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Red Internacional
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ESCÁNDALO DE CAJA MADRID Y BANKIA. El método tradicional de la burguesía para corromper a los dirigentes obreros

Lunes 6 de octubre de 2014 17:18

86 Consejeros y altos dirigentes de Caja Madrid y más tarde Bankia, disponían de tarjetas de crédito VISA, opacas, es decir sin control de hacienda, en las que en los últimos siete u ocho años se han gastado 15,2 millones de euros de una institución financiera publica, que quebró y fue rescatada con 22.500 millones de euros de dinero de los contribuyentes españoles, aunque al día de hoy se lo debamos a los contribuyentes europeos.

El tema no tendría más importancia -la corrupción es algo intrínseco al sistema capitalista y la compra de voluntades de los políticos y demás por los grandes capitalistas es un habito tan antiguo como el propio sistema-, si no fuera porque entre los 86, figuran 15 personas con carnet del PSOE, 4 de Izquierda Unida (IU), 6 de Comisiones Obreras (CCOO) y 4 de la Unión General de Trabajadores (UGT).
Por tanto, estamos ante un ejemplo más, este particularmente nauseabundo por las circunstancias y el contexto en el que se produce, lo que le otorga una repercusión social tremenda, de los métodos clásicos de corrupción de los dirigentes obreros por parte del gran capital y sus representantes.

Es en este aspecto del tema en el que vamos a insistir más. Esto no quiere decir que no nos produzca nauseas la corrupción venga de donde venga, y que no nos indigne que hasta el Jefe de Gabinete del Jefe de la Agencia Tributaria, la recaudadora de impuestos, este metido en el ajo.

Llama la atención que uno de los representantes de las organizaciones obreras, el Vicepresidente Moral Santín, en representación de IU, pertenezca a la categoría de los “grandes chorizos”, es decir aquellos que se llevaron más de 400.000 euros.
Las tarjetas opacas son un nuevo episodio que nos traen a la memoria las palabras de Trotsky, cuando comentaba la traición de Ramsay Mc Donald, dirigente del partido laborista Británico, que abandono dicho partido para encabezar un gobierno de Unidad nacional al servicio del gran capital en los años ‘30. Trotsky dijo: “Consiguió besar los anillos de las grandes marquesas, al precio de traicionar a su clase”. Ahora la gente se ha vuelto mas materialista, prefieren las VISA black, o realmente ¿son las dos caras de la misma moneda?

Los trabajadores y la mayoría de la población están mostrando su indignación de una manera brutal, ya que coincide con una situación del país en que la pobreza infantil es record, hay millones de hogares que no tienen dinero para pagar la luz, como consecuencia del paro y de que más de tres millones de desempleados no perciben ninguna prestación. En 740.000 hogares, según las últimas encuestas, no entra ningún ingreso.

Pero lo cuál fue la reacción de los dirigentes políticos y de las organizaciones obreras. Mal que nos pese el que más rápido y mejor ha reaccionado ha sido Pedro Sánchez, el nuevo secretario general del PSOE, que ha abierto expediente a los 15 y ha dicho que si les considera culpables les expulsara del partido. Realmente lo correcto hubiera sido suspenderlos de militancia de inmediato, porque a fe mía que culpables lo son, desde el momento en que cogieron la tarjeta y se gastaron la pasta. Hay que entender a Pedro Sánchez. Sobre su cabeza pende la amenaza de que el PSOE se convierta en un partido semimarginal como el PASOK en Grecia, que paso en pocos años del 46% del voto a apenas un 8%.

Pero la reacción de los dirigentes de IU y de los sindicatos no es mucho mejor. El diputado Alberto Garzón, en el programa de TV “La noche en 24 horas”, calificó a Moral Santín de ladrón, y dejo entrever que la organización le había expulsado hace un año. Cuando la periodista le pregunto por los otros tres, miembros de IU, la “estrella emergente” de IU, respondió que no los conocía. Curioso. Ni admiten ninguna responsabilidad porque no se enterasen del tema, hasta hace un año, ni sabe nada de los otros tres, al parecer miembros todavía de IU.

Claro que Garzón es tan joven, que eso posiblemente le imposibilita explicar el motivo de fondo: cuando se nombró a Miguel Blesa como presidente del consejo de administración de Caja Madrid (de 1996 a 2009) por parte de la derecha y el gran capital, necesitó de una serie de votos, para consolidar su poder, que justamente IU y CCOO le proporcionaron, parece ser que generosamente. La política de conciliación de clases de la dirección de IU, y la política de claudicación vergonzosa de los dirigentes de CCOO ante la derecha y los empresarios, no parece ayudar a combatir la corrupción en el seno de estas organizaciones obreras. Más bien parece fomentarla.

Garzón también fue indagado por lo que se refería a los dirigentes sindicales, y respondió que, a diferencia de lo que pretendía la derecha, los sindicatos eran necesarios, y que lo sucedido había que reducirlo a comportamientos incorrectos de unos cuantos sindicalistas. Nada más lejos de la realidad.

