Demian Paredes @demian_paredes
Miércoles 29 de octubre de 2014
Se acaba de inaugurar la muestra “Noé. Siglo XXI”, curada por Rodrigo Alonso, en la Fundación Fortabat. Allí, hasta el 1° de febrero de 2015, se exhiben más de veinte piezas realizadas por el artista Luis Felipe “Yuyo” Noé, del año 2000 en adelante, y algunas en colaboración junto a Cecilia Ivanchevich, Paula Noé Murphy y Eduardo Stupía, en el marco de las propuestas del Laboratorio Interdisciplinario de Arte.
¿Qué motiva actualmente la obra del artista, que lleva ya más de cinco décadas de labor? La búsqueda y la expresión, en una tarea imaginativa y creadora. Él mismo lo ha planteado más de una vez en sus escritos. Ya en 1965, en un texto publicado en su libro Antiestética (“La nacionalidad del arte”), podía discutir acerca del enfrentamiento “nacionalismo vs. vanguardia” planteando una visión integradora de aspectos o enfoques desde ambos polos: el artista se inscribe en una búsqueda “universal”, en circuitos, relaciones y un marco internacionales, también expresando su entorno inmediato –lo que vive y siente, le afecta, evalúa, aprecia y rechaza–. Un tiempo y un espacio (y una tradición venida de Europa) “heredados”, que hacen al presente del país. Dice Noé: “La única forma de ser universal es la de afirmar lo particular, pero, al mismo tiempo, la única forma de ver lo particular es bajo una perspectiva universal. Y lo universal es ante todo una dinámica. La única forma de afirmar lo particular es hacerlo dentro de la dinámica de lo actual” (en Manifiestos argentinos. 1900-2000, Bs. As., Adriana Hidalgo, 3° ed., 2011).
Y esa “dinámica de lo actual”, en el nuevo siglo, tiene, por supuesto, sus propias características y fenómenos actuantes. Esto plantea Noé, en un texto de 2006, “La imagen hoy: cuadro de situación”: “Los artistas de este siglo dan señales de despertarse del adormecimiento estético que el desconcierto del pos strip-tease [de la pintura y sus recursos] les produjo y su ensoñada estética light de los años noventa. El ruido de los cañonazos y de los reclamos populares de los desocupados, y también de los asalariados, y los desastres naturales los están despertando. La tecnología y el neoliberalismo después de la caída del Muro de Berlín ya no nos pueden prometer el paraíso del tiempo libre, sino tan solo crisis económica y más guerras. Cómo será la Imagen de este siglo es aún un misterio. Primero el acto, después el acta” (en Noescritos sobre eso que se llama arte, Bs. As., Adriana Hidalgo, 2° ed., 2011).
Así, las “actas” que levanta el pintor, las imágenes que ensambla, que construye, contienen esa dinámica de lo actual; es impregnación del “espíritu de época” por medio de líneas y colores, y más: el collage, por medio de dibujos que se suman a los fuertes trazos de colores (“rayos”, “cascadas”, “sólidos bloques”, que impactan, “pesan”); por la inserción de “objetos materiales” en el lienzo (una tapa de inodoro, un muñeco de plástico roto al modo de una escultura griega); por aperturas y cambios de espacios (rupturas del marco tradicional por otras formas; formatos de gran dimensión), junto al montaje diversas estructuras (desde la instalación a las formas arquitecturales tridimensionales). Así están Frenesí (2010) e Incertidumbre resuelta (2011), donde la acumulación de dibujos y colores, en su particular “formato”, se inserta en el espacio. La gigante instalación Reflexiones con texto y fuera de contexto (2000), ofrece una suerte de “atelier abierto”, donde la (una) “clave” está en la lectura de esas cintas –que surcan el espacio, que dan vueltas donde– Noé ha dejado sus mensajes…
Argentina 2001. Estado de zozobra (2001), Racatapatán (2002), ¿Hasta cuándo? (2002) y C.A.O.S. Sociedad anónima (2003) hacen referencia a la crisis argentina de 2001. Ante una difícil situación (2003), lo mismo, aunque aquí rindiendo homenaje al gran poeta y crítico Aldo Pellegrini. Asombran el trazo y el peso de los colores en El tejido social (2004) y en Eh! Winkelman ¿Dónde están los dioses griegos? (2004), al mismo tiempo que se siente la dinámica –por medio de la “apertura” del espacio, por las dimensiones de las telas– en De visita en este mundo (2004) y La estática velocidad (2009), dos grandes pinturas rectangulares que se apropian y extienden a lo largo… Por último, Oxímoron y Coherente oxímoron (ambas de 2014) se establecen como estructura tridimensional, donde la pintura y el dibujo asumen una amplitud de formas, “recorridos” y combinaciones.
Lo que prima en todo, aun en los divertidos Las vueltas de la vida (lado B) (2008), una obra móvil (ver video) y –por “amontonado”, hiperconectado”, “saturado”– WWW (2007) son los rostros, caras y perfiles humanos (donde aparece, también, varias veces en otras obras, mismo artista). Enfrentados, serios, de todos los tamaños y de infinitas maneras, Noé alude constante, permanentemente, en el mundo que pinta, a las caras humanas. Concepto o “simbología” fundamental.
CRAC y Precaria estabilidad (ambas de 2011) también tienen sus caras, por medio de una combinación de formas más bien geométricas junto a colores más “suaves” y tendientes a contornos y “órdenes” más claramente definidos (al mismo tiempo, para reafirmar el sentido “de pérdida”, o incluso de “la nada” en CRAC, como “detalle” se ve levantada parte de un ángulo inferior de la tela, para mostrar “el vacío”… ¿a que nos lleva la crisis económica internacional?).
Incansable, las obras en colaboración de Noé (Escala, Mano alzada, Mano a mano y Diálogo visual) muestran sus intercambios con otros artistas, en un entrecruzamiento de poéticas y códigos, logrando interesantes combinaciones de colores, trazos y figuras.
Intenso, arrojado, de fuerte impacto: así es el trabajo de “Yuyo” Noé. Una obra que en el nuevo siglo sigue indagando el misterio del mundo actual (y su historia); proponiendo (buscando) variantes de la Imago mundi que nos contiene, representa y habla.