, da a entender que la construcción del MLN-T, debió enfocarse a estar preparados para los momentos cruciales. Para Zabalza el error no está en la concepción foquista, sino en su desviación militarista y burocrática, que terminó siendo el caldo de cultivo perfecto para que afloraran las debilidades que las Fuerzas Armadas supieron explotar para derrotarlos.
De aquí que cuando se le llegó a preguntar sobre el golpe de Estado, afirmó que: “La resistencia armada hacía imposible el golpe de Estado.... ¿te imaginás una huelga general como la del 27 de junio de 1973 con la guerrilla en condiciones de actuar? Fue todo lo contrario, las fuerzas armadas debieron derrotar a la guerrilla tupamara para quedar en condiciones de dar el golpe. Si de algo tengo que arrepentirme es de no haber sabido transformar el movimiento guerrillero en insurrección popular que derrotara al golpe de Estado. [11]”
O sea, para él fue posible el golpe porque se había derrotado al MLN-T en 1972 y de esa forma, según la interpretación que sugiere, la clase trabajadora y las fuerzas populares carecían del poder armado para enfrentar los planes golpistas. Como si la posibilidad de transformar a la huelga de resistencia al golpe de Estado en una insurrección popular contra el sistema, dependiera de la existencia del aparato guerrillero para poder triunfar.
Variados casos en la historia y en distintas regiones y situaciones demuestran que la insurrección obrera puede hacerse del poder de las armas para defender sus intereses, con variados resultados que dependen en su triunfo no de este factor en particular (que obviamente es necesario pero no suficiente), sino de la dirección estratégica que toma la clase para sí misma, que es lo realmente crucial.
Además en procesos golpistas en el Cono Sur de la misma época, en donde había organizaciones guerrilleras mucho más fuertes que el MLN-T, como en Argentina, eso no impidió que la contrarrevolución se abriera paso a través de los golpes cívicos- militares. Lo que tampoco implica que no haya podido ser posible derrotar esos golpes contrarrevolucionarios, con grandes acciones de masas de la clase trabajadora.
Los principales obstáculos
Coincidimos con Zabalza y otros compañeros, que efectivamente era posible derrotar el golpe de Estado. Pero no por la existencia o no de un aparato armado preparado para enfrentar a los militares, sino a partir de ganar la independencia política de la clase obrera y por lo tanto arrancar la dirección de la misma de las manos de los aparatos reformistas.
A diferencia de la estrategia del MLN-T, era necesario desarrollar la acción independiente de la clase obrera, en alianza con el movimiento estudiantil y el resto del pueblo oprimido, a partir de la auto organización democrática y desde las bases, la auto defensa y el armamento de los trabajadores [12] , bajo una política independiente de la burguesía y el imperialismo. Con el objetivo de derrotar el golpe, e imponer un gobierno de los trabajadores, un gobierno de la CNT, que resuelva la crisis nacional desde y en favor de las mayorías trabajadoras [13].
La derrota de la huelga general de 1973, no se debió por lo tanto a la falta de un aparato armado, sino a la falta de independencia política de la mayor parte del movimiento obrero, que estaba sujeto a la estrategia de conciliación de clases del Partido Comunista y el Partido Socialista.
Memoria para las futuras generaciones
De todas formas, las acciones heroicas de los militantes y trabajadores, no solo del MLN-T, sino de todas las corrientes de izquierda, incluso de las bases de los partidos reformistas, no fueron en vano. Ellos y ellas, supieron levantarse contra la injusticia y lucharon como pudieron contra el golpe de Estado y el avance de la reacción. La memoria de esa lucha heroica se conserva hacia las futuras generaciones; que por ellos y ellas, los que lucharon, será la victoria que abrirá el camino de una sociedad más justa, el socialismo y el comunismo.
[1] Ver: Guerra de guerrillas: un método, Ernesto Guevara. En: https://www.archivochile.com/America_latina/Doc_paises_al/Cuba/Escritos_del_Che/escritosdelche0057.pdf
[2] Ver: Documento n° 5 del MLN-T.
[3] Se puede agregar a esto los casos individuales de una serie de dirigentes que directamente se pasaron al bando golpista – contrarrevolucionario, como Héctor Amodio Pérez, Mario Piriz Budes, entre otros.
[4] La experiencia tupamara, Jorge Zabalza, p.202.
[5] La experiencia tupamara, Jorge Zabalza, p. p71.
[6] Guerra de guerrillas: un método, Ernesto Guevara. En: https://www.archivochile.com/America_latina/Doc_paises_al/Cuba/Escritos_del_Che/escritosdelche0057.pdf, pp. 1 y2.
[7] La experiencia tupamara, Jorge Zabalza, p50.
[8] Ver: Las concepciones guevaristas en: https://www.laizquierdadiario.com/Las-concepciones-guevaristas
[9] La experiencia tupamara, Jorge Zabalza, p 47. En una entrevista de la revista chilena Punto final afirma que: “Los principios básicos de una revolución socialista están dados y experimentados en países como Cuba y no hay más que discutir. Basta adherir a esos principios y señalar con hechos el camino insurreccional para lograr su aplicación”. La experiencia tupamara, Jorge Zabalza, p. 158.
[10] La experiencia tupamara, Jorge Zabalza, p 47.
[11] Ver: Memoria casi llena en: https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Especial-sobre-los-40-anos-del-Golpe-por-Semanario-Hebreo-uc204915
[12] Es decir, el problema militar se resuelve desde la clase obrera y sus organismos de auto organización independientes.
[13] Esto implicaría entonces que un gobierno de los trabajadores tomaría medidas como la ruptura con el imperialismo, la nacionalización de los principales medios de producción bajo el control de sus propios trabajadores, el reparto de la tierra, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, el aumento general de salarios. Y otras medidas, al igual que algunas de las ya mencionadas, que se encontraban en el programa que elaboró la clase trabajadora en el Congreso del Pueblo.