Ayer miércoles 27 de noviembre el dólar llego a máximos históricos nuevamente, se cotizo en 819,5 pesos, superando al máximo de la semana reciente. El 60% de los bienes de consumo en Chile, son importados, es decir, el encarecimiento de las importaciones, viene a repercutir directamente al bolsillo de las familias trabajadoras y de clase media, quienes terminan pagando por los capitalistas. Esto es finalmente, la economía capitalista actuando bajo sus lógicas.
Jueves 28 de noviembre de 2019
Los empresarios entre la histeria y el chantaje
Ante la rebelión popular, los grandes empresarios mueven sus fondos a acciones en pesos norteamericanos, es decir, se refugian en la economía de Estados Unidos, ante la incertidumbre que hoy representa la economía chilena para ellos. Las principales proyecciones de las inversiones ante el peso de chile, les entregan a los capitalistas un escenario poco estimulante para su acumulación de riquezas. Ante esto, el Banco Central dio a conocer su postura, manifestando que se encuentra en alerta para actuar ante “situaciones anómalas”, este, se transformó tan solo en un aviso para entregar tranquilidad a los grandes capitales que operan en chile y en el mundo, pero que finalmente, no tuvo efectos. Al parecer, la dinámica inflacionaria amenaza con instalarse en el país.
La inflación
La situación del dólar puede afectar de manera importante la inflación, no sólo porque los bienes importados, que consume toda la población, aumenten sus precios, sino principalmente porque que la pugna distributiva que determina (de acuerdo a cada economía capitalista) cuanto de la economía en su conjunto pueden tomar los trabajadores, y cuanto pueden obtener los empresarios, es decir, la relación entre salarios y ganancia (plusvalía) se expresa en términos inflacionarios. En términos simplificados, la inflación es una herramienta de la económica capitalista para mantener a raya los sueldos, y una vez que estos se incrementen, aumente también el costo de la vida, manteniendo a los trabajadores con la misma capacidad adquisitiva, a pesar del aumento salarial.
El “milagro económico”, que nos vendieron se trató de esto. Así lo consigna el mismo ex ministro de Finanzas de la Presidencia de Aylwin entre 1990 y 1994, Alejandro Foxley, –cuando- refiriéndose a la política de inflación pactada con la CUT, a través de las mesas tripartitas, da cuenta en una entrevista que, “los trabajadores entendieron que debían hacer un sacrificio pensando en el largo plazo, aunque molestara en el corto", pero, el largo plazo nunca llegó, y se transformó en la olla a presión, que terminó por estallar el 18 de octubre. [1]
Lo anterior está ligado a una cuestión estructural e histórica de los empresarios Chilenos, la incapacidad de la economía para ampliar y diversificar el poder de compra de las exportaciones y una deficiente tasa de formación de capital [2] . La dictadura chilena profundizó este mal histórico. La nueva división internacional del trabajo iniciada en los años 80, de la mano de la dictadura cívico militar, inició un proceso de desindustralización en Chile y entregó la matriz económica a las grandes transnacionales por medio de la exportación de materias primas.
Esto fija el punto de partida para la nula capacidad de mejores tasas de formación de capital o podríamos decir, tasas de formación de capital para reproducir la matriz económica en base a materias primas, sin diversificar la economía, con cuestiones que impliquen avance en tecnología, otros productos, mayor valor agregado, etc. Toda esta política determinada por el mercado mundial y particularmente por los países centrales (bloque imperialista). Es decir, los recursos que podrían utilizarse para un mayor desarrollo económico (cobre, forestal, salmón, etc.) que representan el 60% de las exportaciones, son hoy explotados por las transnacionales con sedes en los países del orden imperialista, trasladando gran parte del valor agregado a sus centros financieros.
Por esta vía, es que los capitalistas mantienen el control de la economía, si observan que sus ganancias se pueden ver afectadas (ante la rebelión) comienzan a generar desconfianza, como adelantando que dejaran de invertir, así en el futuro, los salarios que antes podían adquirir 20 mercancías, ahora en una economía con menos inversión, los trabajadores solo podrán adquirir 10 (con el mismo salario), es decir, la misma estructura dependiente de las transnacionales, plantea que no se puede romper con el mal de “ los bajos salarios” simplemente aumentando el salario de forma nominal, ya que este costo, se trasladaría a inflación en el modelo capitalista Chileno, así, para que los trabajadores puedan tener salarios dignos reales, es crucial expropiar estos recursos para otro desarrollo económico, ya que en este , los salarios bajos reales son estructurales.
En concreto, la subida del dólar y las tendencias a mayor inflación son la evidencia de la pugna entre los capitalistas y los trabajadores, las ganancias de los empresarios se basan en sueldos de hambre, eso le dio estabilidad por 30 años al capitalismo chileno, y las demandas de los trabajadores hoy amenazan esta estructura.
[1] La inflación Chilena: un enfoque Heterodoxo, Osvaldo Sunkel.