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Red Internacional
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Calentamiento global. El martes fue el día más caluroso registrado en el mundo, rompiendo el récord del lunes

La temperatura global promedio alcanzó los 17,18 °C y los expertos esperan que se vuelva a batir el récord muy pronto. El uso de combustible fósil, la desforestación y los cambios en los usos del suelo empujados por la irracionalidad capitalista, impulsan la temperatura.

Miércoles 5 de julio de 2023 13:26

La temperatura global batió su récord por segundo día consecutivo, según sugieren los datos, mientras los expertos climáticos advierten de que los días más cálidos de este año aún están por llegar. Y, con ellos, los días más cálidos jamás registrados.

La temperatura global promedio del aire fue de 17,18°C el martes, según datos recopilados por los Centros Nacionales de Predicción Ambiental (NCEP) de EE.UU., superando el récord de 17,01°C alcanzado el lunes.

Hasta principios de esta semana, el día más caluroso registrado había sido en 2016, durante el último evento climático global de El Niño, cuando la temperatura promedio global alcanzó los 16,92 °C.

El martes, la Organización Meteorológica Mundial, el organismo meteorológico de la ONU, confirmó que El Niño había regresado. Los expertos predijeron que, combinado con el aumento del calor del calentamiento global –causado por el modo de producción capitalista–, conduciría a más temperaturas récord.

Gráfico de temperatura media global a 2 metros de altura –aire de superficie–, elaborado por reanálisis por la Universidad de Maine a partir del reanálisis de datos de los Centros Nacionales de Predicción Ambiental (NCEP) de EE.UU. La línea gruesa negra corresponde al año 2023, la marrón a 2022.

“El Niño aún no ha alcanzado su punto máximo y el verano todavía está en pleno apogeo en el hemisferio norte, por lo que no sería sorprendente que el récord se rompiera nuevamente en los próximos días o semanas”, dijo el Dr. Paulo Ceppi, profesor de ciencias del clima en el Instituto Grantham del Imperial College de Londres.

El Dr. Karsten Haustein, investigador en radiación atmosférica en la Universidad de Leipzig, afirmó: "Los próximos días probablemente verán una pequeña recesión, pero dado que la temperatura global máxima anual es a fines de julio, es probable que más días sean más cálidos que ayer (dado que El Niño ahora está prácticamente en pleno apogeo) [...] Lo más probable es que el mes de julio sea el más cálido de la historia, y con él el mes más caluroso de la historia... [o sea] desde el [Período] Eemíano, que de hecho es hace unos 120 000 años".

La temperatura media récord fue reportada por el servicio Climate Reanalyzer organizado por el Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine (EE.UU.). Este utiliza datos previos del sistema de pronóstico climático del NCEP para proporcionar una serie temporal de la temperatura media diaria del aire a dos metros de altura –tempreatura superficial–, basada en lecturas actuales de observaciones de superficie, globos aerostáticos y satélites.

Otro registro, el ERA5, utilizado por el consorcio europeo de registro climático Copernicus, que algunos especialistas señalan como más confiable que el NCEP, coincide en señalar estos récords, marcando una temperatura de 16,88 C.

Varias partes del mundo han estado experimentando olas de calor. En Inglaterra, por ejemplo, el mes de junio fue el más caluroso de su historia. En EE.UU., el sur de ese país viene siendo azotado por “cúpula” de calor intenso en las últimas semanas. En algunas partes de China, continuó una ola de calor persistente, con temperaturas superiores a los 35 °C.

El norte de África experimentó temperaturas cercanas a los 50 °C, y en Medio Oriente, miles de personas soportaron un calor atípicamente abrasador mientras realizan la peregrinación religiosa hajj en Arabia Saudita.

Incluso en la Antártida, donde actualmente es invierno, se registraron temperaturas anormalmente altas. La base de investigación Vernadsky de Ucrania, rompió recientemente su récord de temperatura de julio con una lectura de 8,7 °C.

No es "la humanidad", es el capitalismo

Si bien el fenómeno de El niño se repite año a año generando aumento de temperaturas cíclicos, éstas van en aumento como subproducto del calentamiento global.

