Aunque para el presidente haya mejorado el ambiente a causa de la cuarentena, un nuevo informe de Greenpeace suma la emergencia en el mar argentino al complejo escenario de crisis ecológica global.
Valeria Foglia @valeriafgl
Miércoles 8 de julio de 2020 09:14
Crédito: Greenpeace
Lejos de una "mejora ambiental" del mundo en tiempos de cuarentena, como planteó Alberto Fernández este martes en un encuentro de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas, organizado con la bendición del papa Francisco, son muchos los indicios de que no hubo ninguna pausa en la degradación ambiental. Entre ellas, un nuevo informe de Greenpeace que da cuenta de la emergencia en el mar argentino a causa de la frenética actividad pesquera y la exploración petrolera.
“Luego de un patrullaje en el barco Esperanza de Greenpeace, pudimos captar imágenes submarinas al límite de la ZEE [1] argentina que evidencian un desequilibrio en el ecosistema marino, similar a un bosque arrasado después del desmonte. A la intensidad de la actividad pesquera, que convierte el fondo marino en un desierto, se le suma la exploración petrolera, responsable de generar bombardeos acústicos tan potentes como el despegue de un cohete espacial”, sostiene Luisina Vueso, coordinadora de la campaña por la protección del Mar Argentino de Greenpeace.
La comparación con los desmontes no es azarosa: este 2020 la Argentina fue noticia por las contundentes imágenes del Observatorio de la Tierra, perteneciente a la NASA, que expusieron la devastación de los bosques nativos en el Gran Chaco en dos décadas.
La industria capitalista convirtió al fondo del mar en “tierra arrasada”, por muy paradójico que parezca. “Estos bombardeos submarinos”, añade Greenpeace, “que son parte de la práctica de exploración petrolera, son el segundo mayor contribuyente de ruido subacuático causado por el hombre, solo detrás de explosiones nucleares y de otro tipo en pruebas militares”.
Estas detonaciones submarinas, como las llevadas adelante por la Pan American Energy en 2009, son las causantes de la significativa disminución de la población de peces. Lejos de la visión idílica presentada por Alberto Fernández en su reunión virtual con los empresarios cristianos, Greenpeace insta a que el Gobierno “deje de ignorar los impactos ambientales que atraviesa el Mar Argentino y que además priorice el abandono de los combustibles fósiles”. Durante la campaña y en cada gesto que le permitió la gestión de la pandemia, Fernández alabó el “modelo Vaca Muerta”. Su antecesor, Mauricio Macri, firmó un acuerdo que concedió a la industria petrolera “más de un millón de km2 de la superficie marina para exploración sísmica hasta el 2025 y bombardear casi toda la plataforma continental”.
Además, especies como la merluza se ven fuertemente afectadas “a doscientas millas náuticas del golfo San Jorge, también al límite de la ZEE, donde se concentran más de 400 buques de flotas principalmente surcoreanas, taiwanesas, españolas y chinas, utilizando las técnicas más destructivas de pesca, sin respetar temporadas, obstruyendo los tiempos naturales de concentración de juveniles y de la reproducción de la especie”, denuncia el comunicado subido a la web de la ONG ambientalista.
No se sabe a qué mejora ambiental se refirió el presidente. Este último mayo registró récord histórico en concentración de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global, una de las manifestaciones más concretas de la crisis climática y ecológica. Semanas atrás, Siberia vivió una ola de calor como nunca en su historia (y poco antes la principal minera de Rusia derramó 21 000 toneladas de diésel en el Ártico). Japón acaba de sufrir inundaciones terribles e inéditas que dejaron decenas de muertos.
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Sin irnos tan lejos, en plena cuarentena los desmontes en nuestro país no se detuvieron y, según datos de Greenpeace, el agronegocio arrasó con diecisiete mil hectáreas de bosques nativos. Y en el delta del Paraná fue esa misma ambición de las empresas agropecuarias la que provocó incendios forestales que intoxicaron a varias ciudades y destruyeron humedales. En Neuquén siguen vinculando la práctica del fracking con los persistentes sismos que ocurren en las zonas aledañas.
Son solo algunos ejemplos. Es claro que la pelea en defensa del planeta es urgente. Lo era antes, lo es ahora y lo será después de esta pandemia.
[1] Zona económica exclusiva.