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Red Internacional
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COMBATIENTE INTERNACIONALISTA. El joven Mina: aporte a la guerra de independencia desde ultramar

La fulgurante trayectoria de Francisco Xavier Mina por las tierras mexicanas solo duró unos ocho meses, pero fue la llama que alentó el deseo de luchar de las dispersas y diezmadas fuerzas independentistas.

Raúl Dosta

Raúl Dosta @raul_dosta

Martes 11 de julio de 2017 01:43

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La ocupación militar de su país por las fuerzas del imperio francés de Napoleón I, desató una oleada revolucionaria de carácter independentista que llevó a sectores de la población española a armarse y tomar en sus manos la tarea que su propio ejército evadió llevar a cabo sometiéndose a la política de expansión napoleónica por toda Europa. La guerra de los seis años fue el esfuerzo por los independentistas españoles por derrotar al ejército de ocupación francés y a los españoles afrancesados que llamaban a someterse Napoleón I.

En las serranías de la región de Navarra, se organizaban pequeños grupos que hacían la guerra de guerrillas a los franceses, entre los que destacaba el joven Xavier Mina, quien, junto a su tío Francisco Espoz, se convirtieron en importantes caudillos de la región. Acudió en su ayuda la “guerra de las naciones” que terminó con las tropas rusas y prusianas tomando la ciudad de París. Al ser vencido Napoleón I el monarca español Fernando VII, regresó a Madrid convertido en un gobernante absolutista, destituyendo a las Cortes, eliminando la Constitución de Cádiz de 1812.

El internacionalismo del siglo XIX

"Sin echar por tierra en todas partes el coloso del despotismo, sostenido por los fanáticos y monopolistas, jamás podremos recuperar nuestra dignidad. Para esa empresa es indispensable que todos los pueblos donde se habla castellano aprendan a ser libres, a conocer y practicar sus derechos…" Xavier Mina, 1816.

Los soldados que se habían batido contra la opresión francesa continuaron la lucha, ahora contra la opresión de su propio gobierno, Mina volvió a las armas y ante el avance de las tropas monárquicas salió del país. Terminó exiliado en Londres, donde coincidían diferentes opositores al absolutismo. Los liberales del siglo XIX, muchos de ellos organizados clandestinamente. Algunos en “logias” como los “masones” y los “carbonieri”, que se irradiaron desde las filas de los trabajadores de la construcción y de las minas del carbón. Muchos de ellos tenían como centro de organización la ciudad más poderosa del mundo comercial y financiero de ese entonces y desde ahí apoyaban a los liberales de varias partes del mundo.

Por ahí apareció la figura del cura Fray Servando Teresa de Mier, brillante intelectual dominico perseguido y encarcelado la mayor parte de su vida por haber cuestionado el mito guadalupano y otras prácticas de la Iglesia. Amigo de muchos de los constituyentes de Cádiz entre ellos varios independentistas hispanoamericanos, el padre Mier, conoció a Mina y le convenció de la lucha justa de los rebeldes novohispanos por sacudirse el yugo español. Y armaron un plan junto a diferentes luchadores de Europa y Estados Unidos para dirigirse a México, no sin antes pasar por Haití para pedir ayuda al primer pueblo que acabó con la esclavitud del continente americano y a Simón Bolívar que se encontraba en esas tierras, también.

Así, la expedición organizada en Londres, adquirió un claro tinte internacionalista liberal y pretendía la integración de una serie de mandos y de cuadros capaces de servir de estructura básica organizativa de amplios cuerpos de ejército en tierras de Nueva España, al servicio de Morelos, dispuestos para enfrentarse a las tropas realistas y decididos a asestar un golpe decisivo a los defensores del absolutismo en América y en España.

Y la primera avanzada por la independencia mexicana desde ultramar quedaba a cargo Xavier Mina (la segunda no llegó a costas mexicanas pues se entregó a los realistas en Cuba y Nueva Orleans), quien acuñó la idea que luchar al lado de los insurgentes era la mejor manera que tenía para enfrentar al absolutismo de España: cortándole los suministros expoliados a la Nueva España, básicamente la plata acuñada, se podría debilitar a la monarquía española.

"Ellos (el rey, los empleados y los monopolistas) dicen que la España no puede existir sin la América; y esto es cierto si por España se entienden ellos, sus parientes, amigos y favoritos, porque emancipada la América no habrá gracias exclusivas, ni venta de gobiernos, de Intendencias y demás empleos de Indias; porque abiertos los puertos americanos a las naciones extranjeras el comercio pasará a una clase más numerosa e ilustrada; y porque libre la América revivirá induvitablemente la industria española…".