Gráfico de temperaturas anómalas durante El niño (calentamiento y lluvias en el Pacífico oriental), los meses neutrales de la Oscilación del Sur del mismo (ENSO, por sus siglas en inglés) y La niña (fase de enfriamiento). ENSO constituye un patrón climático que consiste en la oscilación de los parámetros meteorológicos del Pacífico ecuatorial cada cierto número de años y que incluye El niño y La niña. Como puede obsrvarse, las anomalías van subiendo, empujadas por el calentamiento global.

Existe consenso científico en que el calentamiento está originado centralmente por la producción de Gases de Efecto Invernadero (dióxido de carbono y metano, sobre todo), centralmente producto de la combustión de combustible fósil para diferentes industrias; pero también ligados a la deforestación, cambios en los usos del suelo, actividades que destruyen sumideros de carbono como humedales, promovidos por actividades como el agronegocio y la megaminería.

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El último informe del Panel Climático de la ONU (IPCC) señala que la tierra ya alcanzó un nivel de calentamiento de 1,1 grados desde 1850-1900, el comienzo de la era industrial capitalista. Este nivel implica ya una crisis desatada: las olas de calor, sequías, inundaciones, derretimiento de hielos, subida del nivel del mar o acidificación de los océanos y extinción de especies son algunas de sus manifestaciones. Mientras que los eventos climáticos extremos –como las 9 olas de calor que afectaron Argentina el último verano– afectan centralmente a las poblaciones de las mayorías trabajadoras.

Gráfico de la emisión de Gases de Efecto Invernadero. En gris, producto de combustible fósil; en verde, de cambios en los usos del suelo (destrucción de bosque nativo o de humedales, por ejemplo).

En este marco, los sectores burgueses ligados al combustible fósil (o el agronegocio, si se habla de deforestación), de la mano de los Estados que garantizan sus negocios –empezando por Estados Unidos y China, los principales emisores históricos y actuales–, mientras realizan cumbres "verdes", siguen impulsando esta producción de combustible fósil. Por un ejemplo, Biden acaba de anunciar una verdadera "bomba de carbono" petrolera en Alaska, cuya combustión descargará en la atmósfera diez veces el monto de Gases de Efecto Invernadero que ahorrará el plan de energías renovables del mismo gobierno. Mientras, impulsa destrucción de humedales por extracción de litio en Argentina, Chile y Bolivia. ¿Para cambiar la matriz de transporte hacia el transporte público y así racionalizarlo y hacerlo más accesible a las mayorías? No, para para abastecer la fabricación de baterías para autos por parte de gigantes como Tesla, Ford o Toyota, las mismas automotrices que impulsaron el consumo fósil previo. Capitalismo "verde" e irracionalidad van de la mano, no es transición sino un nuevo nicho de negocios.

Mientras el Acuerdo de París de 2015 establece la necesidad de disminuir la utilización de combustible fósil a la mitad en 2030 y a cero en 2050, transicionando hacia otras formas de generación de energía, la producción de petróleo, gas e incluso carbón sigue aumentando.

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El gobierno de Manuel Lopez Obrador en México, por poner otro ejemplo, acaba de disparar la producción de carbón en más de 50 %. En países como Argentina, el gobierno de Alberto Fernández impulsa el fracking en vaca muerta e incluso acaba de habilitar el primer pozo exploratorio offshore en aguas ultraprofundas, con el que espera producir 200 mil barriles de petróleo diarios, en asociación con Shell, Equinor. Mientras, impulsa la destrucción de los salares altoandinos (humedales) con la excusa de una "transición energética".

Lejos de la salida individual mediante el consumo, se trata de modificar el modo de producción de energía, transporte, producción de alimento, etc. hoy orientado por la sed de ganancias de los capitalistas. Imponer a las burguesías (tanto imperialistas como dependientes) un freno de mano a este sistema que nos está llevando a un abismo ambiental es urgente y –sobre todo– posible. Pero récords como el del lunes y el martes indican que la urgencia es cada vez mayor.


Juan Duarte

Psicólogo y docente universitario en la UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Editó y prologó Genes, células y cerebros (Hilary y Steven Rose), La biología en cuestión (Richard Lewontin y Richard Levins), La ecología de Marx (John Bellamy Foster), El significado histórico de la crisis de la psicología y Lecciones de paidología (Lev Vigotski), La naturaleza contra el capital (Kohei Saito) y León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917), de Harold Nelson (2017), en Ediciones IPS.

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