Evidentemente el fondo del problema es que los dirigentes de UGT y CCOO carecen de la más mínima confianza en la capacidad de lucha, movilización y organización de la clase obrera, y siempre se han prestado a las maniobras de la burguesía para parar el avance del movimiento obrero, desde los famosos pactos de la Moncloa en 1977. Pero desde 1996, cuando llego José María Aznar a la Moncloa, empezó una política con los sindicatos que se podría resumir en una frase: nosotros os pagamos todas las facturas y vosotros cambiáis el “sindicalismo combativo” (para la burguesía, los sindicatos eran enormemente combativos, ya que por ejemplo, habían llevado a cabo la huelga general del 14 de diciembre de 1988, que fue una de las paginas brillantes de la clase obrera española).

A partir de entonces, las administraciones públicas españolas regaron generosamente los jardines de los sindicalistas. Antes les habían dado el Patrimonio sindical, que UGT despilfarró, al menos la mitad en negocios fallidos. En los últimos veinte años les financiaron abundantemente a través de los Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) y, sobre todo, los cursos de formación.

Seguramente son cientos de millones de euros, posiblemente más de mil millones, es difícil precisar. Pero sin duda ha contribuido a desprestigiar a los sindicatos ante los trabajadores y a reducirles a una situación en que en la actualidad juegan probablemente el papel menos importante que han jugado en la lucha y en la sociedad en los últimos 20 años.

Las investigaciones de la Justicia en Andalucía por el escándalo de corrupción con los cursos de formación y los EREs “truchos”, con su enorme cobertura mediática, podrían conducir a encarcelar a los corruptos, a lo que no nos oponemos, pero a través de una mal intencionada cobertura mediática están siendo utilizadas por la derecha par desprestigiar a los sindicatos y la idea de la organización y la lucha en el seno del movimiento obrero.

Por tanto hay dos cosas claras. Por un lado, la burguesía conscientemente ha utilizado una doble táctica con los dirigentes sindicales: utilizar para luego desprestigiar. Primero los corrompo, después publico sus casos de corrupción. Seguramente todavía faltan muchos por publicar. Y en segundo lugar, no son comportamientos aislados de unos pocos sindicalistas. La cantidad se convirtió hace tiempo en calidad. Estamos ante la mayor burocratización de dos organizaciones sindicales tradicionales de la clase obrera española en toda su historia. La gran mayoría de sus dirigentes disfrutan de niveles de vida claramente superiores a los más altos niveles de los trabajadores más cualificados. Viven como ejecutivos de las grandes empresas, y por tanto a cada paso se diferencian menos en las ideas de los mismos, “la existencia determina la conciencia”.

Sería urgente que la base de estos sindicatos pusiese sobre la mesa tres reivindicaciones claves: que ningún representante debe de ganar más del salario de un trabajador cualificado, que todos deben rotar en un determinado tiempo (por ejemplo, dos años) en sus puestos como dirigentes, para volver a su puesto de trabajo y que podrán ser revocados por quienes les han elegido en todo momento. Un escándalo como este debería haber motivado que toda una serie de secciones sindicales de UGT y CCOO elevasen su voz pidiendo un Congreso extraordinario, o simplemente cuentas a sus dirigentes. En estos momentos una serie de secciones sindicales de UGT y CCOO, que nosotros sepamos ya están reaccionando, pidiendo la expulsión, y congresos extraordinarios para discutir al orientación general de los sindicatos. Si esta actuación se generaliza, respondiendo a la indignación absolutamente mayoritaria de la base sindical, habremos dado un enorme paso adelante en el proceso de recuperar los sindicatos para la lucha obrera.

Eso explica que los dirigentes de CCOO, digan que los únicos responsables son los detentadores de dichas tarjetas, y que cuando se han producido dos dimisiones, una de un histórico de CCOO, Rodolfo Benito, y otra de un dirigente de UGT José Ricardo, las direcciones no hayan condenado ni al uno ni al otro.

De manera patética, Cándido Méndez, el actual Secretario General de UGT, quien cuando comparece en público parece como si hubiese dejado en su casa su cerebro -y su pasado- y estuviese representado por su “alien”, recalcó: “El que haya dimitido [José Ricardo] no quiere decir que haya hecho nada malo”.

Todavía quedan pendientes de dimitir cinco afiliados a CCOO y 3 de UGT, pero sus direcciones nada tienen que decir. Al contrario ayer se produjeron unas declaraciones de José Ángel Villa, Secretario general de UGT-FES, defendiendo a uno de los implicados, Enrique Torres, sindicalista de BANKIA, diciendo que los gastos de la tarjeta habían ido a pagar actuaciones de la sección sindical de UGT en BANKIA. En otras palabras es Blesa el que paga los gastos de la sección sindical de UGT en BANKIA. ¿No recuerda esto al viejo sindicato Vertical? ¿Qué independencia política y sindical puede tener dicha sección sindical cuando es la Dirección de BANKIA la que paga sus facturas? Esto tiene que acabar ya.

Si los afiliados, la clase obrera, considera una necesidad imperiosa defender a los sindicatos y fortalecerlos, eso pasa hoy por echar a toda la casta dirigente que lejos de defender a los trabajadores actúa en la práctica como agente del capital en el seno del movimiento obrero. O hay una reacción contundente de los trabajadores, los afiliados, las secciones sindicales, o la burocracia seguirá instalada en las cúpulas de UGT y CCOO, causando un enorme daño al movimiento obrero, particularmente en estos momentos de brutales ataques de la patronal, política de austeridad y recortes.