Luego de navegar desde Londres y pasar por Nueva York, Norfolk, Baltimore, Filadelfia y Galveston, buscando apoyo económico, armas y pertrechos, desembarcaría en abril de 1817 en Soto la Marina, Tamaulipas con un puñado de expedicionarios españoles, franceses, italianos, irlandeses, ingleses y estadounidenses. Contrario a sus planes iniciales, Mina no consiguió llegar a México sino cuando Morelos había muerto y el Congreso estaba disuelto, pero durante ocho meses dirigió una serie de acciones militares más o menos brillantes, frente al acoso del Virrey, que finalmente consiguió hacerlo preso y fusilarlo.

Un teatro de guerra desolador

El 24 de junio Xavier Mina entró en el Fuerte del Sombrero, en Guanajuato, y se puso a la orden de Pedro Moreno. Por conducto de éste ante la junta de Jaujilla que era lo que quedaba del aparato de gobierno insurgente originado en el Congreso Constituyente de Apatzingán, auspiciado por José María Morelos y que generó la primera Constitución, denominada Decreto Constitucional para la Libertad de América Mexicana. Este documento, al igual que los Sentimientos de la Nación escrito por Morelos para el Congreso de Chilpancingo, propugnaba por una América libre cuando efervecía la lucha independentista por todas las colonias hispanoamericanas.

Lo que el joven Mina encontró fue la dispersión y aislamiento de los grupos insurgentes que resistían heroicamente y sufrían derrotas decisivas. En el oriente del país, las fuerzas de Francisco Osorno, que controlara la región de los Llanos de Apam y las de Manuel Mier y Terán, otrora invencible en la región de Tehuacán, Puebla, habían sido desmanteladas y sólo quedaba resistiendo en la sierra veracruzana Guadalupe Victoria, al igual que lo hacían Viecente Guerrero y Nicolás Bravo en el Sur.

En la región lacustre de Jalisco y Michoacán los españoles asediaban la isla fortificada de Mexcala mientras en el Bajío los mandos estaban divididos y era Pedro Moreno quien afrontaba la lucha mientras el padre Torres (el jefe militar de la zona) hacía incursiones discretas, evadiendo a fortalecer la defensa de El Sombrero.

Pero debido a su fama de militar destacado, la presencia de Mina en México suscitó tanto expresiones de júbilo y esperanza en sectores de la ciudad de México, como la reactivación de algunos combatientes. Así, el 8 de julio de 1817, justo hace dos siglos, Mina incursionaba sobre la hacienda de del Jaral de Berrio, unos días después de vencer a los realistas en los Llanos del Terrero.

El dueño de la hacienda era Don Juan de Moncada, Marqués del Jaral, con grado de Coronel por combatir a los insurgentes que incursionaban por sus tierras, las que sumaban 99 haciendas y se decía que comprendían porciones de Guanajuato, San Luis Potosí Querétaro y el Estado de México. Para cuando Xavier Mina llegó el Coronel había huido, con sus 150 soldados realistas rumbo a San Luis Potosí, dejando en la hacienda fortificada a 300 criados armados (los “Dragones de Berrio”) que no combatieron al recién nombrado Mariscal. Tal era el respeto que se había ganado entre los enemigos.

Luego vendría el declive al regresar a El Sombrero a apoyar a Moreno y resistir el embate de las fuerzas enemigas, que unificaron regimientos de varias regiones con el fin de derrotarlos.

José María Blanco White, liberal español quien compartiera junto a Xavier Mina y el padre Teresa Mier en aquellas reuniones conspirativas de Londres expresó acerca del Joven Mina:

Así acabó su breve pero brillante carrera este magnánimo joven. Tempranos y dignos de mejor suerte fueron los grandes méritos que contrajo luchando contra la tiranía. Su nombre será grato a los amantes de la libertad; pero es ciertamente muy lamentable que sus generosos esfuerzos en América pertenezcan al número de los malogrados.

Fuentes:

Rivapalacio, Vicente, México a Traves de Los Siglos. Capítulo III
Ortuño Martínez, Manuel, recuperación de Xavier Mina en Hispania Nova, http://hispanianova.rediris.es/articulos/03_009.htm
Ortuño Martínez, Manuel, Vida de Mina: Guerrillero, liberal, insurgente, Trama Editorial, Madrid, 2006.