Cuando se aproxima el verano, ocurre un impacto sociocultural sobre cómo las personas debemos ser y vivir en esta época del año, el cual se produce y se reproduce en la población a través de diversos mecanismos, tales como la publicidad y los medios de comunicación.
Miércoles 13 de enero de 2016
Es cosa de prender el televisor, la radio o ingresar a las redes sociales y ver mensajes como:
«“El verano es no tener que hacer nada y disponer de todo el día para hacerlo”
“Disfruta en grande con tu familia viajando al extranjero”
“Placer total en hoteles de lujo”
“Inscríbete en el gimnasio y luce de glúteos de acero”
“Cirugías para un cuerpo perfecto”»
Estos mensajes, por sólo nombrar algunos, son perpetuados por la publicidad y los medios de comunicación, para instaurar como creencia que podemos alcanzar la “felicidad” haciendo nada más que consumir bienes y servicios cada vez más banales, los cuales obviamente deben ser pagados.
Esto es una contradicción enorme, si consideramos que el 84,1% del total de la población chilena gana menos de $460.000 mil pesos al mes, o peor aun cuando un 66,2% gana menos de $258.000 mil pesos al mes (INE, 2015), en empleos que buscan aumentar la ganancias de los empresarios a costa de una mayor explotación del trabajo por sueldos precarios, por lo que en muchas ocasiones trabajadores y trabajadoras deben recurrir a un segundo o incluso tercer empleo, por lo que el tener vacaciones se convierte en una remota posibilidad.
Sin embargo, es a esta población trabajadora y pobre, la cual representa a un 71,41% de la población chilena correspondiente a 5.517.970 personas (Fundación Sol, 2015), a la que el sistema capitalista con su economía neoliberal le trata de imponer como primera necesidad el tener vacaciones de lujo con cuerpos “perfectos”, cuando sus verdaderas necesidades tienen relación con sueldos dignos con óptimas condiciones laborales, con educación y salud gratuita, con mayor tiempo de calidad con la familia y los hijos, con tener tiempo para el ocio y la recreación durante el año, entre muchas otras necesidades que deben ser solventadas, ya que son parte de sus derechos al ser quienes producen con su fuerza laboral las riquezas en el mundo.
Ahora bien, estos mensajes, en específico los que nos hablan del cuerpo y del ocio en verano, si bien, se transmiten al conjunto de la población trabajadora, en ella encontramos ciertas diferencias a la hora de dirigirse a hombres y mujeres.
MUJERES
«“Como lucir un bikini sin que se noten los rollitos”
“Productos de belleza para un bronceado fascinante”
“Moda y colores para mujeres en estación verano”
“Gimnasio y productos para adelgazar”
“Operaciones estéticas para lucir un cuerpo deseado”
“Tratamientos para la celulitis y masajes reductores”
HOMBRES
“Potencia tu masculinidad con deportes extremos”
“Sé un galán, ven al gimnasio, consume nuestros suplementos deportivos y luce unos músculos de acero”
“El verano es para disfrutar de cervezas y mujeres”
“Disfruta con los amigos en la playa mientras vemos como se pasean distintas mujeres en bikini”»
Como podemos observar existe transversalmente un imposición sociocultural de que nuestros cuerpos deben ser físicamente “perfectos”, es decir, debemos cumplir una serie de requisitos para ser desead@s y vernos bell@s, ya que esto es sinónimo de éxito, felicidad e incluso salud, cuando la verdad es que detrás de estos estereotipos se esconde un mercado que factura al año millones y millones de dólares que benefician directamente a un puñado de empresarios.
Estos estereotipos son presentados para hombres y mujeres de manera distinta, esto se debe al carácter sexista y heteronormativo del patriarcado, que fomenta la idea de que las mujeres somos un objeto de deseo del hombre, por lo que debemos ser bellas, delgadas, jóvenes, provocativas, siendo el verano la época para lucir ante éstos este cuerpo “perfecto “. Si bien, hoy esto se presenta también para los hombres es en menor medida, pues los mensajes dirigidos hacia ellos, tienen relación con ser machos conquistadores, musculosos y deportistas, que podrán poseer a distintas mujeres mientras que disfrutan del deporte y la cerveza.
Como vemos la publicidad y los medios de comunicación, se han encargado de instaurar cómo debemos ser y lo que debemos consumir en verano para ser “felices” y desead@s, pero no son los únicos mecanismos que lo reproducen, sino también la familia y la educación.